Limón&Vinagre

¿Puedo ser un niño?

Fue el 1 de diciembre de 2020, en sus redes sociales: «Hola, amigos, quiero compartir con vosotros que soy trans, mis pronombres son él/ellos y mi nombre es Elliot. Me siento afortunado de estar escribiendo esto. Estar aquí. Haber llegado a este lugar de mi vida…»

Elliot Page, en la Gala Met  de 2021.

Elliot Page, en la Gala Met de 2021. / Justin lane / Efe

Emma Riverola

Cubierto con una capa que te irrita, que te oprime. Cada día. Querrías despegártela, arrancártela, pero no puedes. Temes que si alguien llega a descubrir quién eres bajo todo ese dolor, la vergüenza se desborde… Esta es la metáfora que Elliot Page utiliza en su libro Pageboy (Tendencias Editores, Grupo Urano, 2023) para tratar de describir la disforia de género. Un tormento diario. La sensación de que tu cuerpo te está traicionando, en disputa permanente contra ti y contra un mundo que te observa con algo peor que recelo.

«La gente trans se enfrenta a cada vez más ataques físicamente violentos, y nuestra humanidad se debate con regularidad en los medios de comunicación. Y cuando nos dan la oportunidad de contar nuestras historias, las narrativas queer se desmenuzan muy a menudo o, lo que es peor, se universalizan: una persona se convierte en la representante de las demás».

Una plaga devastadora

Las palabras de Page (Halifax, Canadá, 1987) son precisas. Y adquieren una hondura especial si las situamos en el contexto actual. También en el que se va dibujando dentro de nuestras fronteras. En las redes, en las tribunas de opinión, en los discursos públicos, el descrédito hacia las personas trans se extiende. Se despiertan estigmas que parecían superados. Prestos a señalarles como enfermos o monstruos.

El error o la perversión de un solo individuo trans se extiende a toda la categoría. ¿Nos imaginamos a todas las madres sentenciadas por el infanticidio de una mujer? ¿A todos los menores señalados como violadores? La hostilidad se extiende por sociedades que, hasta hace muy poco, habían sido abanderadas de los derechos de las personas LGTBIQ+. Un marco de pensamiento diseñado por la alt-right estadounidense, comprado por la ultraderecha de todo el mundo y que ha llegado a contaminar algunos espacios de la izquierda. Los argumentos siempre son los mismos, se acusa a las personas trans de ser una amenaza para las mujeres y los menores. Una plaga devastadora, una secta perversa.

Page anunció en 2020 que era un hombre trans. Ese reconocimiento público llegó tras un tortuoso camino de depresiones, trastornos alimenticios, ansiedad y ataques de pánico. También episodios de abusos y agresiones sexuales. El miedo, las dudas, la culpa y la vergüenza le atenazaban hasta que logró tomar el control. La decisión era aún más compleja por su trabajo de actor, donde su cuerpo y su representación resultaban esenciales.  

«¿Puedo ser un niño?», preguntó Page a su madre a los 6 años. Sus padres estaban divorciados, él era un hombre poco dado a los afectos y la madre no acababa de entender qué ocurría con aquella criatura que tan poco se ajustaba a los roles tradicionales de una niña. Page sufrió episodios de acoso en el instituto, la trataban como lesbiana, y pronto contempló la carrera de actor como una oportunidad para habitar un refugio de fantasía. Eso creyó.

Belleza serena

A los 10 años, participó en su primera película. Fue encadenando papeles y sumando notoriedad hasta que llegó Juno, el filme que le impulsó a la fama. Page tenía entonces 20 años, se llamaba Ellen y su cuerpo era el de una joven atractiva, de una belleza serena y magnética. El papel de una adolescente embarazada le valió una nominación al Oscar. A esa interpretación le sucedieron otras, también exitosas. Los aplausos arreciaban, y la capa que la oprimía se hacía cada vez más pesada.

En 2014, Page se declaró gay, una manifestación que pronunció «más por necesidad que por decisión», como después reconocería. Aún tardaría seis años en ser capaz de aceptarse y de mostrarse. Fue el 1 de diciembre de 2020, en sus redes sociales: «Hola, amigos, quiero compartir con vosotros que soy trans, mis pronombres son él/ellos y mi nombre es Elliot. Me siento afortunado de estar escribiendo esto. Estar aquí. Haber llegado a este lugar de mi vida…». Este fue el inicio de su comunicado. Al instante se produjo un alud de muestras de apoyo.  

Desde el anuncio, Page ha ido mostrando la transición de su cuerpo. También ha convertido cada declaración en un estilete contra la opresión. Su biografía es un intento de normalizar la realidad trans y queer en tiempos revueltos. «El movimiento para la liberación trans nos afecta a todes. Todo el mundo experimenta el género con alegría y con opresión de distintas formas», afirma. Y del mismo modo que su liberación nos afecta a todos, también un retroceso en sus derechos es una herida para todos. Una puntada más en el manto de la opresión. 

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