Música

Jero Romero: "He tardado años en recobrar el gusto por sentarme a escribir"

El que fuera cantante de Sunday Drivers ha regresado. Lo ha hecho tras un largo parón en el que, simplemente, dejó de hacer música; en el que se dedicó a otras cosas. Pero ha vuelto. Dice que la pandemia fue un punto de inflexión y que de este barbecho han salido algunas de sus mejores letras. Esta noche los presenta en Las Noches del Malecón.

Jero Romero

Jero Romero / L.O.

Jero Romero, que fuera cantante de Sunday Drivers, decidió salir de su aislamiento toledano para anunciar un nuevo álbum, Miracoloso (Autoeditado, 2022), y el regreso a los escenarios después de varios años fuera de foco, exceptuando singles aislados y colaboraciones con diversos artistas.

Grabado en tan solo dos semanas, Miracoloso, acerca de mutar y renovarse, se fraguó durante siete años. En el lapso transcurrido desde la inesperada disolución –en pleno apogeo– de Sunday Drivers (arrasaron en Francia), Jero se ha convertido en un músico de culto. Sacó dos discos en solitario (Cabeza de león y La grieta), pero en 2015 paró. Ahora ha vuelto y tiene miles de oyentes mensuales en Spotify; es la única forma de acceder a Miracoloso, por cierto, ya que la edición en vinilo se agotó rápidamente. Hoy lo presenta en Las Noches del Malecón de Murcia.

Miracoloso es tu primer disco en siete años. Te lo has tomado con calma. ¿Atasco creativo, falta de interés, pereza, perfeccionismo? ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo?

Ninguna de esas. Paré por completo. No me apetecía hacer canciones ni dedicar mi tiempo a la música. He tardado años en recobrar el gusto por sentarme a escribir. Trabajo en otras cosas que no tienen nada que ver con el mundo de la música. Durante seis años he estado en una pequeña editorial, y ahí sigo como freelance.

¿De dónde has sacado el título de Miracoloso? En primera instancia suena a: «Salió de forma milagrosa».

Era el título original de una de las canciones, que ahora se llama Tú no vienes. Originariamente, la melodía de esta canción me sonaba muy italiana, todo me llevaba a buscar arreglos por ahí, en plan San Remo ‘68. Justo además me dio por escuchar a Andrea Laszlo de Simone; seguro que tuvo algo que ver. Cuando escribo letras y me estanco, uno de mis juegos es traducir canciones. Cojo el texto y lo meto en un traductor. De la traducción salen sonidos, palabras, terminaciones que me pueden abrir caminos para seguir escribiendo. Aquí cambié el texto a italiano porque me apetecía ver si era posible cantar los versos que tenía, pero en italiano: «Claro que cambia algo, claro que va a cambiar. Si te tiras al mar, va a cambiar el mar. Es milagroso, me acabo de olvidar de ti». Cuando ya tenía todo grabado y buscaba título, surgió esa opción. Le quité el título a la canción y se lo di al disco.

¿Cuál fue ese primer instante en el que cobró vida Miracoloso?

No hay un momento concreto; van sucediendo cosas que desembocan en ello. Si lo analizo, hay un par de situaciones que siempre se repiten y me influyen para tomar decisiones como la de meterme en un estudio. Primero es tener varias canciones que me gusten y aguanten gustándome un buen tiempo. Eso me anima a enseñárselas a mis padres, mis hermanos, mi novia... Entonces me preguntan: «Pero... ¿y no las vas grabar?». Si no fuera por esas etapas, seguramente me quedaría inmóvil. También creo que esas dos cosas juntas (creer yo en las canciones y el refuerzo de que haya gente que cree en mí) me colocan en un estado de ánimo ideal para grabar o para lo que sea.

El álbum se abre con Plantas de interior, que parece un homenaje a tu ciudad, Toledo. ¿Qué te sugirió hacer esa canción?

Qué va, no es un homenaje a Toledo. Toledo es sólo el escenario de la historia. La historia es una ruptura.

