La Feliz Gobernación

La vida sigue igual

Encuesta del Cemop. Mientras los murcianos no perciban de manera clara que López Miras, además de un político hábil es también un político eficaz no habrá mayorías absolutas para el PP. Esta cuestión es la asignatura pendiente del presidente desde que accedió al cargo

Ilustración de Leonard Beard.

Ilustración de Leonard Beard.

Ángel Montiel

Ángel Montiel

El Cemop ha clavado los resultados electorales del 28M con efecto retroactivo. Para que no se diga que las encuestas fallan, podríamos ironizar. Ocho meses después de las elecciones autonómicas y transcurridos más de tres de Gobierno PP/Vox, la vida sigue igual. La representación de las distintas fuerzas políticas se mantiene inalterable, como el rostro de Jordi Hurtado tras veinticinco años en Saber y Ganar. El mundo da vueltas, a veces hasta de campana, pero en la Región de Murcia ni se siente ni se padece. Sin novedad en el frente.

El PP de López Miras volvería a ganar hoy las elecciones con el mismo número de diputados, a dos de la mayoría absoluta, y la única novedad es que Vox incrementaría un escaño a costa del PSOE, mientras Podemos se estabilizaría en sus dos representantes. Vox es, por tanto, el único grupo que registra una ligera variación al alza, lo que confirma que su buen asentamiento en la Región de Murcia no está al pairo de los vientos que, en el ámbito nacional, reducen las expectativas de Abascal, según las encuestas generales.

Pero, por increíble que parezca, son los socialistas quienes con mejor cara han recibido los datos de este sondeo. Pierden un diputado, sí, pero ‘solo’ un diputado. Los experimentos constitucionales de Pedro Sánchez y sus jugadas parlamentarias de alto riesgo podrían haber hecho predecir un mayor impacto en la solvencia electoral del PSOE en una Región en que la dirección del partido se muestra absolutamente seguidista del sanchismo, sea lo que sea aquello que el líder nacional procure. Poco desgaste sufren para el que podría sospecharse que tendrían que soportar. Y este es el motivo por el que el retroceso virtual ha sido recibido casi con alivio. 

Que el Cemop refleje tan solo un mal menor para los socialistas murcianos puede alentar a éstos a considerar que más adelante, superada la coyuntura de los juegos malabares al borde del precipicio, estarían en disposición de recuperar su posición. Pero ¿cuál es su posición? Al margen del poco aliento que les ofrece la encuesta, su situación parlamentaria real es ya indigente, coloca al partido en un emplazamiento de muy larga espera para disponer de opciones de poder y, por si fuera poco, no hay señales de que en su interior germinen voces críticas que hagan suponer la creación de nuevos liderazgos que aspiren a algo más que a representar a malas penas a la oposición. No es que el PSOE retroceda para tomar impulso, sino que lo hace como los cangrejos, en un avance por la dirección contraria. 

Cuanto más bracea el PSOE desde la Moncloa más letal será esa política para su recuperación en los territorios. El PSOE murciano, por tanto, está inmerso en un proceso sacrificial cuyo rédito se percibe en el Consejo de Ministros, pero sin posibilidades de traducción en la Región de Murcia

Si el PSOE ‘solo’ pierde un diputado es porque ya está en el límite de su suelo: ocupa el espacio de su propia irreductibilidad ideológica, sin alas para elevarse ni brazos para abarcar un frente decidido a construir una alternativa útil a las derechas. El PSOE murciano es su propio aparato más un refrendo inercial, reducto, de un lado, de lo que en su día fue, y de otro, de la resistencia testimonial a la derecha, pero incapaz de concitar un nuevo entusiasmo y menos una convocatoria transversal. 

La política nacional, a mayor gloria de su líder, ya produjo para los socialistas en las periferias autonómicas los efectos desoladores del 28M, pero tras las generales del 23J, embastado Sánchez al poder mediante alianzas y pactos extraordinariamente forzados y con fuerzas políticas extrañas a lo que sugiere su programa, la implosión se agudiza con el efecto consecuente: cuanto más bracea el PSOE desde la Moncloa más letal será esa política para su recuperación en los territorios. El PSOE murciano, por tanto, está inmerso en un proceso sacrificial cuyo rédito se percibe en el Consejo de Ministros, pero sin posibilidades de traducción en la Región de Murcia. En ese contexto, perder un diputado en una encuesta es casi un motivo de celebración.  

Pero ¿y López Miras? Se mantiene ahí, encaramado a la tapia, pero sin que su mano alcance el bordillo para adquirir el impulso que le permita alzarse sobre ella. Cosas que no le han restado: el largo periodo de espera antes de su previsible pacto con Vox, y menos la aceptación final para acabar integrando a los abascales en su Gobierno. Cosas que no le han sumado: ponerse en la vanguardia autonómica contra el bordeo constitucional de Sánchez. 

