Entrevista | Óscar Martínez Escritor y profesor

"Vivimos una epidemia de la atención"

El autor albaceteño visita esta tarde la Biblioteca Regional de Murcia para hablar de su ensayo ‘El eco pintado’

Óscar Martínez, autor de 'El eco pintado'.

Óscar Martínez, autor de 'El eco pintado'. / EFE

Joan Carles Martí

El profesor Óscar Martínez (Almansa, 1977) sostiene que cada obra de arte es un pasaporte hacia el prodigio. Desde una observación paciente algunos cuadros contienen y reproducen otras imágenes. Sobre eso gira El eco pintado (2023), sobre la intención de su autor de insistir que algunas creaciones de hace siglos conectan todavía con nuestro interés. Un ensayo sobre metapintura sobre el que charlará esta tarde, a partir de las 19.30 horas, en la Biblioteca Regional de Murcia.

¿Si las pinturas tienen eco es porque hablan?

Nos habla el artista que las hizo a través de ellas.

Las clasifica en cuatro categorías: pictóricas, papel/textil, cuadros y espejos.

Tengo una relación muy persona con el papel, porque mi formación es de grabador. Me he dedicado al papel y la fotografía, y me encantan los mapas. Pero estoy contento de haber introducido los textiles, y por no quedarme en la metapintura pictórica, cuadros dentro de cuadros, y los espejos.

¿Esos cuatro bloques explican que no se refiera a obras más mediáticas?

Al meter el textil y la obra sobre papel aparecen obras que no son tan obvias.

La selección de los cuadros es personal, y se disculpa que no esté Las meninas.

Pero está.

¿Esta selección hubiera sido posible sin el éxito de Umbrales?

El eco pintado es el heredero de Umbrales. La selección de Umbrales era muy básica y ahora he tratado de ser más ambicioso.

Cuenta que El eco pintado nació una mañana del 11 de diciembre de 2021 durante una visita más al Museo del Prado.

Delante del San Miguel del Maestro de Zafra, un cuadro que había visto varias veces, que no está entre los cincuenta más conocidos del Prado al ser anónimo. Ahí está el arcángel en un reflejo del escudo, y me di cuenta de que existen elementos metapictóricos no tan conocidos más allá del espejo de Las meninas y El matrimoni Arnolfini.

Se detiene más en obras clásicas que en contemporáneas.

Umbrales era muy clásico y me apetecía algo más contemporáneo, pero sin pensar en una historia del arte canónica, porque no hay nada de pintura medieval.

¿Son obras de artistas que admira?

De alguna forma, sí. Obras que me impactan y me gustan. Se me ocurre que una de las Verónicas de Zurbarán podía haber sido el primer selfi de la historia y me pongo a buscar ‘Verónicas’.

Da clases a una generación que usa el dedo para pasar muchas imágenes por minuto. ¿Cómo les explica la paciencia de la contemplación?

Es complicado. Vivimos una epidemia de la atención, pero en mis clases consigo captar la atención. Igual que necesitamos salir al campo, los cerebros de esos jóvenes adultos agradecen un momento de atención. Creo mucho en la emoción y en la pasión como herramienta docente.

¿Esa crisis de atención afecta a los artistas clásicos?

Hablo de videojuegos en mis clases, que si algo va a pasar a la historia del arte van a ser esos entornos visuales y su generación de escenarios y de mundos. Igual que el cine a principios del siglo XX. En la historia de las imágenes todo está relacionado.

Hemos visto a chavales haciéndose virales posando para selfis en la entrada de Auschwitz como si fuera una discoteca.

He estado en Auschwitz con un grupo de chavales y algunos estaban llorando, pero recuerdo ver a dos haciendo el tonto. De esa gente ha habido siempre. El mundo de los móviles abre unas posibilidades positivas y negativas muy fuertes que estamos gestionando.

¿Ese es el propósito de El eco pintado?

He intentado hacer ver que las buenas obras de arte todavía nos interpelan seiscientos años después. El tema de la metapintura puede ser muy atractivo para los jóvenes.

Imagine que le toca un premio de llevarse un cuadro del Prado a su casa.

Si me toca un premio me puedo llevar un cuadro muy grande… El Descendimiento, de Rogier van der Weyden. Me fascinan sus colores, el brillo, la potencia, la presencia, la monumentalidad de las figuras... Me gustaría siempre tenerlo cerca.