Opinión | El blog del funcionario

¿Reflexión?

Seguramente, me marcará no solo a corto, sino a medio y largo plazo, mucho más la conversación con mi amiga que la decisión de mi presidente

Bernat Armangue / AP

Bernat Armangue / AP

España ha vivido un convulso y movilizador fin de semana, todo a partir de la famosa carta que el presidente envió a los españoles y españolas a través de una red social.

El periodo de reflexión ha dado lugar a debates sin duda profundos, de calado, porque se hablaba de la propia estructura democrática. En cambio, hay millones de españoles que jamás se han permitido el lujo no solo de reflexionar, sino de tomarse unos días para quedar con él o ella misma.

Mi vecina no entendía tan siquiera de depresiones, así que mucho menos de periodos de reflexión, hasta que alguien, en nombre de una grave enfermedad, le dio una hostia en la cara una mañana del pasado otoño. Desde entonces, no solo conoce de primera mano el problema de la salud mental, sino que se ha visto desnuda, en medio de la plaza pública, sin pelo y lo peor de todo, sin fuerzas, imagino esperando a que un día de estos suba la marea y se la lleve.

Fui a verla el otro día. Mientras ella miraba, imagino, al otro lado de la vida, a su alrededor no se paraba de hablar de otra cosa que no fuera la movida que estaba sucediendo en una España que se unía a borbotones al mismo tiempo que se sangraba a empujones e insultos.

Me puse a hablar con ella sobre la sanidad pública, de la importancia para la gente que no tiene seguros privados de poder disponer de médicos, enfermería, técnicos, celadores, auxiliares, pero sobre todo, desde el minuto uno en el que el maldito destino la agarró por el cuello con todas sus fuerzas, nadie le ha pedido un euro, nadie le preguntó de dónde era ni donde iba.

«Jamás hubiera imaginado poder vivir tanto tiempo si no hubiese sido por esta sanidad, no me habría permitido el lujo de contar con mi oncóloga, mi radioterapia, mis médicos, o pagar los cuidados de enfermería»

«¿Qué piensas ahora de que casi toda España esté (estaba) pendiente de una decisión?», le pregunté.

«Pienso que la gente debería ser mejor persona, ayudar a quien no puede levantarse, agradecer el país que tenemos. Mira -me dice-, en la habitación de al lado, ayer, había una familia feliz, había llegado a tiempo un hígado para poder ser trasplantado».

 No merece la pena salir a jugar un partido pensando en darle una patada al jugador del equipo de enfrente antes de que meta un gol por tu culpa o que alguien te llame ‘blando’.

Me voy y la dejo mirando por la ventana. «Mañana -pensé-, a esta hora, ya se sabrá la decisión del presidente». Aunque, seguramente, me marcará no solo a corto, sino a medio y largo plazo, mucho más la conversación con mi amiga que la decisión de mi presidente, y doy por enésima vez las gracias a vivir en un país donde a nadie se le pregunta por su VISA antes de ser tratado, operado y siempre atendido.

Suscríbete para seguir leyendo