El Arca de Noé

Los animales no saben prestar

Los animales no saben prestar

Los animales no saben prestar / raúl mérida

Raúl Mérida

Los humanos no somos capaces de distinguir el significado de muchas de las palabras que usamos. Apenas distinguimos la diferencia entre vivir o respirar, o entre ser y parecer. Sin embargo, de todas las confusiones que habitan la mente hay una singularmente importante y que tiene un protagonismo especial en nuestros días. Se trata de la diferencia tan desconocida para muchos, que existe entre prestar y dar.

Me explico. Nos pasamos el día hablando de lo que supuestamente damos. Decimos: -Fíjate, con todo lo que yo he hecho por él o por ella, con todo lo que le he dado y, ahora, así me lo paga-. O, directamente, reprochamos al interesado y le decimos: -Mira, acuérdate de cuando yo te di ésto o lo otro. Por eso, ahora, querría que tú hicieras por mí, ésto o lo otro-. O, simplemente, cuando escuchamos a alguien lamentarse y repetir con dolor aquello de: -Con lo que yo le he querido o le quiero, con lo que le he dado. Y él o ella, conmigo, fíjate como se ha portado-.

Son sólo algunos ejemplos de frases que usamos a diario para encubrir una dolorosa realidad, y es que, en todos esos casos, nunca se ha dado nada, sólo se ha prestado. Dar es regalar y olvidar que se dio. Lo demás, son prestamos con derecho a devolución. Es importante tenerlo en cuenta.

Los animales, por el contrario, sí saben lo que es dar. Dan cariño y fidelidad, literalmente, a cambio de nada. Lo dan porque lo sienten y, por no necesitar, ni siquiera necesitan que el sentimiento sea mutuo. De hecho, cuando son abandonados en los albergues o refugios, si el dueño, por una de esas, se arrepiente y decide volver a por ellos, no los reciben cabizbajos, enfadados o rencorosos, todo lo contrario, lo hacen pegando saltos de alegría por el reencuentro, sin rechazo alguno, sabiendo que ellos son los mayores especialistas en dar que existen. Ellos no saben prestar.