El prisma

Disparates conspiranoicos

Pablo Molina

Pablo Molina

El despropósito monumental de la gestión del voto por correo es lo habitual cuando una vasta operación logística se encarga a una empresa pública integrada por funcionarios. Lo raro, a estas alturas, no es que queden 300.000 papeletas sin emitir, sino que se hayan gestionado correctamente el millón y pico restantes, toda una hazaña tratándose de una empresa gestionada por un político, amiguete de Sánchez, que estaría quebrada si operara con los criterios de la economía real. Pero el caos no implica manipular las elecciones. Los votos que finalmente no serán contabilizados afectarán a los distintos partidos de manera muy similar a lo que arrojen las urnas. Si hay algún efecto será, sin duda, inapreciable. Es bueno denunciar el mal funcionamiento de un servicio público, pero eso no justifica generar dudas sobre unas elecciones como si esto fuera Caracas.

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