Entrevista | Pepe Galera y Rocío Bernal Codirector y autora de ‘Cría cuerdos’

"El teatro nos recuerda lo miserables y sublimes que podemos ser"

La compañía murciana Deconné estrena mañana en el Teatro Circo de Murcia su última producción, una nueva y profunda reflexión sobre lo que somos; o, mejor dicho, sobre lo que hemos dejado de ser

Pepe Galera y Rocío Bernal, director y autora y protagonista de ‘Cría cuerdos’.

Pepe Galera y Rocío Bernal, director y autora y protagonista de ‘Cría cuerdos’. / Juan Carlos Caval

Asier Ganuza

Asier Ganuza

En esencia, el empeño de Pepe Galera y Rocío Bernal es que el ser humano sea cada vez más humano. Y no, no es una redundancia. O así lo creen ellos. Confían plenamente en la capacidad del hombre (y la mujer) para intervenir la realidad, para cambiar aquello que hace de este un mundo hostil, pero para eso necesitamos recuperar nuestra ‘humanidad’, esa que hemos perdido por sobreexposición a una realidad disparatada; mucho más, incluso, que las que ofrecen sus propuestas escénicas (por distópicas que parezcan). Pero es que el único remedio que ellos pueden ofrecer está ahí, sobre el escenario. Creen firmemente que el teatro es el mejor lugar para reencontrarnos, solo hay que saber activar las palancas adecuadas. Y eso es, por supuesto, lo que intentarán hacer mañana en el estreno en el TCM de su tercera y última producción como Cía. Deconné, Cría cuerdos. Él, codirector junto a Javier Mateo, y ella, autora y una de los cuatro protagonistas, nos lo cuentan.

Tercera producción ya para Deconné en tres años. Supongo que satisfechos con cómo marchan las cosas, ¿no? Porque no es fácil salir adelante en este mundillo y, menos, hacerlo con la solvencia –y el reconocimiento– que lo están haciendo ustedes.

Pepe Galera: Muy satisfechos; ya el simple hecho de seguir… es una victoria. Pero cada paso dado nos invita a mirar alrededor, a meditar con cuidado cómo va a ser el siguiente.

Rocío Bernal: Aunque pueda parecerlo, esto no tiene nada que ver con una insatisfacción patológica [Risas], es simplemente que somos conscientes de que el camino es largo y de que tenemos mucho por crecer como empresa y todo por descubrir artísticamente.

Pero siempre con una idea muy clara –y crítica– de lo que debe ser el teatro de Deconné; idea que no solo no se ha ido quedando por el camino en este tiempo, sino que refuerzan en cada uno de esos pasos que dan. Para el que no lo sepa todavía: ¿cuál es la ‘perspectiva’ de esta compañía?

R. B.: Hoy por hoy el teatro que soñamos y que intentamos crear es una realidad que no se representa de modo cotidiano, pero que de alguna manera sirve para, efectivamente, vernos desde otra ‘perspectiva’. Creemos que la escena es ese espacio capaz de darle al ser humano esa dimensión real que tiene pero que no puede desarrollar en el día a día, esa belleza y humanidad que permanece oculta. En definitiva, que el teatral es un acto de encuentro del ser humano consigo mismo para recordarnos lo miserables y sublimes que podemos ser… y, a partir, de ahí que cada uno elija. 

Esa estabilidad, ese reconocimiento y esa entereza de la que hablamos es mucho más fácil de conseguir cuando todos los tripulantes reman a una, y Deconné se ha convertido ya en una pequeña familia, ¿no?, con rostros que llevamos viendo, no solo en tareas de producción, sino también interpretativas, desde La perspectiva del suricato, su primera obra.  

P. G.: Totalmente. Con los actores de Cría cuerdos compartimos un lenguaje escénico común. Esto facilita mucho las cosas a la hora de crear e ir más allá en el trabajo. Además, somos plenamente conscientes de la importancia del equipo; de hecho, sentimos que somos muy afortunados de que Mª Jesús Baeza, Javier Ruano y Susi Espín sigan con nosotros. Su calidad profesional, capacidad de trabajo e implicación no son fáciles de encontrar.

R. B.: Es que no solo aportan a la obra gran calidad interpretativa, sino que, además, en esta marea que a veces es el proceso de creación, nos sostienen. Cuando todo parece que tiembla, ellos te hacen sentir en casa. 

¿Y qué me dicen de Cría cuerdos? Porque a eso vamos, a su nueva producción, que estrenan el jueves en el Teatro Circo.

P. G.:Pues que, en este sentido, una vez más nos hemos rodeado de grandes profesionales, y que al igual que el elenco actoral, el resto del equipo también se ha volcado con nosotros. Javier Mateo se ha unido al proyecto, sumando su gran conocimiento de la dirección escénica, y como encargada del vestuario tenemos a María Alemán, mientras que el diseño de iluminación y la escenografía son responsabilidad de Jesús Palazón, que junto a Javier Almela –que se ha ocupado del espacio sonora– ha logrado llevar esta pieza a otros lugares. En general, todos han contribuido en el crecimiento exponencial que ha tenido este proyecto. Este es uno de los factores principales que hace que consideremos que con Cría cuerdos hemos dado un paso hacia delante. 

