Mundial de Fútbol Femenino 2023

Con dos ovarios: Legendarias sí, machorras no

La selección española celebra el título del Mundial.

La selección española celebra el título del Mundial. / DEAN LEWINS

Paula M. Gonzálvez

Paula M. Gonzálvez

Esperemos que sea la última vez que haya que repetirlo: los hombres sí lloran y el fútbol también es cosa de mujeres. La Selección Femenina ha llevado a España a lo más alto este 2023 en una gesta histórica. CAMPEONAS DEL MUNDO, como se ha repetido en todas partes, con un partido brillante frente a Inglaterra que quedó en un 1-0, aunque el marcador podría haber sido mucho más elevado, porque no faltaron ocasiones de gol para las españolas en el Australia Stadium de Sídney. Nuestras mujeres ya tienen su primera estrella en el pecho.

Lo que hizo este domingo el equipo entrenado por Jorge Vilda no fue solo lograr una recompensa al sacrificio y al talento de su conjunto. La victoria fue mucho más simbólica y se celebró tanto o más que la de 2010 de la absoluta masculina, porque las que hoy son vitoreadas y llamadas ‘Legendarias’ no hace tanto eran ‘machorras’ para muchos. 

Lleva mucho tiempo diciéndose que faltan referentes para las chicas que quieren dedicarse profesionalmente al deporte, aunque nunca ha sido falta de capacidad, sino del espacio que no se les ha dado a las mujeres. Y las que han destacado siempre lo han hecho a la sombra de los deportistas varones, como si ganar un oro fuera una mera anécdota si no hay testosterona de por medio. 

Será por falta de genias: Ruth Beitia, Fátima Gálvez, Lydia Valentín, Carolina Marín, Sheila Herrero, Arantxa Sánchez Vicario, Ona Carbonell, Mireia Belmonte, Sandra Sánchez, Gisela Pulido, Edurne Pasaban, Amaya Valdemoro, Blanca Fernández Ochoa, Miriam Blasco, Almudena Cid, Ana Peleteiro… y eso sin contar con Lili Álvarez, la primera española en participar en unos Juegos Olímpicos en 1924. 

Pese a todo esto, parece que hayan tenido que esperar a que una mujer gane dos veces consecutivas el Balón de Oro (Alexia Putellas) para girar la cabeza y la mirada hacia el fútbol femenino. Pura casualidad que la culé obtuviera el primero de ellos en 2021 y en marzo de 2022 el enfrentamiento del FC Barcelona-Real Madrid marcara récord de asistencia a un partido femenino en la historia de este deporte, con 91.553 espectadores en el Camp Nou. En el estadio de Australia este domingo no cabía ni un alma más. 

Al menos, esto ha servido a muchos futboleros para apreciar la calidad femenina sobre el césped. Algo que se pudo ver este domingo, y con lo que las Legendarias marcaron una clara diferencia, es que estas mujeres son plenamente conscientes de que el fútbol es un deporte de equipo. Ni un solo individualismo. Ni una sola estrellita que optara por desmarcarse con la única intención de brillar por encima del resto de compañeras, algo de lo que se ha pecado mucho a lo largo de la historia del balompié. Todas a una, como una piña, y demostrando su excelencia técnica.

No son mejores futbolistas que hace dos años (aunque la experiencia sea un plus), pero se les ha tomado más en serio: este ha sido el primer torneo en el que la Federación Española les ha permitido tener a sus familias e hijos cerca; no viajar en vuelos comerciales, sino en Chárter (como los hombres); tener nutricionista y contar con cuatro fisioterapeutas. Se plantaron contra la Federación y ganaron. Eso también ayuda a ofrecer lo mejor de sí mismas en el campeonato, las OPORTUNIDADES.

Se está avanzando a pasos agigantados porque ya iba tocando. La primera edición oficial de la Copa Mundial de Fútbol Femenino se disputó en 1991, es decir, hace muy poco. Se le podría catalogar de torneo millennial, mientras que en el caso de los hombres arrancó en 1930. La cantidad de equipos que participan ha ido creciendo poco a poco, de la mano de los seguidores. El de este 2023 en Australia ha sido el más multitudinario de la historia, con estadios llenos, audiencias de récord, una repercusión nunca antes vista e inversiones publicitarias mucho mayores. 

Cuánto cobran: brecha abismal

Sin embargo, los números aún no están a la altura de estas grandes deportistas y la brecha de género sigue siendo abismal. En el pasado Mundial de Qatar (masculino), se destinaron 440 millones de euros para los premios en metálico, lo que se traduce en un 65% más de lo que se aporta al Mundial femenino. Bastante más del doble, aun teniendo en cuenta que este año la FIFA aumentó ese premio para el torneo de Australia en 150 millones de euros. Con ello, las ganadoras cobran diez veces más que en 2015 y tres veces más que en 2019. España se ha embolsado 3,9 millones de euros (242.000 por jugadora), una cuantía que ni se acerca a los 38 millones que se llevó la selección argentina de Messi.

Los primeros que parecen que van a actuar, en materia económica, serían los patrocinadores y marcas con sus inversiones, para aprovechar el tirón publicitario. Ayudaría, y mucho, a financiar los clubes para que las mujeres puedan ser iguales a los hombres en el mundo del fútbol. 

Se sumarían, para darles visibilidad, a otros pasos ya dados, como la creación del Spanish Girl's Club por parte de un grupo independiente de mujeres que disputó el primer partido de la historia de España en 1914; el paso de Anna María Martínez Sagi, la primera directiva del fútbol español que fue parte de la junta del Barça; el paso de la reina Letizia al saltarse el protocolo este domingo, cuando abrazó a cada una de las jugadoras -junto a la infanta Sofía, gran aficionada al deporte y, especialmente, al fútbol-, les entregó el trofeo, se metió en el grupo a celebrarlo como una más y botó entre los cánticos de ‘Leti’ de las futbolistas; tanto como los pasos de Alexia Putellas, Salma Paralluelo y su velocidad de vértigo -se tuvo que decantar por el atletismo o el fútbol y hoy es campeona del mundo-, Olga Carmona, Jennifer Hermoso (Jenni), Ona Batlle, Aitana Bonmatí, Alba Redondo, Eva Navarro… y tantas más.

Ya se conocía su talento en el gremio, solo necesitan que se les haga saber que el resto del mundo reconoce su gesta y que, con ello, lleguen las mejoras y la igualdad. Que Rubiales no enturbie la gesta histórica de nuestras mujeres de la selección. Ahora, más que nunca, es su momento: las protagonistas son ellas, las que se han dejado en el campo sangre, sudor y lágrimas. Y hasta el último aliento.