Si el PSOE ‘solo’ pierde un diputado es porque ya está en el límite de su suelo: ocupa el espacio de su propia irreductibilidad ideológica, sin alas para elevarse ni brazos para abarcar un frente decidido a construir una alternativa útil a las derechas

La pupica de López Miras no es Sánchez; Sánchez trabaja para él. Su pupica es Vox. Y, por lo que se deduce del sondeo del Cemop, la cosa va para rato. La entrada de Vox al Gobierno ha sido santificada como inevitable, previsible y aceptable por el electorado del PP, pero la consecuencia inicial ha sido el fortalecimiento del primero. Puede deducirse que mientras los abascales tengan un respaldo sustantivo de la derecha sociológica murciana, López Miras deberá apoyarse en ellos.

¿Qué está haciendo el presidente al respecto? De momento, dejar el mundo correr. Podría suponerse que el mejor modo de neutralizar a Vox sería asumir la política de Vox, pero López Miras, que es un político-político, le pone mayor inteligencia. En realidad, está tratando de ocupar el espacio de centro que le deja libre el PSOE, a la espera de que Vox se consume por inanición. Un efecto que, a la vista está, parece que requiere de un más largo plazo. El partido de Antelo tiene menos capacidad de maniobra dentro del Gobierno que fuera de él. Los sectores y grupos de presión que han hecho que Vox enraice en la Región van a ir comprobando, poco a poco, que no es un instrumento decisivo para sus intereses. Si López Miras no cede al reclamo de la reforma de la Ley del Mar Menor, el sector agrícola organizado constatará que su apuesta por Vox no es útil, a pesar de haberlo empotrado en el Gobierno. 

López Miras ha neutralizado sutilmente a Vox. En Fomento lo tiene trabajando para adornar su gestión, en principio con más dinamismo que el anterior consejero genuino del PP. Y en la vicepresidencia, Antelo hace de Antelo, sin mayor consecuencia. Tal vez, la única derivación del pacto PP/Vox no sea lo que López Miras deba hacer sino lo que ha de dejar de hacer. Para desactivar a Vox, el PP debe jugar a largo plazo, y la legislatura solo acaba de empezar. Mientras Vox no baje a los niveles de Podemos, el PP murciano deberá llevarlo en la chepa. De momento, cómodamente, casi de manera imperceptible. 

Si López Miras no cede al reclamo de la reforma de la Ley del Mar Menor, el sector agrícola organizado constatará que su apuesta por Vox no es útil, a pesar de haberlo empotrado en el Gobierno 

Pero hay otro factor fundamental que limita el crecimiento de los populares, con Vox y sin Vox, y se llama gestión. Lo señala la encuesta del Cemop de manera muy gráfica en los capítulos relativos a la satisfacción con el Gobierno, confianza y asuntos de interés prioritario. Mientras los murcianos no perciban de manera clara que López Miras, además de un político hábil es también un político eficaz no habrá mayorías absolutas para el PP. Esta cuestión es la asignatura pendiente del presidente desde que accedió al cargo, y en esta ‘sábana dominical’ se ha venido insistiendo desde el principio. No basta con regatear al adversario, protagonizar los juegos florales del debate político, doparse con los efluvios del aparato mediático incondicional, justificarse en el victimismo e imponer las discrepancias a las posibilidades de acuerdo y cooperación, aunque sea sobre mínimos. Ni siquiera basta con contrastar la inoperancia de la oposición, una parte de la cual se remite a las medidas de un Gobierno central desacreditado en la Región, y otra ejerce el postureo de tribuna cada vez más inspirado en el teatro de marionetas con exhibición de objetos. 

Es la gestión. La constatación de que la política es útil y resuelve los problemas, beneficia a la mayoría social y tiene en cuenta las opiniones plurales. Compartir medallas entre Administraciones en vez de disputárselas. Disponer de un marco que haga comprensibles las iniciativas. El personal está harto del show. Es el tiempo de la gestión. De otra manera seguirá sin moverse nada.

Hay razones para suponer que López Miras era consciente de esto, a su manera, al comienzo de la actual legislatura. Era su hora. Pero las conveniencias de su partido en la política nacional (como en el caso del PSOE) abren una dinámica tentadora para abundar en el espectáculo. La encuesta del Cemop, con toda la prevención que merecen las encuestas, alerta sobre que el tajo está en la gestión. La gestión es lo que determina todo por sí misma. A falta de ella, la vida sigue igual.

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