El juez chileno Mario Carroza ha ordenado, a causa de la denuncia del partido comunista de aquel país, la exhumación de los restos del poeta universal y premio Nobel, Pablo Neruda, que reposan desde 1992 junto a los de su esposa, Matilde Urrutia, en su Casa-Museo de "Isla Negra", a 120 kilómetros de Santiago, frente al Pacífico. La denuncia parte de la declaración de un antiguo chófer del escritor, Manuel Araya, quien asegura que en los últimos días de su vida, ingresado en una clínica de la capital, fue inyectado por orden del golpista Pinochet, para adelantarle la muerte que le acosaba por un cáncer de próstata que sufría de forma irreversible.

Neruda murió el 23 de septiembre de 1973, doce días después del golpe militar que acabó con la vida y el gobierno de Salvador Allende producido el día 11 del mismo mes. Después de aquel asalto al chileno Palacio de la Moneda, sede presidencial, con el resultado históricamente conocido, en las primeras horas, los militares de Pinochet fueron a buscar a Neruda a 'Isla Negra' donde el poeta bordeaba la agonía, agotado. Los criminales no creyeron oportuno su arresto por las condiciones físicas que encontraron en Neruda. Pero el día 20 fue trasladado desde su domicilio a un hospital de la capital; esas setenta y dos horas antes de su muerte es el motivo de investigación de la justicia actual chilena.

No sería extraño ni aventurado asegurar que el general Pinochet, el criminal, ave negra de mal agüero, criatura indeseable que fue, repugnante mandatario por la fuerza de las armas, asesino inmisericorde, tragedia de la humanidad y su peor coraza, ordenara la liquidación del escaso hálito de vida que quedaba en su enemigo, capaz de cambiar la faz del pueblo con un solo verso. No sería extraño que ordenara la ejecución rápida de uno de los mejores poetas universales de todos los tiempos. Poco nos extrañaría a quiénes vimos en él a un salvaje canalla amedrentado por la palabra.

Los restos de Neruda tras su muerte fueron enterrados en el Cementerio General de Santiago de Chile; en 1992 se exhumaron para su traslado a Isla Negra, según fue el deseo manifestado por el poeta en vida; en tal ocasión, se le rindió homenaje póstumo velándolo en el salón de Honor del Antiguo Congreso Nacional chileno. La nueva aventura en torno a su muerte y sus restos está ahora judicialmente abierta, con el escepticismo mostrado por la Fundación Pablo Neruda que muestra sus dudas respecto a la denuncia del partido comunista y del antiguo chofer. Lo único seguro al respecto es que la voz del poeta andino sigue viva, cualquiera que fuera la causa última de su muerte.