Entrevista

Lluís Homar: "Vamos a romper con la idea de que el teatro clásico es teatro de antes"

El catalán dirige a la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico en una nueva adaptación de ‘La discreta enamorada’, de Lope de Vega, que defiende como muy divertida y reivindicativa –sobre todo en lo que respecta al papel de la mujer–, lo que la hace perfecta para romper las barreras que hoy puede tener el Siglo de Oro con las nuevas generaciones de aficionados al teatro 

Daniela Marrero

Lluís Homar (Barcelona, 1957) visita Murcia este sábado respaldado por su Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico para interpretar 'La discreta enamorada' en el Romea. El barcelonés interpretó al Capitán Bernardo durante las primeras funciones de este montaje, pero ahora se limita a dirigir la obra, basada en el texto original del Siglo de Oro, que envejece como el vino. El deseo sexual femenino, Lope de Vega y ese doble papel –dentro y fuera del escenario– protagonizan esta entrevista.

Interpretó al Capitán Bernardo, un personaje complejo al que se refiere como «representante del Antiguo Régimen», ¿es fiel al creado por Lope de Vega?

A mí me ha gustado plantearlo como que su persona evoluciona, de alguna forma, como les puede pasar también a los más jóvenes. El Capitán se ha labrado un prestigio, como dice: «He ganado dinero ejerciendo mi profesión», y entonces cree que tiene derecho a comprar a Fenisa. Lo que el Capitán no sabe es que, dentro de la estrategia de lo que va a utilizar Fenisa para llegar a Lucindo, está el hacer como que está dispuesta a casarse. ¿Qué hace eso? En ese juego de hacer que su coartada funcione, entra otra dimensión. Esta es que realmente, sin él poderlo sospechar, el capitán siente una fascinación por ella y su juventud. A partir de ese momento, llega la persona. De repente empieza como a enamorarse, se conecta con su parte más joven, empezarán a aparecer los celos y se volverá loco. Todas esas cosas lo que hacen es humanizarle. En ese hacerse humano, porque todo eso pasa en un tiempo relativamente corto, algo de él se ha modificado a bien. Esto es lo que la obra y lo que el propio Lope intenta. Es como yo lo interpreto y como he intentado hacerlo.

En la obra original tiene gran peso en el Capitán Bernardo el rol de padre de Lucindo. ¿Cómo es la relación padre-hijo?

Fíjate que en ese momento un padre, solo por desobediencia, tenía derecho a matar al hijo. Imagínate hasta qué punto socialmente estaba bien visto el que un padre tuviera ese derecho... Hay un momento en el que le dice: «Como sigas por ahí te echo de casa». Después es: «Te mando a Portugal», lo que significaba en ese momento ir a la guerra, «y si te mueres, mejor». O sea, constantemente es la amenaza, y cada vez va a más. Justamente un militar, con el orden tan establecido, jerárquico, que el hijo se salte eso... Pero claro, el amor es capaz de poder con todo, ¿no? Solo hay un momento en el cual aparca esto, cuando por un momento piensa que Doristeo y Finardo están retando a su hijo. Y entonces ahí lo para todo y dice: «¡Eh! dos contra uno no. Yo soy capitán, y él es mi alférez».

¿Considera que el personaje del Capitán Bernardo está de actualidad?

Bueno, la figura de la represión, por desgracia, estuvo, está y estará. Se intenta que socialmente todo esto se modifique, pero la figura del represor, del dictador, siempre acaba saliendo a la luz... Pero luego, ¿cuántos hombres matan? Por desgracia, toda la violencia de género, y la violencia en general sigue estando ahí. Se intenta socialmente luchar contra esta lacra, pero, por desgracia, el ser humano también es eso.

Dirige e interpreta, ¿cómo es estar dentro y fuera del escenario a la vez?

Es intenso. Yo hice todo el proceso de dirección; Iñigo [Arricibita] es el que estaba haciendo –y hace cuando yo no lo hago– este personaje. Y cuando está él, hace ‘su’ Capitán. Yo realmente no entré en la obra hasta las últimas tres semanas. Mi hijo me decía: «Imagínate, papá, un entrenador de fútbol que aparte de hacer su trabajo, sale y juega él también». Alternar las dos cosas realmente ha sido intenso, por eso yo, como además soy el director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, he tenido que dosificarme.

¿Cómo ha sido el proceso?

La verdad es que lo he disfrutado muchísimo. Lo hice, lo estrené, lo interpreté en toda la gira, lo hice en Madrid los primeros quince días y ahora me limito a la dirección. De momento no lo haré más.

