Educación

Miles de padres se movilizan contra las pantallas en los centros educativos de la Región

Aseguran que la sustitución de los libros de texto por ordenadores portátiles o tablets expone a los alumnos a riesgos innecesarios

Distracciones y acceso a contenidos para adultos, entre los temores

Un niño usa el teléfonomóvil y una tablet.

Un niño usa el teléfonomóvil y una tablet. / EUROPA PRESS

Alejandro Lorente

Alejandro Lorente

La progresiva digitalización en el ámbito educativo parecía algo imparable, incuestionable, deseable incluso, pero en los últimos meses miles de padres y madres y algunas autoridades públicas de otros países han advertido que este viaje merece una parada técnica para la reflexión, un debate más profundo.

El pasado mes de junio, la ministra sueca de Educación, Lotta Edholm, ordenó paralizar el plan digitalización en los centros educativos de ese país tras darse a conocer los resultados del Informe PIRLS (similar a la prueba PISA) en el que se registró una notable disminución de la capacidad lectora de los alumnos suecos.

Este movimiento internacional y nacional (cientos de padres de Fomento de Centros de Enseñanza han denunciado la misma situación), es escéptico ante los supuestos beneficios escolares de los dispositivos electrónicos y también ha llegado y con fuerza a la Región de Murcia. Más de 1.500 padres y madres de alumnos murcianos han llenado varios grupos de aplicaciones móviles (Whatsapp y Telegram) y se han movilizado contra la paulatina supresión de los libros de texto en beneficio de un uso excesivo y, en muchos casos, sin alternativas, de las pantallas en las aulas. Distracciones, ralentización cognitiva, falta de control ante contenidos para adultos son algunos de los temores de estos padres.

María Bolarín, madre de dos hijas que van un colegio concertado de Murcia, explica que el año pasado la dirección del centro les remitió una circular en la que se anunciaba la implantación de un proyecto de digitalización en el próximo curso escolar, dando a entender que era una obligación impuesta por una directiva europea. Esta adaptación a lo digital comenzó con varios cursos Primaria. En las reuniones previas con los padres, desde la directiva del colegio explicaron que, para evaluar la competencia digital, (algo que recoge la LOMLOE) se iba a poner en marcha el programa ‘One to One’ (un niño, un ordenador). Explica esta madre que el colegio aseguró que el primer año esta herramienta, a través de un Chromebook, era algo voluntario. «Una voluntariedad que pongo en entredicho, porque nos dieron a entender que si tu hijo no se adhería se iba a quedar atrás». Ante esto, explica Bolarín, la mayoría, aunque tuvieran sus dudas, sucumbió y compró el dispositivo.

Más de 1.500 padres se han encontrado en aplicaciones móviles y planean crear una plataforma

Actualmente, asegura que el número de progenitores que han optado por no hacer uso del portátil ha aumentado. En este curso, donde antes sólo había tres niños en una clase sin ordenador, ahora hay 12 «y en los cursos donde se estrenaba el programa ya son más los padres que han decidido no comprar el ordenador», añade esta madre. «Está claro que cuando el padre ha podido elegir de verdad y se le ha informado bien ha preferido una opción no digital y que su hijo sigan con los libros de texto», afirma.

Asegura María Bolarín que no hay ni un solo informe científico que no sea subvencionado por las empresas tecnológicas que acredite «que hay alguna ventaja en que el niño esté pegado al ordenador todo el día». Destaca que cuando se trata de un libro físico, no hay ningún estudio que aconseje limitar el tiempo de exposición, «pero desde que entras por la puerta de un pediatra te encuentras un cartel de la Consejería de Salud en la que informa sobre la limitación de exposición a pantallas, de 0 a 2 años nada y de 2 a 5 años, como mucho, 30 minutos al día. En este sentido, sostiene que si se opta por sustituir algo que no tiene limitación (el libro de texto) por algo que sí la tiene (la tablet u ordenador) deberían concurrir ventajas extraordinarias que deberían compensar los perjuicios que causa y que están acreditados por organismos internacionales.

Piden que se abra un periodo de reflexión y que se revise el proyecto digital en los colegios

Otro de los integrantes en estos grupos, padre de un alumno de Primaria que ha empezado este curso a usar el Chromebook, advierte que hay numerosos estudios que hablan de que esta clase de dispositivos, más que ayudar a los niños, les ralentiza cognitivamente y les distrae. Además, este padre advierte que aunque estos dispositivos cuenten con control parental es relativamente sencillo saltárselo y acceder a contenidos para adultos, «o simplemente para ver partidos de fútbol, como ocurrió con el Mundial de Qatar». Aquí, cabe destacar que en redes sociales hay decenas de manuales que explican paso a paso como quitar este tipo de limitaciones.

Destaca este padre que no está en contra de las tecnología, pero pide que se «revise» el proyecto digital y que se ofrezca a los padres la opción de poder elegir el soporte de los libros de sus hijos. Muchos de estos padres se está organizando y planean constituirse como una plataforma para promover que se abra un periodo de reflexión.

Desde la Consejería de Educación destacaron ayer a esta Redacción que este tema concierte exclusivamente «a la autonomía pedagógica de cada centro».

Otro movimiento quiere evitar el acceso de los niños a los móviles

Otro movimiento social que ha nacido en el seno de la tecnología móvil para advertir de los riesgos de un acceso temprano a la misma es el que rechaza la «normalización» de entregar un teléfono móvil inteligente a los niños a los 12 años, con el paso de la educación primaria a la secundaria. Con casi 10.000 miembros y grupos activos en muchas comunidades autónomas, entre ellas Murcia, este movimiento propone trabajar para «rebajar al máximo la presión social sobre las familias ante la compra de un móvil a un niño de 12 años» . El portavoz de este movimiento, nacido en un barrio barcelonés, Xavier Casanovas, sostiene que es «insuficiente» regular los teléfonos móviles inteligentes en los institutos y cree que es «imprescindible restringir su acceso y uso en la educación obligatoria». Sin poner en cuestión la necesidad de educar en el uso de las tecnologías, este grupo defiende que hasta los 16 años «no es necesario hacerlo con el móvil en el bolsillo».

El papel de los institutos

En todo el territorio español hay centros que han tomado las riendas para regular el uso de los terminales. Las comunidades de Castilla La-Mancha, Galicia y Madrid cuentan con una normativa que elimina el uso de los móviles en los centros educativos para uso recreativo y personal, pero no en actividades lectivas, mientras que la mayoría de autonomías lo dejan en manos de los centros. En Cataluña, donde la mitad de los centros educativos tienen ya algún tipo de regulación, la presión de las familias ha abierto un debate para extender la normativa a partir del próximo curso 2024-25, lo que se hará a partir de un «marco general» que determinará la Generalitat, si bien será cada centro educativo el que concrete sus normas según su «realidad» y «especificidades». Por su parte, la presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (CEAPA), María Capellán, ha considerado que se debería «regular el uso del teléfono para hacerlo de manera más responsable», aunque por la vía de «mostrar sus inconvenientes desde la educación, jamás mediante la prohibición». Cabe recordar que aquí, el fiscal superior de la Región de Murcia, José Luis Díaz Manzanera, manifestó, durante la presentación de la Memoria 2023, que el acceso a Internet por parte de los menores es un problema social «de hondo calado», y apostó por cambiar muchas costumbres, «sobre todo, en el acceso a las nuevas tecnologías por parte de los menores».