Opinión | Desde el tejado

Esto no es un adiós

Treinta y un días juntos en los que les he hablado de lo antipelis románticas de los 90 que soy, lo innecesario de coger el móvil cuando has tomado alguna que otra bebida espirituosa de más y la cagas mandando ese mensaje que te hará temblar al día siguiente. Les conté mi pasión por la ambición rubia, la criatura más bella y sexy del mundo y como a ella seguro que no le hicieron ghosting como a mí, yo hoy tampoco lo haré con ustedes. 

Descubrí los hoteles sin niños y salió algún que otro tonto motivao sin comprensión lectora; reivindiqué y lo seguiré haciendo siempre a las mujeres maduras, nuestra sexualidad, y todos los polvos que nos quedan por vivir. Les hablé de mi vicio confesable, el desayuno, ese placer de inundar la casa con olor a café y recordar los churros que mamá compraba cuando los veranos duraban tres meses y las sillas en la puerta de casa, donde se arreglaba el mundo.

La importancia de soltar el móvil y mirarnos a los ojos, así como quedarnos con las ganas y descubrirnos poco a poco, como los amores de verano cuando teníamos 13 años. Les confesé el horror que supone para mí ir a un parque de atracciones o montarme en los cacharritos de la feria. Les hablé de volver allí donde fuimos felices, les abrí mi alma en la sala de espera de un hospital y cómo no pasa nada pero sí pasa. De la importancia de lo importante, porque el futuro no existe, vivamos el ahora, vivamos el día, todo puede cambiar sin darnos cuenta y quizás sea demasiado tarde. 

A mitad de aventura les di las gracias por su compañía diaria y lo increíble de escuchar sus historias a raíz de leer las mías. Recordamos juntos a Federico y la noche sin luna en que lo asesinaron. 

De la importancia de la risa y la inocencia de ser como niños. Les hablé de los de siempre, de que todo es química. Les conté que compré un biberón y lo volvería a hacer a pesar de lo racista de parte de nuestra sociedad. Escuchamos música en el ascensor, felicitamos a mamá por su cumpleaños, fantaseé con vivir en una casa en Italia y hacer mermelada, nos fuimos juntos de verbena, que no de concierto, y les conté mis propósitos para este año nuevo, welcome to the jungle. 

Gracias por subir al tejado, no nos pongamos tristes, esto no es un adiós. Ahora empieza lo bueno, no se vayan muy lejos, vuelvo en seguida.