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Colectivo de Mujeres por la Igualdad en la Cultura

Nuestros derechos, nuestros espacios, nuestras conquistas

Para luchar contra el negacionismo que quiere imponer la ultraderecha es necesario que se visibilice el largo camino recorrido por las mujeres para alcanzar una igualdad que ha repercutido en el bienestar de todas y todos

David Aguiler / EFE

David Aguiler / EFE

«Mi abuela luchó, mi madre luchó y ahora la que lucha soy yo». Este eslogan, coreado por mujeres jóvenes en la manifestación del 8 de Marzo, nos emociona, especialmente, a las mujeres mayores y nos llena de esperanza a todas, sin distinción de edad. Porque en esas frases se ve reflejada una historia que permanentemente se quiere hacer olvidar: la historia de la lucha de las mujeres por conseguir sus derechos generación tras generación. Después de cada periodo de avance, siempre sucede una fuerte reacción que pretende hacer creer al conjunto de la sociedad que las feministas siempre somos unas recién llegadas. No se quiere reconocer por parte de algunos partidos de la derecha y de la ultraderecha que el feminismo es un movimiento social y político, un movimiento emancipador, una lucha por la igualdad entre mujeres y hombres que se basa en la justicia social. Es también un movimiento internacional que no cesará hasta que se haya conseguido la igualdad para todas las mujeres, sin importar su país de origen. Porque mientras en España el número de mujeres universitarias supera al de los varones, en Afganistán, a las mujeres y niñas se les niegan todos los derechos, especialmente el derecho a la educación. Por eso el feminismo es una lucha que nos mantiene alertas, porque nuestras conquistas, incluso en los países en las que están recogidas en leyes, se pierden con facilidad en periodos de crisis y, sobre todo, con los avances de la ultraderecha y los fundamentalismos. 

En Europa, las mujeres presiden gobiernos y parlamentos, en Irán pueden morir por llevar la cabeza descubierta. En Ciudad Juárez, 2.300 mujeres han sido asesinadas en tres décadas (según datos de enero de 2022), mujeres pobres, jóvenes y migrantes. En España, donde existen leyes, organismos y servicios contra la violencia de género, seis mujeres han sido asesinadas desde enero de 2024, y un niño y tres niñas han encontrado la muerte a manos de sus padres en un ejercicio de violencia vicaria. La violencia contra las mujeres sigue presente en la sociedad española, pero la asimetría de estos datos es un ejemplo de la importancia de la presencia de mujeres en todos los puestos donde se ejerce poder para conseguir leyes que nos protejan.

Tres generaciones necesitó el movimiento sufragista para conseguir el derecho al voto. En Inglaterra, las sufragistas presentaron 2.588 propuestas al Parlamento hasta conseguirlo en 1928. En España se consiguió en 1931, durante la II República, gracias a la lucha incansable de Clara Campoamor. Esta conquista fundamental para las mujeres españolas no aparecía en los textos de primaria, transcurridas varias décadas de la instauración de la democracia en España. Las suizas no alcanzaron el derecho al voto hasta 1971, aunque ya en 1893 la Unión Suiza de Trabajadoras había exigido el sufragio femenino. Generaciones tras generaciones de mujeres en distintos lugares del mundo han soportado privaciones de libertad, castigos y burlas dentro y fuera de la familia por luchar por nuestros derechos. Muchas han pagado con su vida.

En España, de 1975 a 1978, las reivindicaciones del movimiento feminista van dirigidas sobre todo a abolir las leyes de la dictadura que nos impedían el ejercicio pleno de nuestros derechos, por ejemplo, abrir una cuenta bancaria sin el permiso del marido (a veces el salario ingresado podía ser el único sustento de la familia), necesitar la firma del padre o marido para obtener el pasaporte o ejercer la patria potestad. En los años ochenta se desarrolla el feminismo institucional, que exige políticas públicas a favor de las mujeres

La lucha del movimiento feminista español impulsa también los estudios de género en la universidad española. En 1985 se promulga la primera ley que despenaliza el aborto en tres supuestos. Habría que esperar hasta 2010 para una ley de plazos, ambas recurridas por el PP ante el Tribunal Constitucional. A partir de 2004 hay un gran impulso legislativo, ese año se aprueba la ley contra la Violencia de Género, en 2005 la ley del matrimonio igualitario, en 2006 la Ley de Dependencia, en 2007 la ley de identidad de género, y en ese mismo año, la ley para la Igualdad efectiva de mujeres y hombres, recurrida por el Partido Popular ante el Tribunal Constitucional. Se cierra este avance legislativo con la aprobación en 2011 de la ley de Titularidad compartida de las explotaciones agrarias. No será hasta 2017 que se apruebe el Pacto de Estado Contra la Violencia de Género, que suscriben todos los partidos presentes en ese momento en el Congreso de los Diputados. Habrá que esperar a 2020 para la aprobación de la Ley orgánica de Garantía Integral de la libertad Sexual, conocida como la ley del ‘sí es sí’. La ley para la igualdad trans y LGTBI se aprobará en 2023.

Todas estas luchas del movimiento feminista, y su influencia en los cambios legislativos, han tenido una gran influencia en la mejora de la vida de las mujeres españolas y nos han puesto a la vanguardia en la conquista de los derechos de las mujeres, ahora debemos preguntarnos: ¿por qué no se incluye la historia del movimiento feminista en los currículos educativos? ¿Por qué en la mayoría de los centros educativos el estudio de la lucha y conquista de los derechos de las mujeres se limita al 8 de Marzo? Las mujeres no somos un colectivo, sino la mitad de la población. ¿Cómo van a conocer nuestras jóvenes el esfuerzo y la lucha por mejorar sus vidas que han realizado las mujeres que las precedieron? Existe una genealogía del feminismo que permanentemente se quiere ocultar.

Para luchar contra el negacionismo que quiere imponer la ultraderecha es necesario que se visibilice el largo camino recorrido por las mujeres para alcanzar una igualdad que ha repercutido en el bienestar de todas y todos.

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