Política

Sánchez y Feijóo marcan "los tiempos y el modo" de la Asamblea Regional

La crispación en la política nacional se traslada directamente al Parlamento autonómico con asuntos ajenos a la Región debido a la «laguna de identidad» que sufre, explica la socióloga Virginia Sánchez

Fernando López Miras se dirige a José Vélez en la Asamblea.

Fernando López Miras se dirige a José Vélez en la Asamblea. / Iván Urquízar

Jaime Ferrán

Jaime Ferrán

«Pone el ventilador a la desesperada», le replicó el presidente del PP nacional, Alberto Núñez Feijóo, al jefe del Ejecutivo central, Pedro Sánchez, durante la última sesión de control a su Gobierno. El ventilador, ciertamente, lleva encendido años, si bien en esta nueva legislatura, a cuenta de la Ley de Amnistía, el tono se ha embrutecido aún más. Empezó todo mal: ya durante la primera sesión de investidura del candidato socialista, en noviembre de 2023, se llegaron a oír gritos de «sinvergüenza» e, incluso, «hijo de puta».

«¿Por qué no bajan y me lo dicen a la cara?», le espetó hace unos días a la bancada socialista el senador del PP Raúl Valero, después de que lo llamaran «sinvergüenza» por acusarles de destinar el dinero del caso de los ERE en «irse de clubes de alterne, mariscadas y drogas».

Virginia Sánchez, del Colegio Oficial de Ciencias Políticas y Sociología de la Región (Mupolsoc) advierte de que la radicalización puede «crear bolsas estructurales de votantes no convencidos», o lo que es lo mismo, acabar creando sectores de población que se alejen definitivamente de la política.

La polarización como tal lo que sí consigue, explica, es «fidelizar aún más al votante que ya tienen fidelizado», consiguiendo que cierre filas en torno a su partido.

Comicios en Galicia, Cataluña, País Vasco y Europa mantienen el lenguaje electoral en España. Pero no solo eso. «La legislatura comenzó con muchas dudas sobre su duración que no se han disipado. Esto provoca que sigamos en una campaña continua, por si acaso», añade.

En Murcia no va a haber más elecciones que las europeas (junio); sin embargo, la crispación ha afectado a la Asamblea y un claro ejemplo fue la última sesión de control. Entonces, el presidente, Fernando López Miras, se refirió a la «ausencia de dignidad» y al «exceso de hormigón en el rostro» del líder de la oposición, el socialista José Vélez, después de que este dijera que era «despreciable, ruin e indigno» que «priorizara los intereses económicos de unos pocos a la salud de todos los ciudadanos».

Al menos, la pregunta de control era sobre un tema regional. Buena parte de ellas copian los temas sobre los que se discute en Madrid, aunque las resoluciones a las que se llega en Cartagena no tengan ninguna consecuencia. La propia Ley de Amnistía sigue monopolizando los debates en la Cámara murciana, con el único efecto de elevar el tono. «Nunca en la historia de este país los delincuentes, los corruptos, los abusadores sexuales y los terroristas vivieron tan cómodos y tranquilos como con este Gobierno», llegó a decir el portavoz del PP, Joaquín Segado.

El dirigente de Vox Rubén Martínez Alpañez preguntó por el déficit, pero parece que toda excusa es buena para la hipérbole: «La gestión de los socialistas solo puede ser comparada con una mafia liderada por el capo Pedro Sánchez».

«Murcia tiene una particularidad por la cual termina emulando a las Cortes Generales: la laguna en el marco identitario», señala la experta, que considera que la Comunidad sigue sin «romper el cordón umbilical» de la política nacional, por lo que sigue dependiendo de ella.

Diferentes son los debates en otras regiones con partidos con peso regionalista, como pueden ser Galicia, Comunidad Valenciana, País Vasco, Cataluña o Navarra, señala. «Murcia es una réplica de libro de Madrid. Aunque la vemos muy lejana, allí se marcan los tiempos y el modo», asegura.

Muy duros son también los discursos de Javier Sánchez Serna (Podemos) en el Congreso, donde llamó «novio de la muerte» a la pareja de Isabel Díaz Ayuso porque «ella dejaba morir a más de 5.000 ancianos en las residencias durante lo peor de la pandemia». En el mismo nivel se mueven en la Asamblea, lugar que María Marín, portavoz regional, llegó a calificar como «pocilga» en la anterior legislatura. Sus mociones, al menos, sí que suelen estar circunscritas a los problemas regionales.