A las audiciones acudieron mil personas, ¿cómo fue gestionar a tantos candidatos?

Todo eso siempre es mejorable porque, claro, ¿cómo atiendes a 960 personas? Es difícil, pero hemos intentado ser justos, equitativos. Los candidatos tenían que presentar dos vídeos: uno era un soneto y, el otro, un vídeo contando sobre por qué querían ser parte de la Compañía Nacional. Ahí hubo cinco personas que hicieron una primera criba;personas vinculadas, evidentemente, con una larga experiencia. Se quedaron 120, que a esos ya los vimos uno a uno. Los seleccionados tenían que representar dos escenas. Les dimos diez textos y les dedicábamos entre veinte minutos y media hora a cada uno. Quedaron veintiséis e hicimos un workshop, un taller de tres semanas de lunes a viernes trabajando con ellos que nos permitió elegir a los doce.

  • ¿Cuándo? Hoy, 20.00 horas
  • ¿Dónde? Teatro Romea, Murcia
  • ¿Precio?  15/18/20 euros

¿Esto cuando fue?

Esto fue el año 2022. Presentaron las candidaturas en febrero de 2022. En abril, mayo, fueron las audiciones presenciales, y en junio fueron las tres semanas del taller. Supieron en junio quiénes habían entrado y el doce de septiembre ya empezamos a trabajar.

Explicaba antes que han tenido en cuenta la equidad en el proceso. Los seleccionados son seis chicas y seis chicos...

No es casualidad: siempre cuando dirijo lo tengo en cuenta. Cuando hace dos años estuvimos haciendo Lo fingido verdadero había catorce actores. Se desequilibraba por el músico, pero en realidad eran siete actrices y siete actores. Aquí, por ejemplo el personaje de Finardo, que es un personaje masculino, lo hace una actriz, pero yo siempre he jugado y creo que funciona muy bien que las actrices, porque hay menos personajes femeninos, hagan personajes masculinos.

¿Cuál considera que puede ser el motivo por el que conecte el público con la trama, en este clásico del Siglo de Oro de Lope de Vega?

¡Porque es buenísima! Lope es un autor que no nos podemos imaginar... Hay siempre un gran hándicap que es el verso barroco, porque a veces tenemos la creencia, y sobre todo en gente joven, de pensar que esto es aburrido y antiguo. Hay que ir porque es una asignatura, muchas veces desde la escuela: «Venga, vamos a ver a Calderón», «Vamos a ver a Lope», etc. Con esta obra hemos roto ese molde: de repente, ver que entienden todo lo que se dice, que se sienten identificados con todo lo que pasa, que siguen la trama..., eso es fantástico. Lo más difícil en el teatro es conectar con los jóvenes; si los jóvenes realmente conectan, quiere decir que hemos hemos pasado bastantes barreras. Hay momentos que son de mearse de la risa, y al mismo tiempo hay momentos emocionantes; o sea, están todos esos ingredientes. Y luego hay una cosa, pero eso ya se ha añadido por los actores, que es la música en directo, hecha por ellos, interpretada, tocada... La energía que desprende la compañía es increíble. Hay algo que es apabullante, que de alguna forma invade el patio de butacas. Además, la presencia en el escenario de los técnicos te hacen un poco partícipe como espectador: ves cómo se hacen los cambios de escenografía, los cambios de vestuario..., asistes un poco como si estuvieras en una sala de ensayos, y al mismo tiempo estás viendo la obra. Pero lo más importante es que invita a pensar en:«Vamos a romper con la idea de que el teatro clásico es teatro de antes», y que esta obra sirve para reivindicar que el teatro clásico nos interpela, nos divierte, nos emociona...

En el texto presentación de la obra alude a que la La discreta enamorada trae «aspectos del comportamiento humano que no habían estado presentes en esos escenarios», y se refiere con esto al deseo sexual femenino. ¿Considera que esta obra de teatro está desmontando el antiguo teatro clásico por darle visibilidad?

Bueno, yo creo que nos está haciendo descubrir también que el teatro clásico incluye ese tipo de cosas. Quiero decir: que ya Lope pone a la mujer mostrando su deseo, porque también lo pone en boca del personaje de la madre, de Belisa, cuando Felisa de repente hace toda su transformación y se vuelve ‘loca’–en el mejor sentido– por Lucindo. Y además es ella, la mujer, la que da el paso, lo que es doblemente reivindicativo. En este sentido, es algo muy fuera de código.