El deporte, en primera persona | Ulises Illán Frutos Maestro

"Los clubes de accionariado popular cuidan el romanticismo del fútbol y a las comunidades"

El profesor murciano y presidente de la Fundación CAP Ciudad de Murcia está a punto de sacar la segunda edición de ‘Gol en el descuento’, un libro que recoge historias de un fútbol puro y alejado del mercantilismo

Ulises Illán Frutos fue uno de los aficionados que crearon el CAPCiudad de Murcia,

Ulises Illán Frutos fue uno de los aficionados que crearon el CAPCiudad de Murcia, / LA OPINIÓN

Dioni García

Dioni García

Ulises Illán Frutos (Murcia, 1 de agosto de 1986) fue uno de los aficionados que crearon el CAPCiudad de Murcia, un club de accionariado popular donde todos los socios son los propietarios. Está a punto de sacar la segunda edición del libro ‘Gol en el descuento’, donde recoge doce historias de entidades alejadas del mercantilismo y de las sociedades anónimas que han inundado el deporte del balompié.

 ¿De dónde nace tu vinculación con el fútbol?

Empecé como aficionado del Ciudad de Murcia, pero desde pequeño iba a ver a ElPozo y al CB Murcia, y acabé dentro de la Federación de Peñas del Ciudad. Cuando desapareció el club formamos el CAP Ciudad de Murcia y pasé a ser vicepresidente en 2010. Después fui secretario y presidente de la Fundación, cargo que ostento aún. Este año me he dejado la directiva para darle más democracia al club.

¿Has jugado al fútbol?

No, a nivel federado nunca, pero he mamado el fútbol como aficionado.

¿Qué te llevó a escribir el libro?

Para justificar hacia mí el esfuerzo de tantos años en la directiva de un club de accionariado popular por amor al arte, y también por justicia porque hay muchas historias bonitas, clubes que merecen ser conocidos.

Porque escribes de clubes diferentes a lo que hoy en día tenemos en España.

El más famoso es el Unión Berlín, que jugó hace poco con el Real Madrid, y de España está el Unionistas Salamanca, que es el que está a la vanguardia de los clubes populares y lo ha hecho muy bien en Copa del Rey. Y luego hay clubes más pequeños como uno polaco y otro de Marsella que trabajan en los barrios desfavorecidos la inclusión a través del fútbol, que lo utilizan como herramienta de cambio.

Es que el deporte se debe utilizar como integración.

Así es. Uno de los proyectos que hemos trabajado en el CAP Ciudad de Murcia fue con la Fundación Cepaim, donde promovimos la inclusión sociolaboral y conseguimos que chicos que llegaron como refugiados tuvieran sus papeles, además de conseguir trabajo para cerca de cuarenta de ellos. Y eso lo hemos hecho a través del fútbol. Aparte de eso, cuando llegas a un país nuevo y no conoces ni siquiera el idioma, el fútbol es lo que te une.

¿Este tipo de clubes están vinculados a una ideología de izquierdas?

No todos. Hay un club que está vinculado a la izquierda que es el Sant Paulí, que en el libro no está, pero el Unión Berlín, por ejemplo, es totalmente apolítico. Pero sí es cierto que siempre hablamos de la política desde un punto de vista partidista, que para mí es un poco infantil. Al final todo es política, pero, por ejemplo, si estás en el liberalismo o el capitalismo, la lógica mercantil es que los clubes sean privados y cambian los escudos, como ha ocurrido con el Atlético de Madrid o el Rayo Vallecano, y se van alejando de las comunidades. La izquierda, no toda, es más comunitaria y prima menos el todo vale por la empresa. Por ejemplo, el Unión Berlín trabaja muy bien la comunidad, pero no es un club de izquierdas, pero también es que hay muchas derechas, como la franquista o la ultraliberal que aboga por privatizarlo todo.

¿En qué se diferencia un club de accionariado popular de los que tenemos actualmente?

El fútbol popular son todos los clubes que no son sociedades anónimas deportivas. El Yeclano, por ejemplo, es un club de fútbol popular, pero lo que no hacen esos equipos en general, es decir que son de accionariado popular. Pero en la misma situación están los clubes de base. Y después tenemos las sociedades anónimas, que son empresas más opacas, donde al final no te enteras que deben dinero porque hay una opacidad increíble.

¿En vuestro club todos los socios saben las cuentas?

Se presentan una vez al año. Las conocen la junta directiva y los grupos de trabajo, pero esto no es nuevo, aunque sí se le ha dado ese matiz por darle un aire más romántico y porque necesitas crear cosas, pero esto es muy viejo, es el fútbol de toda la vida. Los clubes de socios existieron hasta que se crearon las sociedades anónimas deportivas y obligaron a los de Primera y Segunda a convertirse.

El Unión Berlín sí puede competir en la Bundesliga, pero el Ciudad de Murcia no podría hacerlo en España.

No puedes porque en España tienes que ser una empresa. En Alemania tienen la particularidad de que es un sistema mixto. También hay clubes que son empresas, pero tienen la obligación de que el 51% de las acciones, como mínimo, tiene que estar en manos de los socios. El Unión Berlín tiene casi el 90% de capital de los socios. ¿Qué consiguen con eso? Que no te hagan tropelías con las cuentas, porque son visibles y se ven, y que no te van a cambiar los colores ni el escudo.

Vuestro germen está en un club que era totalmente opaco, el Ciudad de Murcia de Quique Pina.

