Opinión | Mamá está que se sale

Informe Petras

Al final, quizá seamos una generación que vive peor que sus padres. Pero es que nuestros padres sabían dónde estaban y a lo que podían aspirar, y a nosotros parece que sólo nos llega un mensaje que dice «atrévete a soñar»

Bansky.

Bansky.

En el año 96, el sociólogo americano James Petras elaboró un informe en el que vaticinaba la quiebra del mercado laboral tradicional, y adelantaba que seríamos los primeros que viviremos peor que nuestros padres. Julio Anguita le añade la coletilla de que, encima, somos una generación criada entre algodones. Algo de razón sí tiene. Si puedes, búscalo, sale en varios vídeos animando a la rebelión y a lectura del informe.

Julio Anguita me encantaba. Creo que es, junto con José Múgica, el único que ha vuelto a su trabajo después de la política, y aunque algunas de sus propuestas eran para echar a correr, tenía la sensatez y el sentido común de quien no debe favores.

Pero el informe Petras fue guardado en un cajón por sectario y poco objetivo, por más que la izquierda más radical quisiera ver una confabulación de los poderes del neoliberalismo. España hacía tiempo que se había integrado en Europa, la integración laboral de la mujer empezaba a ser definitiva y, en general, el mercado laboral fue adaptándose a los nuevos tiempos. 

Es demoledor en el sentido de que, de todos los entrevistados, la mayoría tenían unas condiciones, efectivamente, mucho peor que las de sus padres, y lo que es más preocupante: no tenían pinta de mejorar. Nunca.

Lo que omiten los fanáticos del informe es que, ya en el prólogo, el autor dice que empezó por varios campos de investigación, pero que al final se centró en su vida cotidiana (el videoclub, el gimnasio, el bar de abajo…) y en las fábricas y lugares de obreros. Tampoco dicen nada de que, de todos los entrevistados, sólo hubiera dos mujeres (¿a quién fue a preguntar este hombre?). Claro, los resultados fueron para llorar. En resumen, y en otras palabras, que aunque para algunos el informe Petras sea un descubrimiento a la altura del santo grial, lo cierto es que por algo lo guardaron en un cajón.

Más en la actualidad, sí recuerdo cómo Emilio Calatayud, el juez de menores, hablaba de los terribles efectos que tuvo el ‘boom’ inmobiliario en la educación. Creó una generación de analfabetos que dejaron los estudios por subirse a un andamio. Cobraban millonadas mientras duró el invento. 

Cuando la burbuja pinchó, se encontraron con su propia burbuja de expectativas fatuas. Encima sin formación, inútiles certificados, y sin estudios, con el bagaje mental y emocional que se adquiere con ellos. Ese sí es un informe riguroso sobre el mercado laboral, sin necesidad de cribas sociológicas.

Al final, quizá seamos una generación que vive peor que sus padres. Pero es que nuestros padres sabían dónde estaban y a lo que podían aspirar, y a nosotros parece que sólo nos llega un mensaje que dice «atrévete a soñar». Y así, ¿quién va a querer trabajar?

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