Limón&Vinagre

Isabel Pantoja: Esplendor y miseria en Cantora

La Pantoja representa el vivo ejemplo de que, según de quien se trate, España es un país que, como aquellos que enfatizan para cerrar la discusión, perdona y no olvida, pero también que ni olvida ni perdona

La cantante Isabel Pantoja durante un concierto en Barcelona, en 2023

La cantante Isabel Pantoja durante un concierto en Barcelona, en 2023 / Manu Mitru

Jorge Fauró

Jorge Fauró

Google. Isabel Pantoja. ¿Quién es Mariló, la amiga de Isabel Pantoja? ¿Cuántos hijos biológicos tiene Isabel Pantoja? ¿Cómo se llama la nueva amiga de Isabel Pantoja? ¿Cuánto pesa Isabel Pantoja? «Estas son preguntas que los usuarios buscan frecuentemente en Google», aclara el buscador. Nada que tenga que ver con su actividad artística o sus problemas con Hacienda.

La primera y la tercera dan cuenta del interés de miles de internautas por la actualidad más reciente del personaje. La segunda y la cuarta ponen de manifiesto la fascinación de la audiencia por estar al tanto de los detalles más personales de esta artista que representa la última de su especie, aquel combo conocido en su día como las folclóricas, cuyo estatus se alcanzaba cuando la prensa y la sociedad entera anteponían al nombre el artículo del femenino singular y equiparaban a las tonadilleras con las grandes sopranos, como la Callas o la Caballé. Así se apuntalaron leyendas en vida, como la Piquer, la Jurado y tantas otras.

De ese modo, Isabel Pantoja se convirtió en la Pantoja, un bautismo de sangre que en el artisteo equivale a su Ilustrísima o a su Excelentísima; lo que el MIR para un estudiante de Medicina o el juramento de un ministro ante el Rey. Solo Lola Flores, cuyo aura poderosa se ganó a pulso el masculino plural de su clan, los Flores, era sencillamente Lola o -por si había alguna duda-, La Faraona.

Las noticias del nuevo disco y la gira con que María Isabel Pantoja Martín (Sevilla, 67 años) celebra sus cinco décadas en la música se entreveran estos días con la aparición de unas imágenes que son carnaza para el chismorreo: «Isabel Pantoja sale de su encierro: las primeras fotos con su nueva mejor amiga en Córdoba», un titular sibilino y con trampa, heredero de aquel «Isabel Pantoja y María del Monte. Juegos y mimos en la playa», con que la revista Diez Minutos abrió su portada en agosto de 1995, para dar un giro de guion al personaje de viuda de esa España de toros, tragedia y copla que la cantante arrastró tras la muerte de Paquirri, de la que en septiembre se cumplirán 40 años. El torero habría soplado 76 velas mañana, 5 de marzo, lo que servirá probablemente para alimentar a revistas y programas de televisión con más noticias sobre la madre de Kiko Rivera.

Perdón y olvido

Incluso para los más informados resulta imposible conocer todos los detalles de la vida de Isabel Pantoja: si se habla con sus hijos o si algún día dejó de hacerlo; y si se habla, ¿lo hace con Kiko o con Isabelita?; si ha vendido su ático en Fuengirola o se traslada a vivir a Madrid; y si se traslada, ¿qué pasa con Cantora, la finca gaditana que en su día adquirió Paquirri y se convirtió en escenario del esplendor y la miseria de una artista, que no ha dejado de ser noticia durante los últimos 50 años? Es lo que ocurre cuando, involuntariamente o con meditada estrategia, el personaje devora a la persona, circunstancia que no se puede atribuir en exclusiva (esta palabra acompaña a menudo a la tonadillera) a las tertulias y al papel cuché que viven de contar la vida de la Pantoja, sino que en muchas ocasiones, por fuerza, han debido de ir precedidas de la colaboración necesaria de la protagonista. Dientes, dientes, que es lo que les jode.

La Pantoja representa el vivo ejemplo de que, según de quien se trate, España es un país que, como aquellos que enfatizan para cerrar la discusión, perdona y no olvida, pero también que ni olvida ni perdona; o que no perdona y olvida; y que tampoco reniega de la mayor: hay una parte de la sociedad que también perdona y olvida. La colectividad atesora todas las combinaciones posibles de la aserción.

Isabel Pantoja se beneficia, aunque no lo admita, de la consideración de que sus miles de seguidores y los medios que habitualmente la elevan al papel de protagonista optan por el perdón y el olvido. Nada arrastra más viento a favor de la cantante que el hecho de que se hable de «su nueva mejor amiga» y no de los 4,2 millones de euros que adeuda presuntamente a Hacienda; o de su implicación pasada en uno de los casos más graves de corrupción inmobiliaria e institucional habidos en España, el caso Malaya, por el que fue condenada en 2013 a dos años de prisión por blanqueo de capitales y al que debe su estancia por más de un año en la cárcel de Alcalá de Guadaira (la condena expiró en 2016).

Salvo aquella decisión judicial, en la vida de la Pantoja nada es verdad ni es mentira. Es tal la infodemia que todo debe considerarse presunto. ¿Cuánto pesa Isabel Pantoja?, se preguntan en internet. 52 kilos, responde el buscador. Presuntamente.

Suscríbete para seguir leyendo