El cuento de los martes

Beto en... ‘Las vacaciones del resto del grupo"

L.O.

Como contamos la semana pasada, Beto pasó la Navidad con sus primos y sus tíos, que se quedaron a vivir en su casa hasta el día de Año Nuevo. Con ellos compartió largas horas de juego y conversaciones. Seguro que nuestros atentos lectores recordarán que la semana pasada dejamos a Beto con el regalo de Navidad de parte de sus tíos y sus primos, un videojuego, completado en un 60 por cierto tan solo en el primer día. Pues vale: no sorprenderá a nadie que digamos que lo completó al cien por cien durante el día siguiente. Así que tuvo que echar mano a juegos que ya se había pasado para matar las horas hasta que volvieron las clases.

La vuelta de vacaciones fue esta vez bastante buena para Beto. Se alegró de volver a encontrarse con su pandilla: Hugo, María y Juanfra, a quienes no había visto durante todas las vacaciones, ya que los tres habían abandonado el pueblo para irse de viaje con su familia.

Hugo se había ido a la playa. Contó que no había estado en el hotel más que para dormir y que se había bañado en el agua helada cada día, como si fuera una especie de superhéroe al que no le afectara el frío. Beto pensó que exageraba, pero no se atrevió a llevarle la contraria y fingió que se lo creía todo. Además, Hugo contó que habían ido de excursión, él y sus padres, a las montañas de alrededor, y que había encontrado unos cuantos fósiles de dinosaurio. Ante la petición de Juanfra de que se los enseñara, afirmó que se los había olvidado en el hotel y ahora ya no podía recuperarlos. «Esto ya es demasiado», pensó Beto. Hugo solía ser un poco fantasioso, pero esta vez se estaba pasando. Otra cosa no, pero el viaje le había despertado la imaginación. Demasiado.

Por su parte, María había ido a la montaña. Pero no de excursión, como Hugo, sino a esquiar. Con las gruesas gafas y enfundándose los esquís, se había lanzado pendiente abajo sin ningún tipo de miedo, incluso sin sus padres para vigilarla. También había practicado snowboard y había llegado a completar con éxito un circuito de obstáculos, aunque adaptado para niños, eso sí. «Impresionante», se dijo Beto. Y lo cierto es que lo era. María no tenía miedo de nada. Pero lo que más le impresionó a Beto no fue que su amiga hubiera completado un circuito de obstáculos sin haber pisado nunca antes uno, sino comprobar que no decía ni una sola mentira, al contrario que Hugo. ¿Cómo podía ser amigo de dos personas tan diferentes? No lo sabía, pero lo era y lo seguiría siendo. María, con los pies en la tierra, contrarrestaba las mentiras de Hugo. En cierto modo, ambos se complementaban y el grupo no sería lo mismo si uno de los dos faltara.

Para sorpresa de nadie, Juanfra había ido de «excursión» a un campamento educativo en el que se había pasado casi todos los días de vacaciones, excepto Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo, aprendiendo. Había estudiado de todo: Matemáticas, Historia, Lengua, Geología... Para no aburrir a sus amigos evitó entrar en detalles, pero Beto sabía que con lo que había aprendido en el campamento le bastaba para sacar ventaja a la clase entera. No le cabía duda de que Juanfra sería este año el número uno de la clase en todas las asignaturas.

Cuando hubieron acabado de contarse lo que habían hecho durante las vacaciones, llegó el momento que Beto tanto había estado esperando y, sin más preámbulos, dijo: «Bueno, ¿y qué vamos a hacer ahora para empezar bien el año?». Como era de esperar, las ideas comenzaron a volar y tardaron en decidir qué harían. Pero esa ya es una historia para la semana que viene.

Actividades

Ya llevamos casi cinco meses siguiendo las aventuras de Beto. Más o menos podemos conocerlo. Hemos entrado en su mente y leído sus pensamientos en no pocas ocasiones. Así que, venga, intentemos adivinar qué es lo que Beto y sus amigos se proponen hacer para comenzar el año. Haz una apuesta con tus amigos. El que acierte tiene que ser invitado a merendar la semana que viene. Suerte.