Festival

Rock Imperium: clásicos de ayer, de hoy... de siempre (Día 2)

Europe repetían en el festival tras su actuación del año pasado con un repertorio algo distinto y, por supuesto, se despidieron con "The Final Countdown"

La palabra leyenda se emplea con demasiada asiduidad, sin embargo, leyendas como Deep Purple hay muy pocas, o casi ninguna

H.E.A.T se metieron a la audiencia en el bolsillo en apenas unos minutos, con un espectáculo por todo lo alto hasta el final

Deep Purple ofrecieron un espectáculo digno de su leyenda

Deep Purple ofrecieron un espectáculo digno de su leyenda / Iván Urquízar

Sintonizas el 103.9 de tu dial de FM. Esto la R.R.A. de San Diego, California. Sol y brisa marina, y en la radio sonando The Big Deal… Un momento. No, esto es Cartagena y lo que estoy escuchando es la actuación de la banda serbia The Big Deal. ¿Serbios? ¿ Cartagena?... Sí, con toda fidelidad la banda balcánica nos transportó a aquellos ochenta de la costa oeste de Estados Unidos. Estupendas las voces de las dos vocalistas y reluciente su sonido entre arreglos más que solventes. Se percibe que son músicos acostumbrados a cotas mayores. Más hard melódico en la misma onda en el escenario contiguo. Chez Kane pareció ir algo detrás en ese juego, comienzo titubeante y luego despegó, con canciones como la inicial "I Just Want You" que bien podía haber sido sintonía de algún anuncio de bebidas burbujeantes hace cuarenta años. Mejor en directo que en disco, eso es un plus. Las chicas al poder. Las féminas comandaban las primeras horas de la jornada. Metalite se adueñaban del escenario Estrella de Levante pasadas las cuatro de la tarde. Su nombre no engaña, son metal, pero 'lite', o sea ligero. Y no es que no suenen sólidos, sino más bien que su front woman, Erica Ohlsson, luchando con sus monitores, intentó hacer las cosas más accesibles a pesar de la monotonía de su repertorio, teclados estilo videojuego pregrabados incluidos.

Bienvenidos a bordo, las líneas aéreas oficiales del festival están a punto de despegar. Los comandantes de la nave se llaman The Night Flight Orchestra. Lentejuelas, brillantina y el espíritu pretendidamente hortera de los setenta y primeros ochenta. Resulta fascinante pensar que la orquesta aérea fuera formada por fieros metaleros provenientes de Soilwork o Arch Enemy. Ellos se enfundan sus vestidos de luces y a ti se te acaban las penas. Con "Burn For Me" nos invitan a bailar, claro, porque es del todo bailable. Toto, E.L.O. o Elton John se asoman a la memoria. Son unos disfrutones y nos hacen disfrutar. Las azafatas del vuelo son las coristas y aportan también buen rollo. Somos felices con canciones tan fenomenalmente acabadas y tan bien defendidas en directo como “Some Light'. 

Cuando hace tres años H.E.A.T tenían que lamentar la marcha de su cantante de éxitos Erik Grönwall, sabían que sobrevivirían, y que lo harían porque su sustituto sería también su predecesor. Lejos de sembrar la duda, han seguido a lo suyo, haciendo buenas canciones estupendamente producidas, y resulta que ahora se han hecho aún más fuertes y su nuevo/antiguo cantante es uno de los responsables. Kenny Leckremo compró una gran cantidad de papeletas para convertirse en el front-man del festival. Leckremo es una mezcla imposible de Bruce Dickinson y Joey Tempest, física y vocalmente. El tipo sale a todo meter, no toma prisioneros, y no se me ocurre mejor canción para hacerlo que la frenética "Back To The Rythm". En menos de cuatro minutos ya se ha metido a la audiencia en el bolsillo. Kenny brinca, baila, se tira por los suelos, corre de izquierda a derecha, salta al foso de fotógrafos y lo hace sin perder resuello, sin fallar una sola nota. Sus compañeros dejan que él lleve las riendas, cómo no, y le escoltan escudando sin mácula y sin grietas temas como "Hollywood" o "Beg, Beg, Beg", en las que el público participa a lo grande. Pensaba que Kenny Leckremo se cansaría, pero no lo hizo y mantuvo el espectáculo en todo lo alto hasta el final.

