Especial Residencias

Ana María Hernández: "Lo más importante es humanizar y desinstitucionalizar los cuidados"

Labores técnicas como la realización de pruebas diagnósticas o la cura de heridas se complementan con otras de carácter más social, como la escucha activa, en el día a día de una enfermera en una residencia de personas mayores

Ana María Hernández Susarte, doctora en Enfermería por la UMU. | COLEGIO DE ENFERMERÍA

Ana María Hernández Susarte, doctora en Enfermería por la UMU. | COLEGIO DE ENFERMERÍA

l.o.

Las enfermeras son una pieza clave en nuestras residencias de mayores. Cuidan, tratan y acompañan durante todo el día y la noche. Cuando las necesitan, siempre están. Nos acercamos un poco más a su trabajo diario de la mano de Ana María Hernández Susarte, doctora en Enfermería por la UMU y fisioterapeuta, que lleva 8 años trabajando en la Residencia de Personas Mayores de San Basilio en Murcia, dependiente del Instituto Murciano de Acción Social (IMAS) de la CARM.

¿Cómo es el trabajo diario de una enfermera en una residencia de personas mayores?

Nuestro trabajo diario consiste en la cobertura de las necesidades de las personas mayores desde un enfoque interdisciplinar. Para ello llevamos a cabo cuidados de carácter más técnico (realización de pruebas diagnósticas, curas de heridas, etc.) y otros de aspecto más social (escucha activa, valoración de su situación personal, etc.). Es importante tener en cuenta que no son enfermos, sino que son personas dependientes funcionales, en mayor o menor grado, y que para ellos la residencia es su casa. Es por ello una condición sin equanon en este trabajo que «la enfermera sea consciente de donde está», para poder realizar así los cuidados más óptimos en función de las necesidades de cada persona y también para evitar que situaciones de despersonalización descritas en ocasiones por pacientes en los hospitales se extrapolen a las residencias.

¿Cómo se trabaja la autonomía del paciente desde la enfermería?

Debido a la presencia de residentes con diferentes grados de deterioro cognitivo, se intenta fomentar, en la medida de lo posible, que aquellos que aún poseen capacidades para realizar actividades básicas de la vida diaria tales como vestirse/desvestirse, higiene personal, ingesta de alimentos, etc… sean realizadas por ellos mismos, aunque siempre de forma supervisada y con ayuda si lo requieren. En el caso de la residencia donde trabajo, existen dos tipos de comedores, donde se les agrupa según su nivel de funcionalidad, y ello favorece que puedan establecer entre ellos relaciones sociales o de confianza. Además, se realizan diversos talleres manuales en los que se incentiva su autonomía.

¿Cuál es la situación de las residencias después de la covid-19?

Actualmente se permiten las visitas de familiares y la posibilidad de la salida del centro de los residentes. Se deben cumplir unas normas de higiene básicas durante las visitas de las que se les informa a los familiares previamente.

¿Qué papel tienen las enfermeras en la comunicación con los familiares?

Las enfermeras informamos de los aspectos inherentes a nuestro trabajo. Solemos informar a la familia cuando ellos lo precisan, bien de forma presencial durante las visitas, o bien de forma telefónica (existe un registro de familiares autorizados para ello). Dicha información es muy importante para ellos, ya que somos las profesionales del centro que asumimos la mayor responsabilidad en gran parte de la jornada diaria, estando presentes las 24 horas del día y pudiendo observar la evolución del residente de primera mano.

Además, dar a conocer a las familias cómo transcurre el proceso de envejecimiento es vital para que sean conscientes en ocasiones de las causas y/o consecuencias de situaciones a las que pueden enfrentarse.

Desde un punto de vista genérico, ¿qué es lo más importante en los cuidados de personas mayores?

Lo más importante es humanizar dichos cuidados y desinstitucionalizarlos en la medida de lo posible. Para ello, individualizar la situación de cada residente y su contexto familiar y social es básico, y así poder adaptarnos a sus necesidades y cumplir sus expectativas. En ocasiones, el conversar con ellos de forma distendida, sobre su pasado, sus inquietudes, y todo aquello que nos quieran contar, nos ofrece una información de gran valía que nos permite tener una percepción holística para poder aplicar unos cuidados de calidad. Ellos tienen mucho que aportar, y a nosotros nos enseñan cada día. Por ello no hay que olvidar que las personas con las que trabajamos están en la última etapa vital y que somos la mano tendida para acompañarlos en ese proceso de la forma más digna, empática y respetable posible.