Horizonte de sucesos

El rumor de las abejas, los insectos y lo invisible

Pedro Pujante

Han proliferado en la literatura y en el cine historias en las que se especula con la búsqueda de un libro inexistente: ya sea este el Necronomicón, un tomo imposible de Aristóteles sobre la risa o muchos otros ideados (y reseñados) por Borges o Stanislaw Lem. De Borges, precisamente, se habla de un libro titulado El rumor de los insectos por la noche, un ensayo o una traducción del Necronomicón.

Pero si es difícil inventar un libro, más complicado resulta la invención de un idioma. De esto trata, precisamente, la obra Las abejas y lo invisible, del autor austriaco Clemens J. Setz. Una pieza curiosa que entremezcla autobiografía, diario y ensayo con una fluidez encomiable. Se trata de un libro delicioso en el que su autor trata con rigor, exhaustividad y profundidad el tema de los idiomas inventados, pero lo hace de un modo desenfadado, con una prosa tan personal y con un sentido del humor tan agudo que tenemos la sensación de que no escribe sino que un amigo nos está hablando con plena confianza. El libro está dividido en varias partes. Una está dedica al esperanto, otra al volapuk, otra al nonsense y un inicio que se explaya con el bliss. Pero aquí hay mucho más. Setz plantea que el habla humana tiene algo de mágico, es una herramienta para comunicarnos. Y por eso precisamente hay idealistas que ven en la invención de un idioma la posibilidad de hermanar a todos los seres del mundo. Pero los idiomas, la palabra, también tiene su reverso, sirve para dominar y par maldecir. Y para divertirse.

Recorre este libro su narrador, contándonos anécdotas sobre su vida y sobre sus investigaciones acerca de idiomas inventados. Idiomas que se crean para cantar música rock o que surgen en reinos también inventados, reinos fraguados en la habitación de un adolescente y que se propagan por el mundo. Idiomas que son practicados por un solo hablante, alguien que cuando muere se lleva a la tumba una forma del ver el mundo. Porque los idiomas son formas de ver el mundo y la invención de idiomas no es otra cosa que la visión que tiene su inventor de la vida, de las cosas.

Desfilan por este libro personajes curiosos, seres que dedican sus existencias a la creación de idiomas. Muchas veces por mediación de la locura o por pura necesidad personal, para escribir poemas que resuenen en una voz única. Otras con fines prácticos: dar sentido a un mundo de ficción, o incluso para que todos los hombres nos podamos entender. Utópica parece la tarea de inventar lenguas. Misión que parece englobar a todos los habitantes del mundo pero que para Setz es el síntoma de una crisis existencial profunda.

Pero también es el síntoma de una creatividad extrema, como el Finnegans Wake, que se vale del inglés como trampolín para reinventarlo. Me acuerdo de Cortázar y aquel bello fragmento en glíglico, que nadie entiende y todos entendemos. Porque tiene y no tiene sentido, depende de cómo se lea. No es casual, por tanto, que uno de los episodios de este libro esté dedicado al nonsense, juegos de palabras, glosolalia, quizá el origen de nuestros idiomas, según especula el filósofo Terence McKenna.

Las abejas y lo invisible es un libro original, un ensayo imaginativo repleto de hallazgos, de historias increíbles aunque muchas veces ciertas. Es uno de esos libros que se atreven a frecuentar temas marginales, divergentes y que por eso mismo se disfrutan más. Una obra que desprende inteligencia y sensibilidad, escrita con una prosa brillante que con la excusa de los idiomas inventados nos habla de muchas otras cosas. De los hombres y de la vida.

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