H.E.A.T abrieron la puerta para que Europe hicieran acto de presencia. Repetían en el festival tras su actuación del año pasado. Las repeticiones siempre dan algo de pereza, eso es cierto, pero tan pronto comienzan a sonar los primeros y gruesos acordes de “Walk The Earth” las sensaciones se renuevan. Con un repertorio algo distinto al del pasado año, insistieron en la épica hardrockera de “War Of Kings” o la tremenda “Love Is Not The Enemy”. Para que nadie se enfadara, espolvorearon aquí y allí sus infaltables más edulcoradas como “Rock The Night” o “Carrie” (¿se detecta algo de hastío interpretando esta última?)… Y por supuesto, se despidieron con “The Final Countdown” entre la algarabía general.

H.E.A.T habían dado paso a sus héroes, Europe, y éstos le cedieron el testigo con todos los honores sus admiradísimos Deep Purple. La palabra leyenda se emplea con demasiada asiduidad en estos días. Sin embargo, leyendas como ellos hay muy pocas, o casi ninguna, porque son sencillamente una de las bandas más importantes de la historia de la música rock. Y para que eso suceda tienes que ser muy mayor. Podían haberse quedado jugando a la petanca o, como otros, permanecer intocables conservados en el cajón eterno de los nombres sagrados, nunca reunidos y siempre implorados. Pero Deep Purple prefirieron volver al reino de los vivos, humanizarse y ser unos más. Parte del público para el que tocaron en la noche del sábado podrían haber sido sus nietos. Las manos de Ian Gillan tiemblan, pero su voz pasa de sobra el test de la dignidad. Se nota desde "Highway Star" con la que abren. El último en llegar, Simon McBride, fue capaz de transmitir la emoción de uno de los solos de guitarra más emblemáticos del ínclito Richie Blackmore. Hubo pocas sorpresas, pero McBride fue una de ellas, aportando al universo púrpura su regusto británico de tocar, el cual podía recordar por momentos al añorado Gary Moore. Ian Gillan descansaba entre solos e interludios instrumentales. Lo necesitaba, aunque él de toda la vida tuvo que entretenerse tocando la pandereta y los bongos, cuando sus compañeros se adentraban en los extensos terrenos de la improvisación. Así que, eso no es de ahora, sino de siempre. La edad pasa factura, pero Purple ya hace décadas que atemperaron su show, adecuándolo a su naturaleza, así que ahora pueden seguir con él, coherentemente y sin miedo al ridículo. “Perfect Strangers” sonó tan elegante como de costumbre, después, el primer adiós vendría con la consecución de “Smoke On The Water”. Nadie dejó de cantarla. Son probablemente los acordes más famosos de la historia del hard rock. Lo tararean héroes y villanos; jóvenes y viejos… es el alcance transversal de los clásicos de ayer, de hoy y de siempre. 

Deep Purple se habían despedido con “Black Night”, noche negra, esa que es el mejor aliado para dejarse envolver por la intensidad pausada de Soen. “Es tarde, pero somos una buena banda para tocar de madrugada”, dijo su cantante Joel Ekelöf. Su voz es grave y enigmática cuando habla, y cadenciosa y emocional cuando canta. Era el momento para abrir espacios y que afloraran atmósferas de oscura delicadeza, rotas solo de vez en cuando por incisiones de intensidad. La gótica progresiva nos trajo canciones de cuna como “Lucidity” y se despidieron con su hit menor “Lotus”. Volverán de nuevo a la región el próximo otoño, eso es una buena noticia.

Escenario tres

La apertura diaria del escenario minoritario del Rock Imperium vino de la mano de los locales Skullmania. Luego, los también cercanos The Black Tree ofrecieron guitarrazos rasgados con estructura de rock gótico y punzada metálica.

Lamentos terroríficos dieron paso a la hechicera, Diva Satánica. Tras su aspecto de niña formal se esconde la bestia que conduce con mano de hierro a sus Bloodhunter, en la línea de Arch Enemy. Esto va de canalizar la adrenalina mediante emociones extremas, y ellos cumplen a la perfección. Otros cumplidores son los contrastados Iron Curtain, que cerraban el círculo tocando su “Metal Gladiator” justo al lado del anfiteatro romano de Cartagena. Ellos son unos currantes del metal, de los de machacarse en el local de ensayo, sabiendo que lo suyo no es cool, pero sí muy auténtico. Tras la media noche, Wormed avasallaron con su brutal grindcore sincopado. Satanás se retorcía en su agujero, pero ellos no le tenían miedo. Buenas noches.