Opinión | Murcia D. F.

¿Dónde están el palacio de cristal y el auditorio retráctil?

Los presupuestos del Ayuntamiento de Murcia para 2024 no llevan en el capítulo de inversiones ningún proyecto ilusionante de los presentados por los populares cuando estaban en la oposición y Serrano era el alcalde

José Ballesta, asomado al balcón del Ayuntamiento de Murcia en fechas navideñas.

José Ballesta, asomado al balcón del Ayuntamiento de Murcia en fechas navideñas.

Cuando se analizan los presupuestos del Ayuntamiento de Murcia para 2024 (han sido presentados y serán aprobados, tarde, en el pleno de este mes) es inevitable que venga a la memoria una canción infantil que reza así: ‘Dónde están las llaves, matarile, rile, rile; dónde están las llaves, matarile, rile, rile, rile. En el fondo del mar, matarile, rile, rile; en el fondo del mar, matarile, rile, ron chimpón’. Y no porque el Gobierno local, capitaneado por el alcalde, José Ballesta, haya perdido las llaves de la Glorieta, sede del poder local.

Viene a la memoria porque en el fondo del mar deben estar los grandes proyectos anunciados por Ballesta cuando José Antonio Serrano era alcalde tras la moción de censura. En esa época, el ahora autoridad municipal salía a la palestra cada mes para hacer anuncios grandilocuentes que dejaban al respetable boquiabierto. Algunos llamaron mucho la atención como el palacio de cristal del Malecón, un auditorio retráctil en las antiguas vías de tren junto a Aguas de Murcia con la primera supermanzana peatonal de 200.000 metros cuadrados (lo llamaron Murcia Arena), el cine más grande de España o túneles en la orilla del río para quitar tráfico de la ciudad.

A la vuelta de los meses y cuando le toca retratarse al Gobierno local y, concretamente al concejal de Gestión Económica, José Francisco Muñoz, se le podría cantar ‘dónde están las llaves’ o, afinando un poco más, dónde están esos proyectos anunciados. Por lo que se ha contado hasta el momento de los presupuestos del Ayuntamiento de Murcia, nada hace presagiar que se hayan incluido partidas para iniciar alguno de ellos. No es de extrañar que no saliera el propio Ballesta a hacerlos públicos cuando se convocó a la prensa el viernes pasado.

Se puede, por tanto, extraer, un par de conclusiones: o esas iniciativas no iban en serio y se quedarán en papel mojado (fueron orquestadas para darle una pátina de alcalde a Ballesta que en esos momentos estaba en la oposición y bastante calladito) o la Administración capitalina no tiene mucho dinero y cobra sentido lo denunciado por la oposición municipal. Hasta Vox ha hablado de bancarrota e intervención del Ayuntamiento por parte de los ‘hombres de negro’ del Gobierno central. Lo que iba a ser el primer presupuesto con auténtico sello popular (el de 2023 fue de puro trámite) se ha quedado en un ‘quiero y no puedo’ con proyectos manidos año tras año, e incluso con décadas de retraso, lo que demuestra que mucha originalidad no presentan. Ninguna idea-fuerza que pueda ilusionar a un municipio que rompe cada año sus propias estadísticas de contaminación y que, en algunos momentos, está más cerca de una parodia que de una ciudad moderna con sardineros arrancando semáforos para poder hacer avanzar a sus carrozas o suciedad y micciones por doquier en la fiesta más grande de la huerta, un espacio natural de la capital en el que las ilegalidades campan a sus anchas. Queda nada para ser Magaluf aunque no haya playa. Por cierto, qué fue de la playa fluvial anunciada en un río que ha sido declarado no apto para el baño por la Confederación Hidrográfica del Segura.

Qué bonito es soñar y pensar que se hará realidad todo lo que se ha prometido o contado. El Ayuntamiento lleva años hablando de la remodelación de la Cárcel Vieja, del yacimiento de San Esteban (se ha perdido ya la cuenta de las veces que se ha anunciado que por fin despega su recuperación), del bulevar del soterramiento, de la rehabilitación de los castillos de Monteagudo (en 2011 ya se anunció su recuperación y hasta se dijo que se instalaría un funicular) o el Parque Metropolitano del Oeste, una quimera para los vecinos de Barriomar que han ido encadenando decepción tras decepción.

Lo más real que contienen los presupuestos de la capital para este año es la subida de impuestos y el récord de recaudación, por tanto, que experimentarán las arcas municipales así como la necesidad de sufragar las inversiones sin poder recurrir a los bancos (de ahí que los de Abascal digan que las cuentas están al borde del colapso).

Otra cosa que planea sobre la contabilidad es el pago de las sentencias a las que se enfrenta la Administración local de los convenios de la zona norte y del parquin de Abenarabi, que suponen un desembolso importante de dinero. Unos pagos que, según dicen las malas lenguas, no están dotados económicamente. Que pase pronto el 2024 y llegue cuanto antes 2025, año en el que el alcalde ha prometido hacer una fiesta diaria para conmemorar los 1.200 años de la fundación de la ciudad de Murcia. Para eso ha creado el Gobierno local una Oficina de Eventos. Que la fiesta no pare. Por nadie pase.

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