Tvisti, un oso pardo de 18 años, partió la semana pasada desde Murcia hacia Alemania. Su caso saltó a la opinión pública cuando fue denunciada su presencia en una finca particular. Era uno de los últimos osos que actuaban aún en España. ¿Quieres conocer su historia?

Nací oso. Tengo cuerpo de oso. Mido cerca de dos metros, peso más de 300 kg. y, en general, tengo todo lo que tiene cualquier oso, pero, ya ven, no soy un oso.

Para empezar, no sé hacer nada de las cosas que haría un oso. No sé cazar, mi olfato está atrofiado, mi musculatura no responde y, por cierto, nada me asusta más que otro oso. Les tengo terror. No les entiendo, no les comprendo y me da pánico que me puedan hacer daño.

Pero, no crean, sí sé hacer algunas cosas. Soy músico de altura. Toco la trompeta y hasta la pandereta y, si por una de esas agarro con mis garras una bicicleta que soporte mi peso, hasta puedo montarme en ella sin caerme.

Por lo demás, mi vida no es nada apasionante. Nací en el circo, crecí en el circo y aquí vivo, siempre en soledad, viajando y actuando de ciudad en ciudad.

Sin embargo, últimamente he escuchado hablar de otra vida. Mis dueños, de la huerta de Murcia, se comunican continuamente con una abogada animalista, Raquel López, de Deanimals. Parece que, por fin, se han convencido de que no es vida para mí estar siempre encerrado en una jaula. ¡Menos mal!

El problema es que no hay sitios dispuestos a acogerme. En España no han encontrado ninguno y eso que Raquel ha buscado mucho. Es curioso, todo el mundo está de acuerdo en que se deben prohibir los circos con animales pero, realmente, nadie se preocupa de dónde acabaremos los que actualmente vivimos en ellos. En fin, supongo que son cosas de humanos.

El caso es que mis dueños dicen que Raquel ya ha encontrado un lugar para mí. Un gran santuario en Europa donde, por fin, podré descansar. Así que mañana partiré desde Terra Natura hacia allí. Ya está todo preparado. Vendrá mucha gente a ayudar. Habrá veterinarios, policías, técnicos especialistas y, por supuesto, mi ángel de la guarda, Raquel. Todos, absolutamente todos, colaborarán, voluntaria y gratuitamente, para que pueda viajar lo mejor posible. Por fin, una nueva vida me espera lejos de aquí. Así que, ya sólo me resta despedirme y dar las gracias a todos los que, alguna vez, os preocupasteis por mí. ¡Hasta siempre!