PINTANDO AL FRESCO

Emigrando que es gerundio

Un temporero trabajando en el campo. |  L.O.

Un temporero trabajando en el campo. | L.O. / santiago cabrera catanesi

Enrique Nieto

Enrique Nieto

En unos días, alrededor de 15.000 españoles y españolas (muchos más hombres que mujeres) viajarán a Francia para unirse a otros trabajadores en la recogida de la cosecha de uva en ese país, como ustedes saben, uno de los más importantes productores de vino de calidad apreciado en todo el mundo. Desde nuestra Región partirán más de seiscientos, que son muchos menos que los 2.000 que acudían en los años 80. Tendrán trabajo hasta octubre si todo les va bien, y volverán con unas buenas cantidades de dinero porque en la Vendimia se paga el trabajo como se debe. El sueldo es normal, a casi 12 euros la hora trabajando 35 a la semana, pero puede incrementarse mucho si se hacen horas extraordinarias, que llegan a pagarse a un 50% más de dinero.

Ya ven ustedes, en muchos casos seguimos siendo un pueblo de emigrantes. Hay españoles que viajan a otros países en busca de una vida mejor, y no solo me refiero a los vendimiadores, sino a todos esos médicos, enfermeros y otros profesionales que se forman aquí y después se marchan a países donde se les trata y se les paga mejor. A menudo se habla de las dificultades para encontrar a personal que quiera dedicarse a los oficios tradicionales, entre ellos, a la agricultura, como es el caso de los que van a la recogida de uva en Francia. Aquí faltan camareros, faltan carpinteros, faltan mecánicos, y hay quien no entiende que haya personal en el paro pudiendo disponer de puestos de trabajo. La respuesta al problema es muy clara, los sueldos son bajos (en la vendimia francesa es fácil sacarse 2.000 euros o más al mes si se tiene ganas de trabajar) y las condiciones a menudo muy malas. No hace mucho se hablaba en estas páginas del caso de un trabajador de hostelería al que no le pagaban las horas extras que realizaba a diario, que eran muchas.

En Alemania tienen actualmente un problema muy parecido al nuestro en el tema de los oficios. Les falta gente que quiera dedicarse a ellos, así que han aprobado una ley por la cual los inmigrantes podrán acceder al territorio alemán con mucha más facilidad que la actual, pasar un año sin problemas en el país formándose para poder trabajar en una especialidad con sueldos adaptados a su rendimiento, por lo tanto, muy motivadores para los que viven en países menos desarrollados. Algunos de los partidos de extrema derecha (parece mentira que hasta en Alemania, después de las experiencias que han tenido, pueda surgir gente con esos planteamientos políticos llenos de racismo y de odio al diferente) han protestado por estas leyes, pero está claro que, si Alemania quiere seguir siendo el motor económico de Europa, tendrá que aceptar que otros hagan los trabajos que ellos no quieren hacer.

Todo este asunto me ha recordado el año 1964 aquí, en España. Ante el poquísimo caso que nos hacían fuera del país y las muchas críticas a su feroz dictadura, el franquismo decidió hacer una gran celebración a la que llamó ’25 años de PAZ’, así, con mayúsculas. Hubo un gran despliegue de publicidad y fastos atronadores. Cartelería fina, de diseño, con bucólicos dibujos o fotografías en los que parecía que se nos había aparecido la Virgen a todos. Se trataba de convencernos a los españoles y también a los otros europeos y a los americanos de que esto era el paraíso terrenal, que aquí no se daban hostias como panes, ni se detenía a los homosexuales tratándolos como delincuentes, ni se censuraban libros o películas, u obras de teatro (¿les suena?), ni se votaba, etc., etc. Ante esta tomadura de pelo, el españolito medio se reía, aunque disimulando para que no se notara, pero todo el mundo repetía que ese eslogan de los 25 años de PAZ del cartel lo que realmente significaba era ‘25 años de Pa’ Alemania Zumbando’, pues, por aquel entonces, más de un millón de españoles habían emigrado de este país en busca de una vida mejor, que, con poco, se conseguía. Y no eran los perseguidos por sus ideas, eran, sencillamente, gente buscando oportunidades de trabajo, la única diferencia era que ellos viajaban en tren y no en patera, como los de ahora.

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