Entierro de la Sardina

Bestias, regalos y un adiós que sabe a bienvenida

El Desfile del Entierro de la Sardina pone la guinda a las fiestas y saluda a la primavera

Las 23 carrozas repartieron entre los miles de murcianos congregados en las calles 2,5 millones de juguetes 

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Las Fiestas de Primavera son una respuesta a la Semana Santa. Así nacieron -al menos, su germen- hace ya 173 años. Fue un grupo de estudiantes el que, de alguna manera, se propuso reivindicar la alegría y la libertad tras el ayuno y la abstinencia características de la cuaresma. Y para ello, se vistieron con capuchones negros, se armaron con utensilios de cocina y recorrieron en procesión las calles de Murcia -desde la Plaza de San Antolín hasta el Casino- llevando a hombros un féretro con una sardina, símbolo de la prohibición de la carne durante aquellos días previos de sobria devoción católica y, con su quema, del levantamiento del ‘veto’ eclesiástico. 

Aquel, por supuesto, fue el primer Desfile y Entierro de la Sardina, el que hoy es (y ayer fue) el punto álgido y culmen de unas fiestas que este sábado se despidieron de los vecinos de la capital del Segura hasta el año que viene. Aunque, eso sí, lo hicieron por todo lo alto: con música, danza, espectáculos circenses, regalos para la interminable masa de público que acompañó a los festeros en cada calle del recorrido y una explosión de color de tintes carnavalescos que recordó y recuerda cada año a los murcianos que, tras el invierno, llega el momento de salir a la calle y disfrutar de este rincón del Mediterráneo cuya luz se hace más presente y brillante en esta época del año. Y los encargados de insistir en esa idea -y de reivindicar el desenfreno tras los días de recogimiento que nos preceden- fueron anoche, de nuevo, los dioses griegos y demás personajillos del Olimpo y la mitología clásica (mucho más dados a la celebración que el de la Iglesia Católica). 

La quema de la Sardina, a vista de dron

Ayto. Murcia

Momo, Eros, Ceres, Baco, Apolo… Todos ellos, representados en cada uno de los veintitrés grupos festeros, desfilaron cruzaron anoche la ciudad en el último pasacalles antes de que Murcia vuelva este lunes a la normalidad. También lo hicieron por la mañana -por el casco antiguo, más concretamente, en el Desfile de Doña Sardina-, pero aquello solo fue un aperitivo, un calentamiento. Lo que ocurrió desde última hora de la tarde de este sábado no fue solo la gran traca final, sino la razón de ser del programa presentado este año por la Agrupación Sardinera, el motivo por el cual, gracias a aquellos decimonónicos estudiantes -como recordábamos al principio de esta crónica- se celebra la llegada de la primavera en Murcia. 

Y sus más de cuatrocientos herederos o sardineros -a los que hay que sumar a los fieles hachoneros y demás invitados- demostraron ser más que conscientes de la importancia de esta ‘última’ jornada de fiestas; tanto como para cargar en sus bolsones con 2,5 millones de juguetes con los que alegrar a pequeños y mayores. Porque: a) Al llegar a Díez de Revenga, poco quedaba que rascar ya en el interior de las carrozas, y b) Si alguien se piensa que una pelota solo alegra a un niño durante el Entierro está muy equivocado…

La avería de un tractor en el barrio del Infante interrumpió la marcha durante algunos minutos

Un breve parón

Como viene siendo habitual, el Desfile del Entierro de la Sardina 2024 arrancó en el barrio del Infante y bajó por Floridablanca hasta cruzar el río por el Puente Viejo y encarar la Gran Vía hasta la Circular (para después continuar por Primo de Rivera hasta Díez de Revenga). Por supuesto, fue en la gran arteria comercial de la ciudad donde el espíritu de los festeros llevó al éxtasis colectivo, entre flashes y cámaras, pero la ciudad volvió a responder a uno y otro lado del Segura, para gozo del abogado Pablo Ruiz Palacios, nuevo presidente de la Agrupación. Por cierto, el grupo que él dirige, Centauro, fue el que lideró el exultante comboy sardinero, seguido por Baco, Hércules, Ulises...

Los aficionados al Entierro de la Sardina tratan de atrapar alguno de los obsequios que lanzan los sardineros.

Los aficionados al Entierro de la Sardina tratan de atrapar alguno de los obsequios que lanzan los sardineros. / Israel Sánchez

Sin embargo, las carrozas solo fueron una pequeña parte del espectáculo. Medio centenar de formaciones invitadas -entre comparsas y bandas procedentes de diversos puntos del país, e incluso artistas como el cantante cartgenero Diego Martín- abrieron el desfile con propuestas para todos los gustos (aunque con especial atención a los más jóvenes). Por allí aparecieron los cabezudos de Brotóns, personajes de Disney, La Pandilla de Drilo, Los Gabytos (en homenaje a Los Payasos de la Tele), el espectacular Sindicato de Monstruos de Luminolife, los habitantes del Inframundo de la compañía Morboria y, por supuesto, el conocido como ‘Dragón de Conte’, del popular carrocista y pintor murciano Antonio González Conte. Aunque quizá la bestia más sorprendente de esta edición del Desfile del Entierro de la Sardina fue el enorme gorila que trajo desde Niza (Francia) la compañía Planète Vapeur, una espectacular máquina de grandes dimensiones que centró el objetivo de los móviles de los espectadores.

Aunque no todo fueron alabanzas por parte del público. El desfile arrancó con retraso -esto es casi una tradición-, pero además sufrió una interrupción de varios minutos cuando precisamente la Carroza de la Sardina y los Hachoneros se quedó parada en la Avenida San Juan de la Cruz por culpa de un problema eléctrico en el tractor que tiraba de ella. Eso, por supuesto, desató el nerviosismo y la rumorología a lo largo del recorrido mientras los niños tomaban la calzada en el tramo afectado por la partición del cortejo. En cualquier caso, y por suerte, pronto todo volvió a la normalidad. Quizá solo hay un detalle adicional que parece reseñable: no fueron pocos los que afearon a la organización el exceso de publicidad.

De camino a la quema

De todas formas, el desfile no fue el final de esta exigente jornada de sábado. Quedaba representar el más simbólico de los actos de estas Fiestas de Primavera: la quema del (polémico) catafalco de la sardina, obra del artista ceheginero Nicolás de Maya. La incineración de la imagen, ya bien entrada la madrugada en la Plaza de Martínez Tornel, supondría, entre música y un gran espectáculo de fuegos artificiales, el fin de los festejos; al menos, de los oficiales. Porque seguro que para muchos la noche fue más larga de lo que marcaba el programa oficial, y porque hoy todavía se abrirán las barracas repartidas por toda la ciudad. Porque las fiestas acaban, pero la primavera en Murcia acaba de empezar.