Música

Samara Joy, una gran celebración en el Jazz San Javier

El viernes, el pianista Niels Lan Doky demostró su condición de referente del jazz europeo: tras la actuación de su trío, la jovencísima artista pisó fuerte las tablas para demostrar que la continuidad del género está en buenas manos

La joven cantante Samara Joy.

La joven cantante Samara Joy. / Iván Urquízar

Hay quien dice que el jazz ha muerto, que es música de viejos. De haber pasado el viernes por Jazz SanJavier, es probable que cambiase de opinión, porque el trío de Niels Lan Doky y el prodigio vocal de la jovencísima Samara Joy, reciente ganadora de un par de Grammys, firmaron una jornada brillante; para los anales del festival quedará enmarcada como el día que la vocalista Samara Joy pisó su escenario. «Yo estuve allí», recordarán con orgullo los asistentes. En el verano de 2023 pudimos escucharla en directo en Jazz SanJavier.

Encargado de abrir tan atrayante velada, el extraordinario pianista danés Niels Lan Doky ofreció una buena muestra de su excelencia musical. Repetía con su trío (junto al baterista Nicolaj Dall y el contrabajista Tobias Dall), formación a la que da prioridad: ha decidido volver a sus raíces. Sigue facturando uno de los mejores directos actualmente; un dechado de elocuencia, compenetración y personalidad. El repertorio consistió en temas originales.

Where The Ocean Meets The Shore abrió la sesión. El toque melódico de Doky dejó huella en su anterior visita, y el viernes demostró ser un referente indiscutible del jazz europeo. Es depositario de esa mezcla de tantos músicos de jazz afroamericanos prominentes atraídos por la sociedad libre y abierta de Copenhague, una mezcla desigual de lo romántico y lo rítmico, que tiende a explotar, como los fuegos artificiales, en todas direcciones.

El trío capitaneado por el pianista Niels Lan Doky.

El trío capitaneado por el pianista Niels Lan Doky. / Iván Urquízar

Lan Doky ha sabido formar un trío esplendido con Tobias Dall, joven y muy prometedor bajista, que toca con finura, y el vehementemente genial batería Nicolaj Dall, que proporciona unas buenas sacudidas, en las que la esencia del jazz y su historia se reencuentran en un swing feliz.

Hubo momentos introspectivos, como un medley que incluía paisajes escandinavos muy folk (Misty dawn), entre bellos arabescos y dulces caricias, pero también con un toque vivo y ardiente. Doky mostró una excelente técnica, pero destacó especialmente su sensibilidad romántica, con notas desgranadas sobre un piano cristalino que revela más una interioridad reflexiva, sin pose, en las piezas lentas, y una generosidad fluida, vigorosa y lírica en muchos otros títulos, traspasando la epidermis. No tiene nada que demostrar. Se centra firmemente en la melodía, exhibe una sensibilidad exacerbada y rara que recuerda a Erroll Garner y Bill Evans. Las baladas World Peace y Hope 2020 podrían funcionar en el cine o incluso como melodías de evocadoras canciones pop. De hecho, el bis fue The miracle of you, version instrumental de una cancion que compuso para una película: Between A Smile And A Tear (A Tribute To Jazzclub Montmartre In Copenhagen). Sugiriendo, más que subrayando, trenzó un discurso ifinitamente interesante, una síntesis entre la reflexión y la melancolía nórdica y el swing. ¡Okey Doky!

El futuro del jazz asegurado

No hay edad para amar el jazz. La velada del viernes demostró que la musica de Samara Joy no conoce fronteras. Gracias a ella, nuevos oídos se giran hacia el jazz, y quienes ya lo aprecian tienen ocasión de descubrir a una de sus voces más jóvenes. Tres talentosos músicos igual de jóvenes que ella (Luther Allison al piano, Mikey Migliore al bajo, y en la batería Evan Sherman) la acompañaban dejando que respirase en sus canciones.

