Astronomía | Abraham Loeb Físico teórico

"Estoy persiguiendo una inteligencia superior en el espacio exterior"

El pasado 28 de julio, ‘El Último Peldaño’, el veterano programa de Onda Regional de Murcia, cerraba su XXXII temporada radiofónica con una entrevista al director del Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard, el doctor Abraham ‘Avi’ Loeb

Abraham 'Avi' Loeb, director del Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard

Abraham 'Avi' Loeb, director del Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard / Shawn G. Henry / Der Spiegel

Joaquín Abenza y María José Garnández

Se trata de la primera entrevista que un medio español realiza al Dr. Loeb tras su exitosa expedición oceánica, en aguas cercanas a Papúa Nueva Guinea, donde localizó los restos del meteorito interestelar IM1, que cayó al Oceano Pacífico en 2014. Loeb saltó a la fama internacional cuando, en 2017, propuso estudiar la posibilidad de que el asteroide Oumuamua, también de origen externo al sistema solar, pudiera tener naturaleza artificial y por tanto tratarse de una sonda enviada por una civilización extraterrestre.

La audacia de las propuestas de Loeb han hecho que determinados sectores de la ciencia institucional reaccionen ante sus argumentos, pero la búsqueda de posible vida inteligente en el universo no es una cuestión filosófica, no es una cuestión de creencias: es algo que, en palabras de Loeb, podemos explorar científicamente. Y eso es lo que hace con verdadera vocación científica.

Profesor Loeb, ¿estamos solos en el universo?

Es presuntuoso y arrogante por nuestra parte creer que estamos solos. Es muy probable que no solo no estemos solos, sino que otras civilizaciones nos precedieran por miles de millones de años. Eso es tiempo suficiente para que envíen una sonda que nos alcance en este momento. No es una pregunta filosófica si estamos solos o no. No es una cuestión de creencias. Es algo que podemos explorar científicamente. Todo lo que necesitamos hacer es buscar a nuestro alrededor si hay objetos físicos que puedan haber sido enviados hace mucho tiempo, es como revisar tu patio trasero: de vez en cuando ves una pelota de tenis que fue lanzada por un vecino.

Hace unos años, con la detección del asteroide Oumuamua, su nombre fue noticia a nivel internacional debido a la controversia en torno a su posible naturaleza extraterrestre. ¿Qué sabemos con certeza sobre ese tema hoy?

Fue el primer objeto interestelar reportado que venía de fuera del sistema solar, lo sabíamos porque se movía demasiado rápido para estar ligado al sol. La suposición natural fue decir «bueno, tal vez es una roca»; pero a medida que pasaba el tiempo, los datos sobre él indicaban que tenía una forma plana y fue empujado lejos del sol por alguna fuerza misteriosa. No era un cometa, no era un asteroide ni una roca. ¿Qué era y qué lo empujaba? Tres años después, se descubrió otro objeto de las mismas características y se dieron cuenta de que era un propulsor de cohete que fue lanzado por la NASA en 1966. Un objeto que sabemos que fue producido artificialmente, y se comportó como Oumuamua. ¿Quién produjo a Oumuamua? Dentro de la comunidad científica hubo mucha oposición a mi idea de que tal vez sea tecnológico, y hubo mucha oposición porque la mayoría de los astrónomos están acostumbrados a que todo lo que hay en el cielo es una roca, pero yo insisto que debemos tener una mentalidad abierta hacia nuevos conocimientos.

Acaba de realizar una expedición marina en busca de fragmentos de un misterioso meteorito llamado IM1 que se estrelló frente a la costa de Papúa Nueva Guinea en 2014. Se cree que se originó en el espacio interestelar. ¿Qué nos puede contar?

En 2014, el gobierno de Estados Unidos identificó la bola de fuego de este meteorito, que se movía demasiado rápido, y publicaron los datos que nos permitieron ver que tenía una resistencia material mayor que todas las rocas espaciales catalogadas en la última década. ¿Cuál es su composición? ¿Se benefició de alguna propulsión artificial? De nuevo: esto no es una pregunta filosófica. Fuimos allí a buscar cualquier cosa que quedara de este objeto. Organicé una expedición al océano Pacífico que costó 1,5 millones de dólares, alquilamos un barco y construimos un trineo con imanes a cada lado que arrastramos por el fondo del océano. Lo que encontramos fueron las gotas de metal que se derritieron en la superficie y cayeron hace casi 10 años, tenían un tamaño de milímetros. Las vamos a llevar a los laboratorios de la Universidad de Harvard, donde examinaremos su composición y su estructura. Planeamos hacer otra expedición el año que viene.

