Si elles hablaran

Agua para todos

Cebras junto al río.

Cebras junto al río.

Raúl Mérida

Sin agua no hay vida. Los abuelos de nuestros abuelos ya lo sabían. La buscaron en ríos, lagos y, sobre todo, en las profundidades de la tierra. Del agua dependía todo, su propia vida, el riego de sus cultivos y la supervivencia del ganado que les alimentaba.

La escasez de agua viene de antiguo. En localidades situadas en lo que hoy conocemos como Palestina o Israel se han encontrado textos legales antiquísimos que sancionaban a aquellos que no disponían en su casa de tanques para retener el agua de la lluvia. Por aquel entonces, el consumo responsable ya era esencial.

No es el único ejemplo de la lucha titánica por acceder a este elemento. En zonas tan desérticas de Sudamérica como los Andes, antiguamente la única posibilidad de encontrar agua era recoger la que se filtraba a través de la tierra durante la época deshielo, de hecho, algunos afirman que las famosas líneas de Nazca tienen que ver con ello, porque bajo las mismas hay cientos de kilómetros de túneles con galerías que podrían haber servido para transportar el agua bajo la tierra, evitando así la consiguiente evaporación. Puede que solo sea ciencia ficción o, simplemente, la lucha del hombre por la supervivencia.

Lo que está claro es que para nuestros antepasados el agua era un tesoro que había que criar, cosechar y consumir respetuosamente. Hoy, sin embargo, parece que hemos olvidado que se trata de un bien común que debemos proteger velando por su gasto responsable, por cultivos acordes a la climatología del terreno, por poner en valor cualquier sistema que recicle el agua permitiéndole una segunda vida y por políticas hidráulicas nacionales que, con independencia del lugar de nacimiento de un río, calmen con trasvases la sed de todos los pueblos de España.

Los animales son un buen ejemplo. En África, a primera hora de la mañana o de la tarde, todos los animales, amigos y enemigos, acuden a beber juntos a ríos y lagos sin que durante esos instantes unos ataquen a los otros. El agua es de todos.

La agenda 2030 de la ONU quiere conseguir que cualquier persona, por deprimido que sea el lugar en el que viva, tenga acceso a agua potable. No es fácil. La propia ONU ha avisado que los próximos conflictos bélicos del mundo no serán por diferencias religiosas, culturales o territoriales: serán por controlar el agua.