Opinión | Murcia D. F.

La Ciudad Deportiva del Murcia, ciencia ficción

La ejecución del proyecto liderado por el equipo de fútbol de la capital necesitará de un Plan Especial en el marco del PGOU, un procedimiento lento y nunca exento de polémica, además de tener que lograr los terrenos que aún no son municipales en su totalidad

La presentación de la Ciudad Deportiva del Real Murcia.

La presentación de la Ciudad Deportiva del Real Murcia. / Israel Sánchez

De momento es una película futurista sin visos de que pueda materializarse a corto o medio plazo pese al optimismo que mostraron tanto el alcalde de Murcia, José Ballesta, como el presidente del Real Murcia, Felipe Moreno, en la presentación el pasado jueves de la Ciudad Deportiva que quieren levantar los pimentoneros junto a la avenida Juan de Borbón de la capital. Mucho vídeo, muchos aficionados, mucho discurso, muchos políticos, muchos aficionados...

Todo buenas palabras y buenas intenciones sin despejar las dudas que rodean al proyecto desde el principio. El Gobierno local, que debiera aplicarse en esta historia con luz y taquígrafos, hace lo contrario y aún no ha explicado con rigor las cesiones que se realizarán para la materialización de este proyecto, cuánto costarán los terrenos a ceder a un club privado y particular (¿desembolsará algo el club?) y, sobre todo, quién pagará los gastos de urbanización, etc., antes de iniciar la construcción de lo que allí se meterá. 

Y no es moco de pavo lo que habrá que poner para cumplir con el Plan de Infraestructuras Hidráulicas que afecta a esa zona de Murcia y para construir los accesos desde las distintas vías de comunicación. Un pastón que nadie ha dicho hasta el momento cómo se financiará y si finalmente le tocará al erario municipal adelantar el presupuesto haciendo un sobreesfuerzo y recortando aún más partidas que han sido segadas de manera impúdica.

El gran drama de todo este proyecto es que ni siquiera el Ayuntamiento ha obtenido todos los terrenos necesarios para hacer la Ciudad Deportiva. Faltarían miles de metros (unas fuentes dicen que 100.000 otras que 70.000 metros cuadrados) para completar el ámbito del equipamiento deportivo. Hasta ahora, los metros cuadrados conseguidos se han realizado por el desarrollo de los planes parciales de la zona, pero en estos momentos si hay prisa por cumplir el compromiso de esta instalación el Consistorio puede verse abocado a una situación un tanto desesperante. Tendría que ir a una expropiación de suelo con el consiguiente gasto para las arcas municipales (¿nuevos recortes en gastos y quizá subida de tasas e impuestos?) o a cesiones de terreno voluntarias por parte de los propietarios.

La obtención de suelo para este proyecto es un punto clave, al igual que la cesión de unos terrenos que podrían suponer para el Ayuntamiento en caso de su venta, como mínimo, de unos tres millones de euros, una cantidad de dinero que permitiría al Consistorio arreglar muchos colegios, hacer parques prometidos durante años e iniciar algunas de las obras que se prometen año tras año. No es de suponer que el Real Murcia esté dispuesto a desembolsar semejante cantidad por las parcelas (urbanizables que no rústicas), que se quiere quedar.

Hay otra dificultad añadida al suelo, que no es menor, y que podría hacer que el proyecto encallara. El desarrollo de una iniciativa como esta necesita un Plan Especial, una figura que contempla el Plan General de Ordenación Urbana de Murcia (PGOU) y que todavía ni siquiera se ha esbozado. Esta herramienta que permite el urbanismo en Murcia lleva sus trámites y su lenta burocracia y, en ocasiones, lleva aparejadas polémicas y rechazo por parte de otros propietarios o de distintas instituciones y colectivos.

Además, la administración de la capital de la Región no se caracteriza precisamente por ser muy rápida a la hora de solventar este tipo de planes especiales, necesarios en el caso de la Ciudad Deportiva del Real Murcia por querer meter instalaciones que no son deportivas en un ámbito destinado a equipamientos deportivos, como hoteles, restaurantes, etc.

De la lenta burocracia pueden dar fe los barrios del sur de la ciudad, una zona en la que se estableció el Plan Especial del Carmen por el soterramiento de las vías del tren y del que se lleva hablando años sin que de momento se haya puesto un ladrillo. Por nadie pase.

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