Opinión | La Feliz Gobernación

Sinvergüenza o sin vergüenza

Fernando López Miras y Teresa Ribera

Fernando López Miras y Teresa Ribera / L.O.

Sinvergüenza es un insulto, siempre que lo escribamos todo junto. Significa, dicho de una persona, «que comete actos ilegales en provecho propio, o que incurre en inmoralidades». Sin embargo, si decimos que alguien actúa ‘sin vergüenza’, en dos palabras, estamos ofreciendo una descripción psicológica, que hasta podría ser amable: «Turbación del ánimo causada por timidez o encogimiento y que frecuentemente supone un freno para actuar o expresarse». 

La distinción entre ambas apelaciones es nítida cuando se da por escrito, pero muy imprecisa en el lenguaje hablado, sobre todo si se tiene la intención de jugar al equívoco. Un juez podría condenarme si tildara a un político de sinvergüenza en un artículo (en caso de no aportar pruebas que justificaran el apelativo), pero pasaría de largo si dijera que dicho político actúa ‘sin vergüenza’. 

La cabeza de lista del PSOE a las europeas, Teresa Ribera, ha introducido una de estas expresiones en sus mítines, referida al presidente de la Comunidad murciana, Fernando López Miras, o al PP en general, aunque el PP en general no es una persona, y como he dicho, según la RAE, la calificación ha de ir dirigida a una persona. Pero como Ribera lo ha dicho de boquilla no sabemos con certeza si ha hecho la debida pausa para partir palabra o hay que entenderla de corrido.  

Por el subtexto, hemos de entender que ha utilizado una sola palabra, pues no cabe deducir que la todavía vicepresidenta del Gobierno quisiera decir que López Miras es un chico tímido y encogido, y menos que sufra de un freno para contenerse, características que no tendrían que ver con su actuación política sino con rasgos de su carácter, lo cual no se relaciona con el debate electoral, pues cada cual es como es.  

Se trata, pues, de un insulto, lo cual no es una novedad ni una excepción en el actual discurrir de la política, y mucho menos algo privativo de la candidata socialista. La sorpresa se produce porque esa propensión a la hipérbole parece impropia de quien hasta ahora se ha desenvuelto con austeridad expresiva y talante moderado, que no es algo contradictorio con la firmeza en sus posiciones. Pero hay políticos que no dominan el género mitin. Cuando salen de sus despachos y se ponen ante las masas se ven obligados a sobreactuar: se desatan, pero se nota de lejos que no les va el rollo, y no hacen gracia. Hasta los propios han de hacer un esfuerzo para aplaudirles. El don para el cinismo de Óscar Puente no está al alcance de cualquiera. 

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