Crónicas de Titirimurcia

Bienvenidos a la miseria

'Bienvenidos a la miseria'.

'Bienvenidos a la miseria'. / Ilustración de Leonard Beard

Antonio López

Antonio López

Por primera vez en mi vida me he sentido pobre; el continuo e inmoral bombardeo publicitario al que te someten las cadenas de televisión si quieres ver una película o un concurso es el mejor escaparate posible para ver todo lo que se puede comprar con dinero.

Este año, según se acercaba la Navidad, las campañas de anuncios de cosas maravillosas me hicieron darme cuenta de lo lejos que se encontraba mi capacidad adquisitiva de la mayoría de esas cosas. Nunca me había sucedido eso; de hecho, ni siquiera me lo había planteado. Cuando llegaban las fiestas compraba una serie de productos, algo más especiales de lo habitual, pero sin pasarme más de la cuenta.

Los últimos meses han sido duros, la subida de prácticamente todo, el alquiler, los impuestos, el seguro del coche y alguna pejiguera más me han dejado la cuenta vacía. Cuando llegó el momento de hacer las compras navideñas experimenté una sensación que no había tenido nunca: prácticamente no tenía dinero, este año no habría ningún lujo, ni en la mesa ni en el árbol, me sentí pobre, me sentí muy desgraciado, un fracasado, como dicen los americanos, ‘un perdedor’.

Aunque nunca he sido rico, la mayor parte de mi vida he vivido bien, unas veces mejor y otras peor, pero siempre he tenido lo imprescindible. Sé diferenciar perfectamente entre lo bueno y lo regular, y ahora también entre lo malo y lo peor. Lo terrible es lo que se siente cuando uno ve por televisión lo bien que viven algunos y eres consciente de que nunca vivirás así, y lo peor es lo que te sucede cuando has luchado por tener una estabilidad y disfrutar de una tranquilidad al final de tu vida, y cuando llega ese momento, te das cuenta de que no va a ser así, que todo es una farsa, que has dedicado toda tu vida a engordar a otros que sí van a vivir bien, otros que van a disfrutar de todo lo que tú ni siquiera has llegado a probar, otros que no dejan de decirte que te aprietes el cinturón para que ellos puedan malgastar tu dinero e incluso llegar a robarlo en muchos casos.

La consecuencia de todo esto es que tú, y millones como tú, terminarán viviendo miserablemente.

Esta breve historia que acabo de narrar es la cruda realidad para la mitad de las familias españolas, y de forma muy especial para unos seres en fase de terminal extinción, los pequeños autónomos, unos personajes que pasan toda su vida trabajando para mantener a muchos que no lo hacen, sin derechos de ningún tipo, ni al paro que cobra cualquier otro trabajador, ni a tener una baja por enfermedad, si no trabajan no ganan para vivir, pero tienen que pagar todos los meses por el derecho a trabajar, vendan o no vendan, trabajen o no trabajen, Hacienda los exprime sin límites, hasta el punto de tener que pedir préstamos una gran cantidad de ellos para pagar los impuestos por la mierda de beneficios que obtuvieron y gastaron en dar de comer a sus familias. Los políticos los han convertido en las auténticas ‘putas’ de este país y además tendrán que pagar hasta la cama.

Este año serán unas Navidades tristes para demasiada gente, la clase media está desapareciendo y en poco tiempo solo habrá ricos y pobres, funcionarios y políticos, el resto iremos desapareciendo lenta pero inexorablemente. Este es el futuro que nos han preparado, demasiados políticos, demasiados impuestos, demasiadas leyes y demasiados funcionarios para crearlas y hacerlas cumplir.

Es el cuento de la gallina de los huevos de oro, una gallina que agoniza a manos de la nueva casta, la que disfruta de todo y estas fiestas también lo hará, por supuesto, a costa de la pobre gallina.

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