Opinión | El blog del funcionario

Votar o no votar a Vox, esa es la cuestión

Miguel Hernández Valverde.

Miguel Hernández Valverde.

Todas las encuestas, hasta el CIS, anuncian que el partido de extrema derecha aumentará su representación en las próximas citas electorales. El candidato a presidente de Castilla y León, cuyos comicios son el próximo 13 de febrero, Juan García-Gallardo Frings (parece que para ser candidato hay que tener apellidos compuestos), ha borrado de manera urgente sus tuits racistas, homófobos y machistas, lo cual apenas le restará apoyos, y es que todo parece indicar que al partido de Santiago Abascal el viento le sigue soplando a favor.

En Murcia, único lugar de todo el territorio español en el que Vox ganó las últimas elecciones generales, también dicen las encuestas que tendrá una subida moderada, aunque muy lejos de pelear con el Partido Popular por la hegemonía de la derecha, pero su apoyo sería necesario para conformar un Gobierno y, sin duda, a partir de ahora, el partido ultra conservador, cambiará votos por sillones, con toda la legimitidad del mundo, la misma que ellos niegan al actual Gobierno español.

Sin ninguna duda, la rentabilidad que está sacando este partido a sus cuatro ideas base: Inmigración, Familia y Libertad, Seguridad y Negación de la Violencia Mmachista, les está posicionando en una privilegiada situación.

Un partido que dice en su Agenda España, que «el Estado autonómico se ha convertido en el enemigo de la rica diversidad de España» tendrá en su mano no solo decidir quién gobierna, sino participar en la gobernación.

Pero Vox va más allá: pide la «devolución inmediata de las competencias al Estado en materia de Sanidad, Educación, Seguridad y Justicia». El partido de Abascal, como el algodón, no engaña.

«El único baremo que ha de primar para el acceso a la función pública es la de la capacidad, la excelencia y el mérito’», dicen. Que tomen nota los miles de interinos que gritaron de alegría cuando la cúpula del partido apoyó sus reivindicaciones, y es que dice el dicho popular que no hay más ciego que el que no quiere ver.

Pide eliminar la actual Ley de Violencia de Género y, por supuesto, suprimir cualquier subvención a organizaciones sindicales y políticas, aunque no han rechazado los millones de euros que la ley les otorga por la representación que tienen. Más aún, exigen «eliminar cualquier ayuda pública a ONGs que atiendan a inmigrantes llegados de manera ilegal’», como Cruz Roja, y eso tiene un nombre.

Proponen también en su Agenda España, «cerrar todas las televisiones autonómicas»; tomen nota algunos. En materia jurídica, Vox apuesta, al igual que Polonia, por «proclamar la primacía del Derecho Nacional sobre el Europeo», lo que conllevaría automáticamente renunciar a todos los fondos europeos, como son las multimillonarias ayudas a los agricultores y ganaderos españoles. Alguien debería informarles de esto, a los agricultores me refiero.

Pero quizás su mayor incoherencia es cuando dedica uno de sus capítulos (el 18), a la libertad de expresión’. Sobre todo, cuando unas páginas antes, apuesta por «ilegalizar cualquier partido u organización, incluidas las ONGs, que persigan la destrucción territorial de la nación».

Sería bueno que los millones de personas que están pensando votar a Vox se leyeran, sin ningún prejuicio, el documento político donde se propone una España diferente, donde incluso se apuesta por «prohibir las acciones coactivas en las huelgas políticas».

Lo mejor, sin duda, de esta formación política es que no engaña a nadie, así que luego, si la sanidad se privatiza, la educación se divide por rentas, y el sistema público de pensiones se fundamenta en un modelo mixto público–privado, no le echen la culpa a los inmigrantes, al colectivo LGTBI y mucho menos a las mujeres que siguen muriendo por violencia machista.

Los partidos políticos, incluido el Partido Popular, están siendo incapaz de frenar el traspaso de votos a esta formación, donde no solo las élites económicas y sociales forman parte de su nicho de apoyos, sino que está consiguiendo abrir importantes ‘filones’ en la clase trabajadora, pero sobre todo, en una juventud, principalmente del sexo masculino, que está viendo en el partido de extrema derecha, un campo de juego donde las reglas les otorgan derecho a seguir imponiendo la autoridad patriarcal. Muchas alarmas están saltando en las organizaciones, y es que de momento Vox ha conseguido, gracias a su maquinaria en redes sociales, marcar los tiempos y los debates, y quien consigue esto ha ganado.

Dentro de un año y medio, los españoles y españolas, decidiremos si devolvemos las competencias de Educación y Sanidad al Estado, en otras palabras, nos tocará Votar o Botar a un partido que propone recentralizar los servicios públicos esenciales, y acabar con las autonomías.

El resto de partidos políticos tienen dos opciones: leerse la Agenda España y explicársela a la sociedad, ya que ellos, a los de Vox me refiero, no lo hacen, o seguir perdiendo el tiempo desmintiendo por las redes sociales bulos, mientras van perdiendo afiliados y simpatizantes a montones. Y es que ya lo dice el dicho popular: El tuerto es el rey en el país de los ciegos.