Y además, con esta obra hemos tenido una experiencia distinta en nuestra relación con los colaboradores. Para Cría cuerdos hemos contado con el apoyo del IMAS, de la Fundación Hefame, del Teatro del Bosque de Móstoles, del Villa de Molina y, por supuesto, del Teatro Circo. No podemos decir obviamente que forman parte del equipo, pero la forma en la que se han implicado e interesado en el proyecto ha ido mucho más allá de lo que habíamos vivido hasta ahora. 

Hablemos ahora de la historia. Como ya hicieran en La perspectiva del suricato, han tirado de la distopía para cuestionar dinámicas del mundo ‘real’, presente. 

R. B.: Últimamente me está sucediendo que cuando me planteo situaciones que impulsen la dramaturgia cada vez me cuesta más encontrar lo ‘imposible’. De hecho, escribiendo Cría cuerdos había días en los que después de escribir una escena pensaba: «He disparatado demasiado», pero inmediatamente después me bastaba con leer tres noticias cualquiera para pensar: «Rocío, te estás quedando corta». 

Hemos normalizado esta locura de realidad que estamos viviendo, y lo hemos hecho de tal manera que cuando la vemos sobre un escenario nos parece algo exagerada, porque cogemos como distancia;esa misma distancia que no somos capaces de tomar en nuestro día a día, pero que a veces es necesaria para entender lo nos pasa. Pero, del mismo modo que La perspectiva del suricato se basaba en un hecho real que parecía imposible que lo fuera, Cría cuerdos sí que tiene mucho más de nuestro aquí y ahora de lo que me gustaría reconocer... 

Pero el desencandenante de esta historia es un hecho insólito, una distopía. ¿Así es más fácil llegar al espectador, un poco como por la puerta de atrás? Me refiero a jugando con la ficción, con hipótesis futuristas imposibles que, de manera subrepticia, nos dicen cosas sobre nuestra realidad.

R. B.: Sí. Esa «puerta de atrás» nos ayuda a lograr esa ‘distancia necesaria’ de la que te hablaba; cosa a lo que también contribuye la risa, la emoción o la sensación de extrañeza. Por eso en nuestros espectáculos nos movemos entre la comedía, lo absurdo y lo poético, porque esa perspectiva es esencial para que los seres humanos nos miremos, nos cuestionemos..., para que abramos un poquito el alma y no nos perdamos del todo.

En cualquier caso, me da la sensación de que los problemas de los cuatro protagonistas de Cría cuerdos no son muy diferentes a los que podemos tener en nuestro mundo: sí, se tienen que adaptar a que la noche se convierta en día y el día en noche, pero supongo que eso solo es el catalizador que hace aflorar las verdaderas causas de esa falta de «armonía». ¿Van por ahí los tiros?

P. G.: Sí y no. Y no sé cómo contestarte para no desvelar demasiado... Efectivamente, la inversión noche-día es solo un detonante, pero quizá no en el sentido que se espera. Te puedo decir que hay comedia, tragedia, locura…, como en nuestras vidas, vaya. Es que, si nos paramos a pensarlo un poquito, realmente en nuestro día a día vivimos al borde del caos, con la sensación de que algo puede ‘explotar’ en cualquier momento. Pero más allá de esa desorientación, del miedo, de la crispación…, ¿quiénes somos? ¿Quiénes soñábamos ser? ¿En qué nos hemos convertido para poder ‘ser’ en el caos? ¿Cómo pensamos y sentimos realmente más allá del temor constante a ser juzgados? Estas preguntas son el motor de arranque de Cría cuerdos.

Los protagonistas de esta obra deciden ingresar en un programa de readaptación a los nuevos ciclos vitales. ¿También nosotros, en este, nuestro mundo, necesitaríamos de programas de este tipo para ciertas cosas? ¿Sois optimistas con el ser humano?

R. B.: Creo que hablo por los dos si digo que, aunque suene redundante, creemos en lo poderoso que es el ser humano en su humanidad. El problema es que somos cada vez más seres que sobreviven y menos humanos. Y precisamente el problema es que estamos inmersos en una continua readaptación al entorno. Vivimos en una crueldad y un absurdo normalizado en el que andamos con la lengua fuera intentando seguir el ritmo, cuando lo lógico sería que generáramos un entorno que no le fuera hostil. ¡La realidad que vivimos es casi antinatura! Resulta cada vez más complicado ser, desarrollarnos, comunicarnos, entendernos, escucharnos… Así percibimos nosotros la realidad. Pero por encima de eso creemos que está el ser humano capaz de cambiarlo todo en cuanto le dejemos un poco de espacio. Quizá por eso hacemos lo que hacemos...

¿Y en qué ayuda el teatro?

P. G.: El teatro es el lugar donde se da espacio a esa humanidad. Puede surgir con una carcajada o con una frase con la que no estamos de acuerdo. Y habiendo humanidad somos capaces de lo mejor: todo puede surgir, todo puede pasar.

¿Con qué idea les gustaría que saliera la gente del teatro?

R. B.: Pues, parafraseando a uno de los personajes de Cría cuerdos, nos gustaría que, juntos, «despertemos, nos miremos y digamos: ‘Ya. Se acabó’».

FICHA

Fecha: Mañana, 20.00 horas.

Lugar: Teatro Circo, Murcia.

Precio: 12/15/18 euros.

undefined