Social

"El nuevo campo de refugiados en Lesbos es ya una auténtica cárcel"

La Asociación Amigos de Ritsona cuenta la dramática situación de los inmigrantes en la isla griega

Joaquín Sánchez, Teresa Sancho y Teresa Fuentes.

Joaquín Sánchez, Teresa Sancho y Teresa Fuentes. / JUAN CARLOS CAVAL

La Opinión

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La Asociación de Amigos de Ritsona ha vuelto del viaje anual que realizan sus miembros a Lesbos, en Grecia, y en concreto a la capital de la isla, Mitilene, para conocer la situación de las personas que se encuentran en los campos de refugiados.Ayer, tres de sus miembros —Joaquín Sánchez, Teresa Sáncho y Teresa Fuentes— concedieron una rueda de prensa para informar de los hallazgos de este viaje. Desde enero, dijo su presidente, Joaquín Sánchez, «todas las ONG fueron expulsadas» del campo y muy pocas pueden entrar. Ellos no pudieron hacerlo, lo que condicionó su actuación. La novedad es que se está construyendo un nuevo campo a 40 kilómetros de Mitilene, dijo, «con lo cual está aislado, al lado de una zona boscosa y un vertedero», y, además, «ya es una auténtica cárcel» con capacidad para «unas 7.000 personas». La distancia impide que los refugiados puedan comunicarse con otras personas, añadió.

Sobre este nuevo campo, Joaquín Sánchez puntualizó que una sentencia de Tribunal Superior de Justicia griego declara Jque no está cumpliendo las medidas medioambientales».

El presidente de Amigos de Ritsona habló también sobre las devoluciones en caliente. «Personas que llegan de Turquía, que son interceptadas en medio del mar y son devueltas allí mismo. Se les obliga a dar la vuelta a Turquía. También constatamos que cuando llegan a la costa griega hay una figura que ellos llaman los hombres de negro, que es un grupo parapolicial que controla la llegada de estas barcazas de personas migrantes y refugiadas. Cuando llegan y son interceptados dentro de la propia costa griega, sufren agresiones, maltrato, inhumanidad y son devueltas. No son policías, son un grupo parapolicial. Y son obligadas de nuevo a volver. En esas devoluciones en caliente, de esta manera, se han producido incluso muertes», afirmó. Cuando no están la policía o estos grupos parapoliciales, añadió, «la gente huye despavorida a los montes con sus niños, con sus niñas, en condiciones inhumanas por ese miedo a la devolución y al maltrato». Además, la policía no puede intervenir cuando es avisada de que hay una barca en el mar porque «sería acusada de tráfico de personas».

«Ahora mismo no tienen atención médica, los críos no tienen prácticamente actividad», informó. «Nos dicen también que las personas a las que han denegado o concedido el asilo no tienen derecho a comida y que menos mal que están las ONG».

Finalmente, Joaquín Sánchez hizo referencia a la «criminalización de la ayuda humaniaria» y a las dificultades de las ONG para mantenerse, ya que «con el tiempo han perdido donaciones», y lamentó que Europa trate a los inmigrantes «como una amenaza, como un peligro».