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Desde el tejado

Belen Unzurrunzaga

Por qué lo llaman 'Ghosting' si quieren decir cobardía

Debo de ser una señora muy mayor, porque no estoy nada familiarizada con algunas prácticas de este siglo. No sé que coño nos pasa a los humanos, y por qué nos cuesta tanto hacer las cosas bien; todo podría y debería ser más sencillo, pero nos empeñamos en quedar en los primeros puestos del bochorno ante algunas situaciones.

¿Saben qué es el ‘ghosting? No, no es un remake de Los Cazafantasmas ni el nombre de una nueva técnica de cocina; es un palabro derivado del inglés que significa cortar cualquier relación, contacto o amistad afectiva con alguien, desapareciendo del mapa sin dar explicaciones. Qué bonito, ¿eh? Y digo yo, ¿porqué lo llaman ‘ghosting’, cuando deberían llamarlo cobardía?

Esa práctica tiene hasta estudios de la Universidad de Ontario en Canadá. El mundo de redes sociales nos está llevando a comportarnos como verdaderos pedazos de carne con ojos y, lo peor, las consecuencias para los que caen en las artes de algún que otro fantasma no son muy agradables: culpabilidad, miedo al rechazo, inseguridad. Es acojonante que haya que comerse las taras de los demás por no saber gestionarse su propia vida.

Puedo llegar a entender la pérdida del interés, pero todo el mundo, por poco que nos importe, merece una respuesta. No me gustan los dramas ni las explicaciones, pero si has compartido cama, intimidades y mantel con alguien, lo mínimo es que te mire o te escriba diciéndote a lo Manuel Manquiña en Airbag: «Oye, que yo lo dejo, esto es muy estresante», por ejemplo.

Y por qué les cuento esto. Porque, hola, me llamo Belén y fui víctima de mi primer ‘ghosting’ chispas hace algunos meses. A mi edad y con el culo pelao no ha sido para tanto, pero que por nadie pase el sabor de boca que deja. Hoy es una anécdota, motivo de risas con mis íntimas, pero no les niego que los primeros días jode y cabrea, no por lo perdido sino por lo absurdo de pensar que somos los responsables de la huida.

Cuánta falta nos hace mirarnos a los ojos y ser sinceros, entre tanta superficialidad. Créanme, no mordemos, a estas alturas del partido se agradece un toque de educación, porque suele ser como una erección: si la tienen, se nota.

Una putada es no tener un detector de fantasmas para evitarnos algunos bochornos. Estén alerta.

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