Opinión | Limón&Vinagre

Daniela Klette: La encantadora vecina del quinto

La exterrorista Daniela Klette, en una fotografía compartida en su cuenta de Facebook.

La exterrorista Daniela Klette, en una fotografía compartida en su cuenta de Facebook. / FACEBOOK

Siempre saludaba. Era la mujer que horneaba y regalaba galletas por Navidad; la que compraba productos eco, hacia su propia pasta y daba consejos sobre nutrición; la enrollada que bailaba capoeira; la que daba clases particulares de matemáticas y alemán a escolares de la zona; la que ayudaba a ciudadanos turcos a escribir cartas a las autoridades; la que paseaba a su juguetona perra Malaika (’ángel’ en suajili) y se detenía a charlar con otros paseantes… Pues sí, ya saben, la simpática, encantadora y amable vecina de toda la vida. Esa que un buen día aparece en los titulares de los diarios y deja boquiabiertos a quienes han sido sus compañeros de ascensor durante décadas. 

Para los vecinos, esa agradable mujer, algo taciturna, era Claudia Ivone, italiana, una extranjera más del barrio berlinés de Kreuzberg. Ahora, repasan algunos detalles de tantos años de convivencia e interpretan de un modo distinto ese timbre sin nombre o esa negativa a facilitar sus datos cuando su perro se enzarzó e hirió a otro. Sí, todo cobra un sentido distinto cuando sabes que, en ese sencillo, austero y algo destartalado apartamento de tres habitaciones, muy cerca del célebre Checkpoint Charlie, la policía ha encontrado municiones, una granada, un rifle kalashnikov, una pistola ametralladora y «armas pesadas de guerra».

Daniela Klette, ese es su verdadero nombre. Nacida en la entonces Alemania Occidental en 1958. Se la considera miembro de la llamada tercera generación de la RAF (Fracción del Ejército Rojo), grupo armado que pasó a denominarse Baader-Meinhof en honor a dos de sus fundadores (Andreas Baader y Ulrike Meinhof, ambos encontrados muertos en sus celdas en situaciones más que sospechosas).

Secuestros y asesinatos

Eran los años en los que aún resonaba el eco del «crear dos, tres… muchos Vietnam» del Che Guevara, cuando parte de la izquierda más radical tomó las armas contra el capital, cuando la jerga maoísta y leninista se entretejía con el tercermundismo. En la RAF, el combate se extendió a la sociedad de consumo y a un execrable pasado nazi. Sus acciones eran temerarias, inclementes. Entre otras, destaca el secuestro y posterior asesinato de Hanns-Martin Schleyer, representante de la industria alemana y antiguo oficial nazi de las SS. O el secuestro del vuelo 181 de Lufthansa, que unía Fráncfort y Palma de Mallorca. Los secuestradores pretendían la liberación de miembros de la banda. Después de cinco días de agónicas escalas, el avión fue liberado en el aeropuerto de Mogadiscio por un comando alemán antiterrorista. La operación se saldó con la muerte de tres terroristas y el capitán del vuelo. 

El 9 de noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín. Once meses después se produjo la reunificación alemana. El 20 de abril de 1998, la banda Baader-Meinhof comunicó en una carta: «Hace casi 28 años, el 14 de mayo de 1970, la RAF surgió en una acción de liberación. Hoy finalizamos este proyecto. La guerrilla urbana en la forma de la RAF es ahora historia». Klette y dos de sus compañeros pasaron a la clandestinidad. Desde entonces se los considera sospechosos de haber cometido, al menos, diez robos a mano armada y un intento de asesinato entre 1999 y 2016. Su objetivo ya no era ideológico, sino la más prosaica subsistencia.

Klette, la primera que ha caído del trío, fue detenida la semana pasada. Quizá con los años se relajó, por eso abrió un perfil de Facebook y llegó a colgar fotos de su grupo de capoeira y de excursiones al campo. Se cree que incluso llegó a viajar a Brasil con un pasaporte falso y participó en el desfile del Carnaval de las Culturas de 2011 arrojando pétalos de flores a su paso. 

Un periodista canadiense, utilizando un software de reconocimiento facial, la localizó hace unos meses. Tardó 30 minutos en dar con su rostro actual. La policía la ha detenido después de 30 años de búsqueda. El debate sobre la seguridad está servido. Es importante señalar que la policía alemana tiene prohibido usar dichos programas por las leyes de privacidad.

Klette, una de las fugitivas más buscadas de Alemania, vivió durante 30 años en el mismo centro de Berlín. Ahora se busca a sus compañeros de clandestinidad, se cree que también pueden residir en la misma ciudad. Quién sabe, quizá es aquel adorable anciano que da de comer a las palomas o ese miembro tan sensible del club de lectura del barrio. ¡Qué sorpresa! -exclamarán sus vecinos un día-, y pensar que siempre daba los buenos días.

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