De dos, porque también nuestro origen está en el Atlético Ciudad de Evedasto Lifante, clubes totalmente contrarios a lo que tenemos ahora. Muchos clubes de España vienen de lo mismo, como el Ourense y el Xerez. Al final, cuando te viene la miseria es cuando llegan las revoluciones, como siempre ha pasado. Y en esos momentos críticos es cuando las aficiones de estos equipos hemos creado clubes de socios.

¿Tienen futuro estos clubes?

Si Unionistas Salamanca llegara a ascender a Segunda División, ellos no van a hacer ninguna reconversión, de hecho lo tienen recogido en los estatutos. Te dan una prórroga de un año para competir sin ser SAD y ese espacio de tiempo podría servir para cambiar la ley. Estos clubes tienen futuro, aunque quizás no en el fútbol profesional porque en España generan deudas, son opacos, tienen detrás fondos de inversión, digamos que no son éticas justas. Ahora se está metiendo mucha mano a eso, pero al final la diferencia entre un club popular y uno mercantil es poca porque tienen lo mismo, pero en uno popular no puedes hacer trampas ni generar deuda, por lo que no puedes competir en las mismas condiciones.

¿Cuánto tiempo te llevó recopilar las historias del libro?

Empecé fuerte en la pandemia, porque tenía mucho tiempo libre y después me tiré un año perfilando, viajando y cambiando algún capítulo.

¿Has visitado a todos los clubes?

A casi todos y ahí fue donde vi su realidad. Hay un club de Chipre que simplemente podría haber hablado del equipo, pero al ir allí comprobé que esa isla está dividida en dos y que Turquía tiene invadida una tercera parte. El libro habla poco de fútbol, aquí no se habla de táctica, se habla mucho de los sitios, del club, de la comunidad, de romantizar un poco más lo que hay alrededor del fútbol.

¿Sigue existiendo el romanticismo en el fútbol?

Sí, de hecho es lo que cuida el fútbol popular, se cuida al aficionado y a la comunidad. Los días de partido siempre se suele hacer algo social para todos los socios. Y es lo bonito. Por ejemplo, el Unión Berlín hace cosas muy románticas. Todas las navidades, por ejemplo, llena el estadio de gente para cantar villancicos, que aquí lo podemos ver absurdo. Aquí en España somos clientes del fútbol, vamos, pagamos una entrada y ya está. Pero en el libro recojo una anécdota del Unión Berlín. Cuando el club empezó a subir de categoría, le retransmitieron un partido por SkySport y la afición rival llegó tarde al partido porque se había quedado retenida en la autovía por un accidente. El club decidió parar el partido pese a que desde SkySport y la Bundesliga 2 le instaban a jugar. Salió el speaker al campo, dijo que el fútbol es de las aficiones y no de las televisiones, y todos los aficionados se fueron sin rechistar a esperar a los seguidores rivales, a los que aplaudieron al llegar. Aquí en España es impensable que un speaker salga y diga que desalojen el estadio porque la afición rival no ha llegado. Al final tenemos un poco lo que nos merecemos.

También encuentro mucho odio en el fútbol, sobre todo en las redes sociales.

Mucha gente se escuda en la grada, entre la multitud, para proferir insultos racistas y homófobos o insultar al árbitro. Pero todo eso lo tienen que perseguir los propios clubes, no la policía o las leyes, eso no sirve de nada. Las federaciones multan a los clubes y no pasa nada, tienen que ser los clubes y sus aficionados persigan eso porque al final se te acaba metiendo gente para generar violencia. El movimiento ultra, que en España es solo violencia, no es así en otros países. Hay grupos ultra en Dinamarca y Alemania de miles de personas donde los conatos de violencia son prácticamente nulos. Y cuando los tienen es porque han venido a pegarles, no son radicales. Lo que pasa es que a las directivas de los clubes o empresas que no hacen nada les da igual. Al final, si tienes un impresentable de presidente, ¿qué vas a hacer?

¿Qué historia te llamó más la atención cuando la conociste y has llevado al libro?

Hay historias muy chulas, como el PAC Omonia de Nicosia, que tiene un grupo ultra que no es violento, o los aficionados del FC United, que abandonaron a su club en un momento puntual para crear el suyo propio. Por ejemplo, ellos tienen un estandarte con la leyenda ‘encuentra a los propietarios’ con muchas flechas. Y para mí tiene mucho significado porque parece una tontería, pero al final no todo el mundo puede poseer muchas cosas. Cuando algo es tuyo te hace más responsable con la violencia y los insultos. También están muy bien los capítulos de Estados Unidos, del Detroit City, porque el fútbol americano es diferente al nuestro, son franquicias y no hay ascensos ni descensos. Se trata de un club que está en una categoría baja que rechaza estar arriba. Le han llegado ofertas de magnates para comprarlo, pero las han desestimado. Ellos tienen siempre su campo lleno con 6.000 espectadores, es un club comunitario, que trabaja mucho lo social, y tiene muchos proyectos sociales y de apoyo. Y la del Bronx United, que tiene un convenio con el City, y trabaja con más de mil niños con chavales de un barrio donde hay drogas y armas.

¿Y tienes en mente escribir otro libro?

Cuando lo escribí dije aquí me planto, pero se han vendido casi mil ejemplares, me está llegando feedback del libro y te da un subidón porque a la gente le ha gustado. Cuando mi hijo crezca y me saque la oposición, quizás sí que me anime porque hay historias muy bonitas que no he podido recoger en el libro.