Escultura

Antonio Palao Marco: entusiasta de Salzillo, de Yecla a Zaragoza

El escultor yeclano afincado en Zaragoza destacó por su maestría en la realización de imágenes religiosas que a menudo han sido comparadas con las del maestro murciano.

Retrato de Antonio Palao Marco, pintado por su hijo Luis en 1885 que se conserva en la Casa Municipal de Cultura de Yecla.

Retrato de Antonio Palao Marco, pintado por su hijo Luis en 1885 que se conserva en la Casa Municipal de Cultura de Yecla. / L. O.

Wifredo Rincón García

Coincidiendo con la celebración del bicentenario del nacimiento de Antonio Palao en este año 2024, será publicada una nueva monografía sobre su vida y su obra, cuya autoría corresponde al autor de este artículo. También está previsto celebrar en el mes de octubre de este mismo año una exposición sobre el artista que tendrá como marco la Casa Municipal de Cultura de Yecla.

Aunque nacido en Yecla el 19 de febrero de 1824, la mayor parte de su vida trascurrió en Zaragoza, ciudad a la que llegó tras su nombramiento por real orden de Isabel II el 14 de abril de 1851 como catedrático de escultura de la nueva Escuela de Bellas Artes de Zaragoza, creada tras la reforma de la Academia de Bellas Artes en 1849.

Su formación artística había tenido lugar en las aulas de las Reales Academias de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y de San Fernando en Madrid y debemos mencionar que en 1848 recibió la medalla de oro en el concurso del Liceo artístico y literario de Madrid por un relieve de Jesús perdonando a la mujer adúltera, que fue adquirido por la reina Isabel II.

Retrato de Antonio Palao Marco, pintado por su hijo Luis en 1885 que se conserva en la Casa Municipal de Cultura de Yecla.

Retrato de Antonio Palao Marco, pintado por su hijo Luis en 1885 que se conserva en la Casa Municipal de Cultura de Yecla. / L. O.

En 1852, un año después de su llegada a Zaragoza, contrajo matrimonio con María Concepción Ortubia, con la que tuvo doce hijos. De ellos, debemos mencionar a Carlos, quien también se dedicó a la escultura, y a Luis, que fue un destacado pintor e ilustrador.

En Zaragoza, ciudad en la que residió hasta su muerte (el 15 de octubre de 1886, cuando contaba sesenta y dos años), estuvo vinculado a la Escuela de Bellas Artes, de la que desde 1866 fue director, y a la Real Academia de Bellas Artes de San Luis, de la que fue miembro. También integró desde 1860 la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Zaragoza.

Obra

Zaragoza conserva la mayor parte de la obra escultórica realizada por Palao, de la que destacamos, dentro de la obra civil, el monumento al prohombre aragonés Ramón Pignatelli para el que se inspiró en el retrato realizado por Goya hacia 1790-1791, que entonces se encontraba en Zaragoza. Fue inaugurado en la Glorieta (actual plaza de Aragón) el 24 de junio de 1859 y hoy se encuentra en el parque de su nombre.

Lamentablemente, a mediados del siglo XX fue destruida la decoración de la fachada del antiguo edificio de la Diputación Provincial de Zaragoza realizada por Palao entre 1854 y 1858, aunque se conserva en el vestíbulo del actual edificio la serie de medallones con los reyes de Aragón labrada por él para el patio de Reyes.

De la obra religiosa hay que destacar la labor desarrollada en el templo de Nuestra Señora del Pilar para el que le fueron encargadas distintas imágenes para las capillas de San Joaquín (c. 1853-1854), Santiago (1857-1858), Santa Ana (1862) y San Pedro Arbués (1873), además de dos escudos en las capillas de San Antonio y San Lorenzo y otros elementos decorativos en el remate del trascoro.

Nuestra Señora de la Piedad (1871), en Zaragoza.

Nuestra Señora de la Piedad (1871), en Zaragoza. / L.O.

