Opinión | El blog del funcionario

Dos 'cardios', un ‘derma’ y medio médico de familia

Ha llegado la hora de remar en una única dirección, un gran pacto regional por la sanidad pública, para afrontar uno de los mayores retos que tiene la sanidad pública: su sostenibilidad

L.O.

L.O.

Y me los envuelve, que son para llevármelos a la mejor tierra del mundo. Todavía hay gente que cree que el personal sanitario se encuentra en las estanterías de unos grandes almacenes esperando que llegue el mejor postor para llevárselos envueltos en papel de regalo, y encima quieren que sean buenos profesionales, a ser posible de piel clara y empáticos.

El otro día, en un municipio murciano, «muy municipio» que diría M. Rajoy, una mujer se ponía nerviosa al acercarse a su servicio de urgencias de Atención Primaria al comprobar que no había ni médico ni enfermería. No le importó a la mujer que estuvieran en un domicilio ante una situación urgente, lo que ella quería es que alguien le atendiera, y rápido, ante el dolor de cabeza y angustia de su hijo adolescente.

«Quiero un médico ya, para eso pago mis impuestos» gritaba la mujer mientras su hijo adolescente apenas se sostenía de pie. La línea que separa la tranquilidad de la violencia se disipaba a medida que pasaban los minutos.

Pero se equivoca quien piense que la solución pasa por tener en cada esquina de esta Región equipos médicos para atender una demanda cada vez más exigente. No solo es insostenible, sino que es imposible, pues el personal sanitario, principalmente el personal facultativo, no está esperando en Amazon a que los contratemos, al contrario, es un bien escaso.

Si alguien pretende que hagamos como los hermanos de la película Siete novias para siete hermanos, donde los Pontipee se acercan al pueblo y secuestran a siete chicas para llevárselas a su casa, es decir, que nos acerquemos a Valencia, Albacete o Almería a ‘fichar’ médicos a golpe de talonario, otra vez se equivocará. Al igual que los que piden la dimisión inmediata del actual equipo directivo de la sanidad murciana, y es que con el actual modelo, pero sobre todo con el número de usuarios creciendo exponencialmente, dirija quien dirija, las listas de espera seguirán aumentando y el descontento subiendo.

No es la primera vez, ni será la última, que unos pocos defendemos cambiar el modelo, donde la equidad y las políticas preventivas se conviertan en uno de los pilares de la sostenibilidad del sistema. 'No faltan médicos, sobran enfermos', titulé un artículo hace un tiempo. «Doctor Livingstone supongo».

El modelo actual, con plazas limitadas en la facultad, donde la primaria la hemos convertido en la hermana pobre de la medicina y las políticas públicas preventivas siguen siendo residuales y puntuales, cuando una de las medidas estrella de San Esteban para mejorar la calidad del servicio público sanitario fue arrinconarlo y encorsetarlo con la ocurrencia, con carta a los empleados públicos (a una semana de las elecciones) de las 35 horas, que no solo no ha mejorado un ápice la calidad del servicio, sino que ha conseguido abrir más grietas, nos está llevando a un sistema que hace aguas por demasiados sitios.

Ha llegado la hora de remar en una única dirección, un gran pacto regional por la sanidad pública, donde ayuntamientos, colegios, sindicatos y asociaciones sean convocados por los dirigentes sanitarios para afrontar uno de los mayores retos que tiene la sanidad pública: su sostenibilidad.

Cualquier otra ocurrencia nos llevará a tensionar la sociedad y a los propios profesionales, y es entonces cuando algunos, y con razón, reclamarán que la gestión privada entre con la excavadora en nuestros hospitales, porque sería bueno que nadie olvidara que la sanidad es un gran negocio.

Hace meses dije que estaba abierto el plazo para la nueva carrera de medicina familiar y que Murcia era pionera en esa idea. Algunos pusieron el grito en el cielo. Hoy ya no es una distopía.

Suscríbete para seguir leyendo