Política

Los cuatro años más locos de la Asamblea Regional

Ni la investidura del presidente fue pan comido esta legislatura que se acaba, marcada por una moción de censura traumática para la política murciana, con el permiso de la DANA, el coronavirus y un buen nutrido grupo de expulsados de los partidos políticos

Jaime Ferrán

Jaime Ferrán

La X Legislatura de la Asamblea Regional llega a su fin la próxima semana con la aprobación ‘in extremis’ del Proyecto de Ley de Emergencias y Protección Civil de la Región en el pleno del miércoles. Toca echar la vista atrás y hay que reconocer que es complicado recapitular los sucesos tan extravagantes que han tenido lugar en el Parlamento murciano. Parece un guion escrito por los Monty Python, aunque no siempre fuera divertido

Todo comenzó con la investidura de Fernando López Miras, que no ganó las elecciones pero contaba con el apoyo de Albert Rivera y su política del socio preferente en favor del PP. Sin embargo, no bastaba con el beneplácito de los naranjas, ya que necesitaban a Vox, partido con el que nadie se quería hacer ninguna foto durante las negociaciones. 

El primer debate de investidura no salió, pero ni Juan José Liarte, entonces muy de Vox, ni Luis Gestoso, entonces responsable del Grupo Parlamentario y ahora diputado nacional, pudieron aguantar la presión. Firmaron con PP y CS algunos puntos de los cuales ninguno se llegó a cumplir y permitieron que Miras fuera investido presidente ante la atenta mirada de Pablo Casado, Dios lo tenga en su gloria. No había sido más que la primera función. 

A la vuelta de vacaciones le esperaban al jefe del Ejecutivo las peores lluvias que se recuerdan en la Región de Murcia, que le sirvieron meses después como explicación de la muerte masiva de fauna en el Mar Menor. Sus razones no bastaron al resto de grupos parlamentarios. Quedaban más episodios por ver de peces muertos y María Marín, líder de Podemos, no dudó en llevarle unos cuantos al consejero de Medio Ambiente en una de sus visitas al hemiciclo. Un bote con agua turbia también se llevó al primer Debate sobre el Estado de la Región de la legislatura. Entonces invitó a Casado a que se diera un «bañito» en la laguna salada.  

Imposible no destacar marzo de 2020. Alerta sanitaria por el coronavirus. Estado de alarma. Confinamiento. Los diputados volvieron a los plenos tras haber aprobado el voto ponderado para evitar la presencia de los 45 parlamentarios.

Para los partidos que sostenían al Gobierno regional, Moncloa siempre «maltrataba» a la Región de Murcia, mientras que la oposición defendía que nunca ningún Ejecutivo nacional había hecho tanto por esta Comunidad. Este toma y daca, que al principio se circunscribía a los asuntos relacionados con la covid-19, terminó extendiéndose a todos los demás, como el Mar Menor, a cuenta de quién tiene las competencias para actuar sobre el ecosistema.

Las aguas estaban muy revueltas en el Grupo Parlamentario Vox ese verano. Los de Abascal echaron a tres de sus cuatro diputados, incluido el portavoz. Ocurrió después de que se negaran a ceder el control de las cuentas del grupo a la dirección nacional, entre otros motivos. Lo estrambótico era que, como los díscolos eran mayoría, mantuvieron el poder del órgano parlamentario. A partir de entonces, las mociones y comparencias respondían a Juan José Liarte, fiel seguidor de las políticas del presidente de Hungría, Viktor Orbán. Antes de que Vox entrara en el Gobierno de Castilla y León, en la Asamblea ya se había propuesto que las mujeres escucharan el latido del feto antes de abortar, por ejemplo.

Entre tanto, en septiembre de 2020, la lideresa de CS y vicepresidenta del Gobierno regional, Isabel Franco, perdía el trono en el partido entre polémicas por unas primarias sospechosas de haber sido manipuladas. Se lo arrebataba Ana Martínez Vidal, consejera de Empresa. Ya se lo devolverá, no se preocupen.

En diciembre de ese año, llegaban las primeras vacunas contra el covid-19. Con la emoción, más de 400 altos cargos del Servicio Murciano de Salud se inocularon el tratamiento, sin tener en cuenta que había un protocolo establecido que se estaban saltando. Dimitió el consejero Manuel Villegas ese mes de enero tras exigirlo Ciudadanos. Su compañera en el Gobierno, Martínez Vidal, exigió la lista con los nombres de los vacunados de forma irregular. No se la dieron y fue una de las razones que esgrimió para, en marzo, presentar con el PSOE una moción de censura a López Miras. Fue un antes y un después en la legislatura que lo puso todo del revés. 

La moción se presentó con todas las firmas de los miembros de los grupos parlamentarios socialista y de CS, pero hasta ahí llegó la unidad. Isabel Franco y Ana Martínez Vidal no se llevaban bien y todo el mundo lo sabía menos la dirección nacional del partido, parece ser. La vicepresidenta no quería perder su cargo después de haberle sido arrebatado el liderazgo del partido, así que no dudó en avisar de la maniobra al presidente López Miras, que no tardó en avisar a su vez al secretario general del PP nacional, el ciezano Teodoro García Egea, que ahora se dedica en cuerpo y alma a las criptomonedas.

La persuasión ‘popular’ surtió efecto y hasta cuatro diputados naranjas (de seis) no votaron a favor de la moción de censura. Tampoco lo hicieron los tres diputados expulsados por Vox, que fueron premiados con la Consejería de Educación, que recayó sobre Mabel Campuzano

En el Gobierno regional resultante quedaban tantos consejeros populares como expulsados, que tenían el control, además, sobre dos de los cuatro grupos parlamentarios de la Asamblea. 

Ha habido que esperar al último año de legislatura para ver al PP soltar lastre de cara a las elecciones. Adelgazó las competencias de las tránsfugas, hasta convertir a la vicepresidenta en un cargo ‘florero’, y sacó del Consejo de Gobierno a la consejera expulsada de Vox, no sin un cierto berrinche de esta. 

Con todo lo anterior, se han aprobado leyes como la de Servicios Sociales, la de Atención Temprana, dos leyes de simplificación administrativa, la Ley de Protección del Mar Menor o la Ley de Mecenazgo. Incluso una con sello socialista, la de Familias Monoparentales. Habrá que esperar a la próxima para ver reformar el Estatuto de Autonomía de la Región de Murcia. Fue completamente imposible. 

Quedaron por el camino

No todos los diputados estaban preparados para sobrevivir a una legislatura tan convulsa. Otros, ni se quedaron para ver qué tal iba. Fue el caso de Óscar Urralburu y María Giménez, de Podemos, que entregaron el acta nada más comenzar la legislatura para crear Más Región, el partido de Errejón en esta Comunidad. Entonces apareció María Marín, con gran facilidad para poner de los nervios a la PP, ya que no parece tener pelos en la lengua y se presta al espectáculo si hace falta. Rafael Esteban, sustituto de Giménez, siguió los pasos de Urralburu hace pocos meses, esgrimiendo «motivos profesionales».

Igual de sonada fue la salida de Diego Conesa, el líder de la oposición que, incluso, ganó las elecciones en 2019. Tiró la toalla tras la moción de censura fallida, que sumió a su partido en un ‘shock’ del que algunos aún piensan que no ha salido. 

Ana Martínez Vidal, la otra pieza clave de la moción de censura, también cayó en desgracia y dejó su cargo orgánico cuando fracasó el intento de convertirla en presidenta regional. Ahora espera al día de las elecciones para dejar definitivamente la política. O eso dijo.

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