También hay que señalar que durante casi dos décadas fue el escultor de la Hermandad de la Sangre de Cristo, encargada secularmente de la Semana Santa de Zaragoza y de la organización de la procesión del Santo Entierro en la tarde-noche del Viernes Santo. Para ella le fueron encargados cuatro pasos: el de Nuestra Señora de los Dolores y la Cama para el traslado procesional del Santo Cristo de la Cama en 1855; el de la Entrada de Jesús en Jerusalén (1863) -destruido por un atentado el 9 de abril de 1935- y la Piedad (1870-1871), posiblemente su obra más importante y conocida para la que se inspiró en las imágenes de Nuestra Señora de las Angustias de Salzillo, como la que se encuentra actualmente en la iglesia de la Purísima de Yecla, que conoció desde niño.

De otras obras religiosas en la ciudad de Zaragoza recordamos las imágenes de San Joaquín con la Virgen niña (1854) de la iglesia de San Gil Abad y la de San Pablo, en piedra, para la portada principal (1857) de su iglesia parroquial además de su intervención en la nueva iglesia del Real Hospicio de Nuestra Señora de la Misericordia para la que entre 1864 y 1866 realizó un relieve con la Virgen de la Misericordia, en el tímpano de la puerta exterior y una imagen de la Caridad, para el remate de la fachada, desaparecida, al igual que lo está toda la escultura del retablo mayor de la iglesia, con un grupo central de la Virgen de la Misericordia, coronada por ángeles y rodeada de los niños que encontraban acomodo y educación en la Institución.

Fuera de Zaragoza debemos mencionar el monumento en bronce a Juan Sebastián Elcano, realizado en 1860-1861 para Guetaria (Guipúzcoa), su villa natal; las imágenes de San Pedro y San Pablo (c.1854) de la capilla del Santo Cristo atado a la columna en la parroquial de Mallén (Zaragoza) y la procesional, de vestir, de Jesús camino del calvario, en la parroquial de Ojos Negros (Teruel), firmada y fechada en 1858.

Retablo Mayor de la Catedral de Murcia.

Retablo Mayor de la Catedral de Murcia. / L. O.

Retablo mayor de la catedral de Murcia

Hemos dejado para el final la obra llevada a cabo entre 1867 y 1868 para el retablo del altar mayor de la catedral de Murcia. Tras el incendio sucedido en el templo en la noche del 3 de febrero de 1854, que destruyó el retablo del altar mayor, el coro y el órgano, fueron iniciados los trabajos de recuperación arquitectónica de lo siniestrado, colocándose pronto una sillería coral procedente del monasterio de Santa María de Valdeiglesias en la provincia de Madrid. Sin embargo, la obra del nuevo retablo del altar mayor se dilató durante varios años, hasta 1862, cuando fue convocado un concurso a nivel nacional para su construcción. La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid fue la encargada de elegir el mejor de los doce proyectos presentados, del que era autor el pintor zaragozano Mariano Pescador y Escarate, compañero de Antonio Palao como profesor en la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza.

Aunque Palao presentó un presupuesto para su construcción, esta fue contratada el 30 de noviembre de 1864 con el carpintero Pedro Martínez Sureda, los tallistas José Moreno Valdés y Faustino García y los escultores Eusebio Joaquín y Leoncio Baglietto, comenzándose pronto con los trabajos.

La parte arquitectónica del retablo resultó satisfactoria, pero por lo que corresponde a la escultura no lo era tanto, por lo que le fue encargado un informe al pintor Luis Ruipérez que realizó en abril de 1866 y que fue muy negativo. Por este motivo se rompió el contrato con los hermanos Baglietto encargándose a Palao llevar a cabo la escultura pendiente de labrar y reformar, dentro de lo que fuera posible, las imágenes concluidas o en proceso de talla que le fueron enviadas a Zaragoza. A lo largo de los años 1867 y 1868, Palao trabajó en estas imágenes, entre las que destacan en el centro del mismo el grupo de Nuestra Señora de la Paz, titular de la Catedral.

Pintado por Mariano Pescador, fue inaugurado el 8 de septiembre de 1868.