Opinión | Tribuna Libre

Teresa Franco

Nuestras chicas del cable

En la relación de puestos de trabajo, las operadoras telefónicas están en el último epígrafe. De personal y de voluntad política depende que esto cambie, nuestras chicas del cable lo merecen

Freepik

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¿Os habéis preguntado alguna vez quién hay al otro lado del teléfono cuando llamamos al Ayuntamiento de Murcia? La serie Las chicas del cable, ambientada en los años 20 del pasado siglo, famosa por mostrar cómo las mujeres lograron acceder a trabajos que solo eran para hombres (por ejemplo, el de las primeras centrales telefónicas en nuestro país, en 1886), se inspiró en biografías reales de mujeres que buscaban su independencia. Eran valientes, fuertes, compañeras. Se convirtieron en amigas creando una red de apoyo en una sociedad muy machista.

Cien años después, mujeres maravillosas nos siguen conectando. Os presento a nuestras chicas del cable.

Ana, Begoña, María y Teresa son la primera línea de combate de un ayuntamiento que atiende a casi medio millón de habitantes. Cuando necesitamos información, o que nos pasen con alguno de los servicios que ofrece el ayuntamiento, como Vivienda, Hacienda, Igualdad entre hombres y mujeres, Vía pública, Atención al ciudadano, Alumbrado, Cultura, Deportes, Ayudas, Urbanismo… allí están ellas. El teléfono nunca para de sonar. En cada puesto de trabajo, ataviadas con sus auriculares, se las escucha decir, con una amabilidad exquisita: «Buenos días, Ayuntamiento de Murcia, dígame» o «Tome nota de la extensión», «No cuelgue, vamos a insistir»…

Sus puestos de trabajo, sus mesas. Sobre ellas, el ordenador y toda una serie de objetos orbitando alrededor, corazones de papel brillante que les recuerdan el amor de los hijos o hijas, que los hicieron en el cole para el Día de la Madre, pósits, luces de sal, fotos, números clave, lapiceros... Tienen una cafetera que les salva del cansancio muchas veces y otras favorece una conversación necesaria, sin cable. Van al trabajo con sus mejores trajes: la sonrisa y la educación. Unen sus diferentes personalidades en una estancia que se ha convertido en su segundo hogar. El roce hace el cariño, y eso se tienen, mucho cariño y respeto. Se ayudan en lo que pueden. Son los ambientes laborales donde prolifera lo necesario para darnos un buen servicio público. Gracias, por adelantado. 

Una vez, hubo un hombre atendiendo al teléfono. Estuvo un mes y medio sustituyendo una baja maternal. Era majísismo. Quizá algún día tengan compañeros varones con los que tomar un café en los descansos. De momento, todas son mujeres en este servicio funcionando más de 25 años.

Muchas veces son psicólogas, sociólogas, amigas, cuidadoras u orientadoras cuando nos escuchan. Resuelven problemas al instante.

Tienen cientos de anécdotas por contar; divertidas o románticas, otras dramáticas o demoledoras para el alma. Un hombre llamó porque quería encontrar a su compañero de la mili, cuarenta años después. Quería localizarlo (le entiendo, esos compañeros son eternos). Solo sabía que se llamaba Ramón, que su padre era fontanero y que vivía por la zona de Vista Alegre. En otra llamada, alguien quería que le pasaran con el servicio donde podía denunciar que a su canario lo había matado un cernícalo en el balcón. Otra persona pedía paso con el servicio de ‘los porrazos’ (al final comprendieron que necesitaba a Vía pública). 

Esta es muy dura: En pandemia, un hombre mayor llamó desde el hospital, porque sabía que moriría por Covid 19. Estaba aterrado, pensando que su mujer estaba sola en su casa y quedaría viuda. Quería que no la dejaran sola, sin atención, que le informaran de todo lo que tenía que hacer cuando llegara el momento y de si tendría alguna ayuda. Lloraron amargamente. 

A veces reciben muchos insultos y necesitan gestionar emociones propias y ajenas. Las han llamado por el caso de las víctimas del incendio de la discoteca, y han recibido muchos golpes, metafóricamente hablando. También las han llamado vecinos porque hay mal olor en viviendas cercanas, y a veces se trata de un cuerpo en descomposición. 

Quieren poner en valor el servicio de la policía, bomberos o los SEMAS. Aquí lo ponemos, gracias mil. Les llaman personas mayores solas. Y derivan a mujeres maltratadas al servicio de Violencia de Género del ayuntamiento, o cuando tienen problemas que consideran que pueden resolverse allí. Gracias por atenderlas, porque eso da sentido al mensaje «No estáis solas». Han recibido llamadas de mujeres que han perdido a su bebé y no saben cómo pedir permiso para enterrarlo en cementerios cercanos.

Ya las conocéis. Y como me conocéis a mí, no puedo cerrar este artículo sin reivindicar mejoras laborales. En la relación de puestos de trabajo, están en el último epígrafe. En el Servicio Murciano de Salud y en la Comunidad Autónoma, operadora telefónica tiene igual categoría que la de auxiliar administrativo. De personal y de la voluntad política (como todo) depende que esto cambie. Nuestras chicas del cable bien lo merecen. Son la vanguardia en la atención y la retaguardia en la situación administrativa. No es justo.

Sí, Ana, Begoña, María y Teresa son la primera línea de combate, la primera unidad móvil que atiende a quien lo necesita cuando llamamos por teléfono al Ayuntamiento de Murcia.

¡Un abrazo grande para mujeres grandes!

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