¿Podría haber más objetos como el IM1 que no han sido detectados?

Conocemos otro entre las Azores y Portugal, estamos planeando ir allí en una expedición futura. Estos impactos ocurren una vez por década, pero no podemos separar los meteoritos regulares que son del sistema solar de los interestelares sin saber a qué velocidad se movían antes del impacto. El único objeto del que teníamos esa información que indicaba que era interestelar fue este objeto de 2014, gracias a los sensores estadounidenses. Lo tuvimos en nuestras manos por primera vez en la historia. Nunca habíamos tenido materiales de un objeto grande que viniera de fuera del sistema solar.

¿Estamos cerca de encontrar esa evidencia de un origen artificial?

Una cosa está clara: si no buscas, no encontrarás nada. La evidencia no caerá en nuestro regazo; debemos buscarla. Es parte de la ciencia y es emocionante para el público. Creo que es notable que exista este tema, que le interesa al público y es una pregunta fundamental y puede cambiar el futuro de la humanidad, y la podemos abordar utilizando el método científico. Publiqué mi diario durante la expedición y más de dos millones de personas lo leyeron. Espero que muchos jóvenes se sientan atraídos a seguir la ciencia como resultado de ver esto.

¿Podría ser que, cuando encontremos la evidencia de su origen extraterrestre, la civilización que los lanzó ya haya desaparecido?

Definitivamente. Los cohetes que estamos enviando saldrán del sistema solar en 10.000 años. Aparecerían como un meteorito en la atmósfera de otro planeta y en mil millones de años es posible que no existamos porque el sol habrá quemado la superficie de la Tierra. Esa es la belleza de este método de encontrar objetos como si fueran paquetes en tu buzón. No necesitas que el remitente esté vivo cuando recibes uno. Es muy diferente de escuchar señales de radio, en las que necesitas que el remitente esté activo.

En su último libro, Interestelar: la búsqueda de vida extraterrestre y nuestro futuro en las estrellas, que aún no ha llegado a España, plantea preguntas sobre cómo prepararnos para una posible interacción con una civilización extraterrestre. ¿Puede darnos un adelanto?

Piensa en cómo cambió tu enfoque de la vida y tu perspectiva sobre tus metas cuando conociste a tu pareja. Para la humanidad, será mucho más importante porque en este momento nos estamos enfocando en conflictos aquí en la Tierra. Si se asignara el dinero que gastamos en presupuestos militares a la exploración espacial, podríamos destinar dos trillones de dólares al año a enviar sondas a otras estrellas.

Recientemente se ha formado un comité de expertos convocado por la NASA para investigar los OVNI. ¿Cree que esto puede ayudar a aclarar el origen de estos objetos misteriosos?

Yo inspiré este comité porque escribí el documento para el jefe de ciencia de la NASA hace dos años sugiriendo establecerlo. Pero no me incluyeron en el comité porque ya había establecido el proyecto Galileo y querían que este comité fuera independiente. Pero espero que lo sepamos en los próximos meses o años. Si el gobierno de Estados Unidos tiene datos interesantes, estaría muy interesado en analizarlos, pero por ahora no los espero, sino que estoy recopilando mis propios datos.

¿Cuál es su opinión sobre las afirmaciones del Dr. Gary Nolan de que los UAP vistos por los pilotos podrían ser aeronaves alienígenas sin tripulación?

Podría ser, pero necesitamos obtener mejores datos, porque no son convincentes en este momento, por eso establecí el observatorio que tenemos en Harvard. Creo que la mayoría de los objetos que se clasificaron como fenómenos anómalos no identificados tienen explicaciones simples, pero podría haber uno entre cien o mil que sea diferente. Y eso es, precisamente, lo que estamos buscando en el proyecto Galileo.

¿Cree que debería haber algún cambio en los enfoques que los gobiernos de todo el mundo adoptan hacia la búsqueda de civilizaciones extraterrestres?

Una de las razones por las que el tema estuvo suprimido en el pasado, y por el que no se investigó mucho al respecto, fue el estigma, la gente no se lo tomaba en serio. A través de mi investigación científica, intenté llevarlo al ámbito de la convencional y obtener datos y evidencia que nos guíen. Mi esperanza es que esto inspire a que el Gobierno, si tiene datos, los publique, y también que otros científicos se involucren. Noto un cambio, pero yo estoy haciendo lo que hago porque tiene sentido y sigo el sentido común. Espero que cada vez más personas se involucren en la investigación científica de este tema, y que podamos descubrir de qué se trata este meteorito y si en realidad es tecnológico. Eso lo cambiará todo.