Fiestas de Primavera

Un Entierro con más ritmo y espectáculo que nunca

Espectáculos orientales, músicas y rítmos latinos, un elefante modernista, animales prehistóricos y 23 carrozas dejaron un cierre de las Fiestas de Primavera de Murcia para no olvidar

Alberto Sánchez

Alberto Sánchez

A la bajada del Puente de los Peligros, camino de una Gran Vía a rebosar de gente, el Dragón de Conte mira de reojo a la sardina, postrada en su catafalco y pendiente del desfile. Él lleva la espada clavada en el lomo, ella espera al fuego purificador al final de la noche. Dos personajes en mitad de la fiesta que se compadecen mutuamente ante su inevitable final. Mientras, a su alrededor, los gritos ensordecedores de murcianos y visitantes hacen vibrar la ciudad a un ritmo imparable.

El Entierro de la Sardina ha cogido un camino inalterable. El espectáculo es más espectáculo que nunca. Todo es más complejo, más grande, más estrafalario... Más acrobacias, más fuego o siempre más alto. Aunque los muñecos, los granaderos, los cabezudos o los payasos no abandonan el desfile y se apuntan año tras año, el público es exigente y los sardineros ofrecen un Entierro digno del Circo del Sol o un mundo mágico que solemos encontrar sólo en las películas.

Miss Murcia vivió el desfile a lomos de un caballo gigante. | FRANCISCO PEÑARANDA

Miss Murcia vivió el desfile a lomos de un caballo gigante. | FRANCISCO PEÑARANDA / Alberto Sánchez

2.500 personas y 70 grupos hicieron posible un Entierro de la Sardina para recordar, primero porque no se recuerda uno con tan buena temperatura a esas horas de la noche, y por la enorme cantidad de gente que se acercó a maravillarse con cada comparsa. Ritmos latinos, sonidos celtas a base de gaiteros de Irlanda, los abanderados de Arezzo lanzando sus enseñas a diez metros de altura o los míticos Carros de Foc de Alicante amenizaron la noche, a la espera de que pelotas, juguetes o peluches volaran sobre las cabezas del público de la mano de los 23 grupos sardineros. Morboria o Ale Hop, grupos madrileños de teatro de calle, acompañaron en el desfile a los artistas de Broton, llegados de Cádiz, o Legend, de Tarragona.

El desfile se convirtió en un mapa mundi: la Francia victoriana, un viaje por Egipto y un homenaje a Raffaella Carrpa

El público nació animado a pocos minutos de que comenzara el desfile, con palmas al aire y canciones coreadas para agitar la noche. Después, el Entierro tendió a convertirse en un mapa mundi: una Francia victoriana con carroza y vestidos de gala; un viaje por Egipto con hinchables de momias, serpientes, cocodrilos o la famosa esfinge; un escenario homenaje a la italiana Raffaella Carrà o un intento de asalto de piratas berberiscos a un barco de vela.

Uno de los hinchables que dieron color al desfile. | FRANCISCO PEÑARANDA

Un sardinero se acerca al público y saluda a un cabezudo. / Francisco Peñaranda

El mundo infantil también tuvo su espacio para el deleite de los más pequeños, con una apertura del desfile con comparsas dedicadas a los personajes favoritos de los niños. Las princesas Disney subidas a una carroza, la pandilla de Drilo el Cocodrilo, los Payasos de la Tele o los famosos perros de Bluey a gran escala. A hombros de los padres, los más pequeños saludaban con ganas y tuvieron tiempo de participar en el desfile gracias a la colaboración de los agentes de Policía Local de Murcia, que los auparon a sus motos para fotografiarse con ellas entre luces azules.

Miles de personas extiendenlos brazos para recibir los regalos de una de las carrozas del desfile.  francisco peñaranda

Uno de los hinchables que dieron color al desfile. | FRANCISCO PEÑARANDA / Alberto Sánchez

Mad Max y la Patrulla Águila

Para los más mayores, el universo de Mad Max o los enormes animales prehistóricos dejaron boquiabierto a más de uno, entre rugidos de motos tipo Harley o batucadas entre llamaradas que no se apagarían en toda la noche. Los más que reconocidos aviones de la Patrulla Águila, emblema de la Academia General del Aire de San Javier, tuvieron su hueco en el desfile con pasadas frente a las primeras filas de incrédulos que intentaban pillarlos con las cámaras de sus móviles.

El desfile no dio sorpresas solo en el recorrido, sino también en los aledaños. Patricia y Ana, llegadas con sus familias pero por caminos distintos, se reencontraban después de muchos años entre las filas de sillas que acordonaban el desfile. El grito de alegría al reconocerse hizo sobresaltar a sus propios hijos, que se olvidaron del Entierro para ver qué pasaba. A pocos metros de allí, en la plaza Camachos, Ángel miraba los muñecos y a los acróbatas con pasión: es su primer Entierro de la Sardina con sus padres y, aunque «todavía no tiene fuerza en las manos para coger juguetes en el aire, su abuela ya ha venido con bolsas preparadas para intentar pillar al vuelo lo que sea», reconoce orgullosa Maribel.

Al espectacular desfile siguió la más épica de las batallas para conseguir los juguetes de las carrozas

Flamencos y osos al aire

El desfile, que contó con las actuaciones de El Sótano del Dr. y los integrantes de la más que reconocida banda Belter Souls, terminó con un espectacular y moderno elefante que ponía el broche de oro, a lo que siguió la más épica de las batallas entre los murcianos por recoger los juguetes.

El ingenio no faltó. Padres con cestas atadas a palos intentaban ponérselo fácil a los sardineros, mientras los hachoneros marcaban la distancia con las antorchas. Los flamencos o los osos fueron los peluches predilectos en las carrozas. Empezó el grupo Palas Atenea, continuado de Ceres, Júpiter y Centauro; en total, 23 carrozas llenaron el recorrido de dos millones de juguetes que terminaron por lanzarse a un público entregado y agradecido.

Todo quedó pendiente de la plaza Martínez Tornel, donde el catafalco esperaba la llama sagrada de las Diosas del Olimpo para arder ante la atenta mirada de los sardineros. Mientras, muchos niños y padres regresaban a casa con bolsas incluso más grandes que sus hijos, pero con la experiencia de haber vivido una noche única.