Opinión | Lo veo así

De la BBC a Broncano

Los que trabajábamos en RNE y TVE siempre tuvimos claro que en unos medios públicos lo importante no es la lucha por la audiencia a cualquier precio, sino ofrecer calidad, credibilidad y coherencia

David Broncano en el programa 'La Resistencia'.

David Broncano en el programa 'La Resistencia'. / Movistar Plus +

Siempre mostré mi admiración por el funcionamiento de la British Broadcasting Corporation, el servicio público de radio y televisión de Reino Unido, con más de nueve décadas de trayectoria. Una corporación independiente de controles comerciales y políticos, que le concede un estatuto que garantiza dicha independencia (impagable ejemplo la lucha mantenida entre Margaret Thatcher y la dirección de la BBC por la cobertura de la guerra de Las Malvinas), al contrario del de RTVE, que permite la intervención de los partidos políticos en cosas que deberían de estar en manos de profesionales (solo con Frank Llorente al frente de los informativos TVE fue libre).

Sí, en España, solo durante el Gobierno de Rodríguez Zapatero, se intentó un funcionamiento de la RTVE, más o menos parecido a la BBC. Durante aquella etapa, TVE consiguió grandes audiencias y, sobre todo, logró la credibilidad que un medio público tiene que tener para gozar del respeto de los televidentes, de los oyentes, pero para conseguir eso, entre otras cosas, se necesita una garantía de financiación. Y aquí siempre se está sobre el alambre, amenazando con volver a la publicidad, con lo que esto tiene de sometimiento a los anunciantes (ya se está ofreciendo de una manera un tanto enmascarada), y dependiendo de unos presupuestos no siempre generosos.

Algo que nos hace pensar en el sistema de financiación que los ingleses tienen, porque la BBC se subvenciona, principalmente, mediante un impuesto televisivo que pagan quienes tengan un receptor de TV en sus casas: fijando, el Gobierno Británico anualmente, el total del impuesto, que es acordado en el Parlamento.

Pero para llegar a alcanzar todo eso, es imprescindible un consenso político que impida que, como ocurrió con la llegada al poder de Mariano Rajoy, todo lo anterior salte por los aires y se entre de lleno en lo de hacer una televisión al servicio del Gobierno de turno (el sentido común implantado por Zapatero fue barrido), pero en un país con unos políticos incapaces de alcanzar consensos en temas tan importantes como la Justicia, pensar en un acuerdo sobre los medios públicos parece una entelequia.

Desde los diecinueve años, hasta que me prejubile, mi trabajo transcurrió en RNE y TVE. Los que trabajábamos allí siempre tuvimos claro que en unos medios públicos lo importante no puede ser la lucha por la audiencia a cualquier precio. Siempre supimos que los medios públicos tienen la obligación de ofrecer calidad, credibilidad y coherencia, sin pensar en las audiencias: cuando se ofrece calidad las audiencias siempre responden. Por eso se abogaba por programas dedicados, entre otros temas, al teatro, a la universidad, al Parlamento, a entrevistas en profundidad, a debates con personajes con cosas que decir y que contar. Porque todo eso es lo que nos hacía diferentes.

Pero el tiempo ha pasado, y no para mejor. Ahora, RTVE puede convertirse en un espectáculo diario en otros medios, y no para bien. Un espectáculo en el que también es partícipe el Consejo de Administración, en ese tira y afloja que están manteniendo por contratar a David Broncano, un presentador de otra cadena. Un show sencillamente vergonzoso. ¿De verdad es Broncano el que puede conceder credibilidad a TVE? ¿Es el presentador de un programa donde se habla del dinero de los invitados, o del sexo, o no, de los mismos, el que puede devolverle la buena reputación perdida a RTVE? ¿Todo esto por la audiencia?

Al parecer, para conseguir el fichaje de este señor, los directivos de RTVE han puesto sobre la mesa de negociación, con las productoras del espacio, una oferta de 14 millones de euros por cada una de las dos temporadas que tendrían garantizadas.

¿Esto es verdad? ¿Todos los directivos de TVE están perdiendo la cabeza?

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