Semana Santa

La procesión del Silencio enmudece las calles de Cartagena

La procesión del Silencio y el Santísimo Cristo de los Mineros cierra los días de Pasión para la cofradía california en una noche marcada de nuevo por el viento

Pablo Molina

Cartagena se queda en silencio. La Cofradía California se dispone a sacar en procesión la que es la última de sus noches grandes en esta semana de Pasión. No hay luces, las flautas, trompetas y clarinetes enmudecen. No hay marchas de alabanza ni alegría. El repicar de un único tambor con sordina es la banda sonora que lleva esta procesión del Silencio y el Santísimo Cristo de los Mineros.

Las farolas se apagan, al igual que la iluminación de locales y negocios del centro de la trimilenaria. Los participantes de la procesión deben quedarse en un absoluto y riguroso silencio, siguiendo un reglamento que data de 1928 y que impone una seriedad mayor que el resto de los desfiles californios. Además, deben llevar su cara cubierta, a excepción del hermano mayor de la cofradía y el capellán. Este silencio es siempre respetado y secundado por un público que espera expectante la llegada de las imágenes a las calles de la ciudad.

El tercio del Ósculo abría la procesión tras la salida de los guiones de la cofradía. Con un paso solemne y mudo, las imágenes fueron avanzando para dejar paso a la salida del trono del Ecce Homo. La imagen, con una mirada hacia arriba, coronado con la corona de espinas, representa la imagen de Jesús antes de ser crucificado. Entre el olor a incienso y flores, iniciaba su procesión entre las miradas de devoción y un silencio unánime. Los golpes de los martillos de órdenes de los capataces en los tronos, el rechinar de las suelas del calzado, el ruido de los hachotes apoyándose en el suelo y los sonidos de esfuerzo de los portapasos llevando las imágenes interrumpían el silencio. Las saetas también se abrieron hueco entre la oscuridad y el silencio.

La Virgen de la Esperanza.

La Virgen de la Esperanza. / Loyola Pérez de Villegas

La oscuridad abrió paso al trono del Santísimo Cristo de los Mineros en su bajada por la calle Cañón dejando una de las imágenes más espectaculares de la Semana Santa cartagenera. La imagen va pasando por las calles del centro de la ciudad y con los débiles focos de luz que se pueden encontrar crea unas sombras que ayudan a crear un ambiente aún más especial en esta procesión.

Los hachotes de luces de cera, las tulipas de los tronos y los flashes de las cámaras fueron los únicos atisbos de luz que se podían ver entre la serena oscuridad de la noche cartagenera. Los penitentes tuvieron que hacer un esfuerzo extra en esta ocasión, haciendo el recorrido entre la penumbra. No obstante, como mandan los cánones, los tercios de capirotes mantuvieron el orden que caracteriza a la Semana Santa cartagenera en todo momento.

El Trono de la Vuelta del Calvario precedió a la salida de una de las imágenes más veneradas de este Jueves Santo californio, la Virgen de la Esperanza. La imagen, realizada por Pérez Comendador, porta un rosario en su mano izquierda.

La Virgen de la Esperanza aporta consuelo a su paso por las calles del casco histórico de la ciudad portuaria. La imagen fue escoltada en silencio por el piquete de la sección de Honores de la Agrupación de Granaderos siguiendo el ritmo de sus tambores destemplados. Las imágenes recorrieron las calles del casco antiguo en absoluto silencio y en su recogida se le cantó el tradicional Miserere al Ecce Homo.

Los cartageneros que esperaban en la puerta de la Iglesia de Santa María de Gracia volvieron a entonar la tradicional Salve cartagenera en honor a la Virgen de la Esperanza cerrando las procesiones para la Cofradía de Nuestro Padre Jesús en el Doloroso Paso del Prendimiento.