El blog del funcionario

No faltan sanitarios, sobran enfermos

Sólo invirtiendo en Atención Primaria conseguiremos no solo estabilizar la falta de personal sanitario, sino que es el único camino para encontrar el equilibrio necesario para la sostenibilidad del servicio sanitario público

Miguel H. Valverde

Miguel H. Valverde

En España se calcula, según la última encuesta europea de salud de 2020, que fallecen al año más de cincuenta mil personas, la mitad prácticamente que se ha llevado por delante el covid-19 durante estos tres años.

Pero si el tabaco genera no solo muerte, sino enfermedades graves que hay que tratar, los datos médicos de una mala alimentación son demoledores. En la actualidad, el 25% de la población en España es obesa (solo por detrás en Europa de Gran Bretaña) o tiene problemas de sobrepeso, y la enfermedad ya causa 131.000 muertes al año en nuestro país.

La contaminación, otro de los factores que más hace llevar la presión a hospitales y centros de salud, se lleva por delante según los últimos estudios realizados entre quince y veinte mil muertos en España.

Sólo reduciendo a la mitad estos tres factores de riesgo (tabaco, contaminación y obesidad) conseguiríamos no solo evitar cien mil muertes al año, sino que el sistema sanitario público sería sostenible, y la presión en los centros de salud y hospitales desaparecería.

Sin duda a este ritmo de despreciar la prevención, y no imponer políticas públicas encaminadas a minimizar los daños irreversibles que suponen el consumo de tabaco, la contaminación o la obesidad, el sistema sanitario terminará colapsando. Primero se empieza con la privatización (los seguros privados ya ingresaron más de 65.000 millones de euros en 2022, por cierto, del millón y medio de madrileños que viven en el centro, más del 55% tienen seguro privado mientras la media es del 38% en la capital) como excusa para paliar la presión asistencial, pero la experiencia nos dice que al cabo de un lustro, y cuando el gasto sanitario se dispara, terminan de nuevo socializándose las pérdidas, eso sí, el desfalco y el deterioro ya se han llevado a cabo.

La prevención, estúpidos, la prevención

¿Por qué la Atención Especializada es la gran enemiga de la Atención Primaria? La respuesta es fácil, miren a su alrededor y pregúntense quienes son los primeros beneficiados de que la Atención Primaria siga siendo la hermana pobre y bastarda de la sanidad pública.

Sólo invirtiendo en Atención Primaria conseguiremos no solo estabilizar la falta de personal sanitario, sino que es el único camino para encontrar el equilibrio necesario para la sostenibilidad del servicio sanitario público.

A menor atención temprana, mayor necesidad de atención especializada, o dicho de otra forma, a mayor inversión en prevención, sobran especialistas.

Imagínense por un momento que en cada centro de salud hay un especialista en nutrición, la obesidad infantil, con especial incidencia en España, se ha convertido en uno de nuestros grandes retos, y que gracias a estos profesionales conseguimos que dicha obesidad quede aminorada sustancialmente, ¿sabe cuánto dinero estaríamos ahorrando a las arcas públicas? Se calcula que por cada euro invertido en la lucha contra la obesidad, nos ahorraríamos entre doce y quince euros en gasto sanitario.

Ahora, siga imaginando y piense en lo que cuestan al sistema sanitario público las consecuencias del tabaquismo en España. El Comité Nacional contra el Tabaquismo calculó en 2020 que suponen unos ocho mil millones de euros anuales, casi dos veces el presupuesto de la Comunidad Autónoma de Murcia.

Todos los grupos políticos prometen aumentar las plantillas de médicos y enfermeros, como si no hubiera más profesionales en el sistema sanitario público, incluso los propios colegios profesionales y sindicatos reclaman más personal, pero nadie pide entrar al fondo del problema. ¿Por qué? Pues simplemente porque la sanidad es el gran negocio del estado del bienestar.

Se avecinan tiempos complicados, Europa ha comenzado a enviar las primeras señales sobre la necesidad de controlar el gasto público, lo que significa que o pagamos más impuestos o comenzamos a amputar servicios públicos, y otra vez la historia nos dice que los recortes son la opción elegida. Vendrán entonces las manifestaciones, las huelgas y la necesidad de dotar a la sanidad pública de más profesionales, y de nuevo volveremos a la casilla de salida, y es que como dicen los catalanes: «El negoci és el negoci».

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