¿Cómo ha sido el proceso de creación de este disco? ¿Qué ha cambiado con respecto a los anteriores? ¿Has recogido mucho de Cabeza de León? ¿Cómo resumirías el contenido de Miracoloso?

El principal cambio es mi fijación por producirme y arreglarme el disco hasta el final. Sé que son conceptos aburridos de jerga musical, pero para mí es la principal diferencia. Es la primera vez que lo hago. Creo también que en este disco están algunos de los mejores textos que he escrito y algunas melodías que están muy bien. El sonido también me parece muy distinto a los demás discos que he hecho. Te podría contar miles de diferencias más, pero ese es el resumen.

¿Cómo ha sido tu relación con Pau Paredes? ¿El resultado final ha superado tus expectativas?

Bueno, con Pau sólo es posible tener expectativas muy altas porque es muy bueno, y aún así siempre las supera. Le quiero y le admiro. Para mí es especial trabajar con él, porque es desprejuiciado y valiente con todo lo que se nos ocurra. Es tranquilo, escucha y resuelve. A la vez es muy rápido: yo odio los estudios por la cantidad de tiempo muerto que hay, me aburro, y él es superrápido, necesita poco tiempo y pocas pruebas para que algo suene y no se nos vayan las ganas. Además, sabe de música. Tiene un background de música clásica y pop-rock, pero le apasiona la electrónica y es un erudito de las máquinas, algo de lo que yo no tengo ni idea. Me aporta muchísimo por ahí.

En 2020 llegó de improviso para la mayoría el single de doble cara 2010 / Los cadáveres. ¿Fue un punto de inflexión?

Fue un entretenimiento. Tenía ahí dos canciones que me parecían estupendas metidas en un cajón, así que las saqué. Y al mes llegó la pandemia, lo cual sí fue un punto de inflexión.

¿Qué haces cuando escribes canciones y te quedas atascado?

Nada especial. Yo creo que atascarse es parte del encanto. A veces sigo intentándolo, a veces no, y paro por completo. No sé de qué depende. Quiero creer que cualquier opción te aporta algo al final. Por ejemplo, parar te puede llevar a escuchar otras cosas, a leer, a cambiar de instrumento, a irte a comer a casa de tus padres o pasar más tiempo con tus abuelos. Eso no es inservible. Seguir intentándolo te puede llevar a acumular ideas que son inservibles hoy, pero que puedes reciclar mañana.

¿Por qué decidiste crear un proyecto independiente, alejado de discográficas? ¿Qué conclusión sacaste de tu experiencia con el crowdfunding?

Porque pensaba que, si lo que yo necesito para hacer mi música lo puedo hacer yo, por qué no hacerlo yo. Pero no por oposición a las discográficas –las hay que trabajan fenomenal–, sino porque me parece de cajón probar la opción de ser libre. Tenía un montón de posibilidades al alcance, tenía Internet, puedes distribuir, fabricar, editar, gestionar, enviar, registrar… No entiendo no utilizarlas. A veces es cansado, pero al final soy más feliz pensando y decidiendo yo mis cosas y arriesgándome y palmando y ganando a mi modo. Y mejor aún es recoger y repartir yo lo que sea que siembro. Pensaba el otro día que fabricar, empaquetar y enviar mil vinilos me lleva dos días de trabajo allí con las cajas, y ponle veinte llamadas de teléfono y treinta e-mails y nervios y alguna noche sin dormir y tal. Un coñazo, pero ¿dieciséis o veinte horas en total? Una tontería, en comparación.

¿Te apetecía ahora más salir a cantar tus canciones? ¿Has tenido que vencer inseguridades? ¿Con qué formato vienes, qué repertorio mostrarás?

Me apetecía muchísimo. Claro, siempre hay y siempre habrá inseguridades. Vengo con una banda de músicos toledanos increíbles y amigos; tienen mucho talento. Somos cinco, y ellos son Amable Rodríguez (guitarra), Martín García Duque (teclados), Paco Cerezo (bajo) y Ángel Rodríguez. Hacemos un repaso de los cuatro discos que tengo.

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