Opinión | La balanza

La renovación

Una semana más no puedo hablar de la renovación de los miembros del CGPJ, cuya fórmula no deja más remedio que acudir a sorteo

Felipe González, expresidente del Gobierno de España, en el programa ‘El Hormiguero’.

Felipe González, expresidente del Gobierno de España, en el programa ‘El Hormiguero’. / Atresmedia

Viendo el otro día El Hormiguero entendí cómo se podía votar tanto a un partido político en otra época, quizás porque no se parece en nada al de ahora. Oyendo a Felipe González comprendí que una cosa es gobernar y otra estar ahí (en la Moncloa), según él mismo explicó. Le dio un repaso monumental al despectivamente llamado ‘Pedrito’ por el presidente argentino, tras ser este insultado por un ministro español, diciendo que se mete (no se sabe si antes o después) no sé qué cosas. Muy finos, educados y, sobre todo, diplomáticos ambos; el ministro (al que, por cierto, no se le ha reprobado lo más mínimo por su jefe) y el presidente argentino, que afirmó tener ‘match ball’ al presidente español. Qué nivel, tan distinto al que demostró el señor González, cuyo talante (como diría Zapatero, el tercero que tal baila) no solo sigue intacto, como cuando barría en las elecciones generales, sino que se ha incrementado su carisma con la pausa y la perspectiva que dan los años y el haber gobernado hasta hartarse de sí mismo, según dijo. Por lo que hay que cambiar los cargos públicos con el tiempo.

Y hablando de renovar, una semana más no puedo hablar de la renovación de los miembros del Consejo General del Poder judicial, cuya fórmula, dada la situación en la que estamos (más de cinco años y medio atrasados en su renovación por falta de un mínimo acuerdo entre los dos grandes partidos políticos de este país, a pesar del apadrinamiento de Europa, que al parecer nos ha dado ya por imposible) no deja más remedio que acudir a un sorteo. Lo dijo Felipe y lo propone también el actual presidente de dicho Consejo, que dice se irá antes del verano si no se renueva ese órgano. Antes, este había propuesto otra solución más jurídica y menos dejada al azar, como era la creación de un tribunal formado por jueces para que elijan a los candidatos al Consejo, pero visto que la anterior propuesta, que la envió Guilarte al Congreso y al Senado, no solo no la han aceptado, sino que ni siquiera le acusaron recibo de haberla recibido, es por lo que opta ahora por el sorteo como mal menor.

Veamos en qué consiste esta extraña pero útil fórmula para evitar la captación política de esta institución. El presidente del Consejo en la reunión de presidentes de Audiencias de toda España, celebrada en Valencia, secundó esa propuesta del sorteo -que, por cierto, ya había presentado la jurista de la fundación ‘Hay Derecho’, Elisa de la Nuez-, abandonando, al menos momentáneamente, la solución del tribunal de jueces para elegir a sus representantes; esto es, que sean los propios jueces los que elijan a sus representantes, creando para ello una comisión especializada que valore méritos y capacidades de los candidatos a vocal del órgano administrativo de los jueces. Dice Guilarte que lo que impide el desbloqueo para la renovación del Consejo es, por un lado, que la política quiere tener en el ámbito judicial su cuota de poder, y por otro, que los nombramientos son absolutamente discrecionales, porque piensan que los elegidos para el Consejo actuarán conforme al mandato de quienes le han designado. Por contra, ha dicho el presidente en funciones del Consejo que la propuesta de Podemos de que sea la mayoría parlamentaria quien elija a dieciséis vocales y el senado a otros cuatro es aterradora y dramática. 

Para mí, sin llegar a ese dramatismo, lo cierto es que como mínimo refleja un ansia de controlar al Poder Judicial inaceptable y muy peligrosa si se quiere estar en un Estado de derecho. Pero, en fin, viendo que a los jueces y a los periodistas los quieren controlar, no me extraña nada esa propuesta. Solo falta que a un fugado de la justicia lo nombren presidente del Consejo General del Poder Judicial, y a los demás fugados sus vocales. Pronto los jueces serían elegidos directamente por el Poder Político a dedo conforme el partido que mande en cada comunidad autónoma.

Entretanto, estamos expectantes a ver qué pasa en Cataluña y, por reflejo subsiguiente, en España. ¿Será el ganador de las elecciones catalanas quien presida su Gobierno?, o como quiere el perdedor de las elecciones y recuerda desde Francia: que al igual que Sánchez perdió las elecciones y ahora gobierna, él también quiere lo mismo. Me apoyas tú en Cataluña y yo en España, intercambio de favores. ¿Qué pasará?, ¿quién de los dos cederá?, ¿se aprobarán más leyes o serán retiradas minutos antes de ir al Congreso, como la reciente del suelo?, ¿se aprobarán alguna vez los presupuestos generales del Estado?, ¿habrá elecciones generales anticipadas?

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