Samara se presentó en el escenario risueña, juguetona, encantada de estar en el festival. Llegó pisando fuerte, haciendo gala de aplomo y desenvoltura y demostrando desde la primera canción (If you never fall in love with me) el poderío de su voz espectacular. Desde el primer instante sorprende con su capacidad para cambiar de tonos, de potencia, con su manera de sentir y hacernos sentir la música, sin extravagancias en su presencia escénica. Deslumbrante.

Artistas como Samara Joy son la prueba de que la sostenibilidad del jazz está asegurada

A sus veintipocos, la cantante nacida en el Bronx ha sabido atraer la atención hacia ella. En directo ilustra aún mejor lo que la hace extraordinaria: encarna el encuentro perfecto entre lo clásico y lo moderno. Esta voz tan joven se muestra madura y experimentada; olvidas que casi acaba de comenzar. En el circuito del jazz es un nombre al alza: Samara ha sido la segunda mujer receptora del Grammy al artista revelación de jazz, y tambien ha recibido el de mejor álbum de jazz vocal por su segundo disco, Linger Awhile.

Su registro no conoce limites. Su cadencia es impecable. Su voz llega con fuerza, y a la vez con una delicadeza arrebatadora. Transmite en todo momento la emoción requerida. Cuando se lanzó a interpretar No More Blues (la version en inglés de Chega de Saudade de Jobim), una soberbia bossa-nova, su voz hecha miel fue arrebatadora, y terminó con proezas vocales casi indescriptibles, alcanzando agudos y luego graves que corroboraban la amplitud de su registro vocal.

Además, Samara es una ‘entertainer.’ Interactuando a menudo con el publico, divertida y simpática. Y una romántica. Le gustan las canciones de amor, pero no se conforma con interpretar baladas, se va a lo complicado. Nostalgia, que presentó como un medley de be-bop, la cantó con una letra original suya sobre música de Fats Navarro. El tempo se mantuvo elevado para Tight, de Betty Carter, y lo mismo en Beware my heart. Esa fuerza , esa frescura , recordaba a la mejor Ella Fitzgerald, inmortalizada en aquel festival de Antibes de los años 60, pero también a Carmen McRae, a la que trajo al presente con Guess Who I Saw Today. De ellas parece haber captado instintivamente las características principales del estilo: libertad rítmica, dicción clara, ausencia de aspavientos. Su enfoque es simple, pero bellamente equilibrado, y las notas más complicadas no presentan ningún problema.

Lan Doky ha formado un trío espléndido, con técnica y una sensibilidad romántica

Samara reveló la asombrosa versatilidad y rango de su voz clara de soprano. Su ‘vocalizing’, sin llegar nunca a ser ‘scat’, deslumbró retorciendo las palabras como chicle. Para Reincarnation of a Lovebird (tributo de Charles Mingus a Charlie Parker) también escribió la letra, que, según dijo, le llevó un año por ser una melodía bella pero compleja. Asimismo, la letra de Now and then, dedicada a su mentor (el pianista, compositor y profesor Barry Harris), es de su autoría.

A propósito de la titular de Linger Awhile confesó que todavía está en shock por haberse llevado dos Grammys. Siguió San Francisco Holiday (worry later) de Monk. Un momento especial fue Guess Who I saw Today mezclada con Lately de Stevie Wonder, interpretación que provocó que el público se levantara de sus asientos para ovacionarla.

Para el final, como suele ser preceptivo, dejó un blues, Buzz me, popularizado por Louis Jordan, pero, ante la insistencia, se asomó desde una esquina antes de salir nuevamente. «Gracias, gracias, gracias... Ahora ya no me quiero ir», reconoció emocionada, antes de dar paso a Stardust, de Hoagy Carmichael, interpretada al principio sola, su voz con el piano, en un respetuoso silencio, pasmosamente emotiva.

Samara Joy se ha convertido en una estrella, y la otra noche en San Javier no fue difícil encontrar razones. Fue una celebración, Joy to the world. ¿Le damos un 10? Artistas como Samara Joy son la prueba de que la sostenibilidad del jazz está asegurada.