LA BALANZA INMÓVIL

Casi un hijo

Joaquín Ángel de Domingo

Hay cosas que, a pesar de mis años, aún no entiendo en esta vida. Por ejemplo, cuando alguien se empeña en que todos están equivocados menos ella (Irene). O cuando uno pasa de ser un comunista de pro a presentar una moción de censura por el partido más opuesto al suyo (Ramón). Es verdad que todos podemos cambiar, pero de ahí a prestarse para algo que sabía que iba a perder hay un abismo. Como tampoco entiendo cuando se afirman ciertas cosas tan disparatadas, o se miente de forma descarada y creen que no nos damos cuenta. Pero, por encima de todo eso, es lo que al parecer está ocurriendo en Cádiz. Hay quien piensa que es casualidad, otros que hay gato encerrado, y los que más, que es simplemente incompetencia. Ahora que todos estábamos tan contentos porque por fin el resistente Cordobés ha reconocido a su excelente hijo, que hasta en el salto de la rana se le parecía, resulta que se está liando una y gorda con la inseminación artificial en la Tacita de Plata. Y lo sabes, como diría el tito Julio (como lo llama Tamara, la novia perdonadora).

Un hospital de Cádiz utiliza esperma de otro varón en una fecundación. La pareja afectada solicita una indemnización de un millón de euros. La verdad es que no sé cómo denominar esta situación. Cuernos no son. Despiste del que metió las cositas dentro de un tubito, tal vez. Incompetencia, quizás. Mala fe, espero que no. Lo cierto es que -dicen las crónicas- que el sueño de una familia andaluza, que consiguió tener un hijo gracias a la fecundación asistida in vitro, se ha visto frustrado al descubrir que el esperma que fecundó al óvulo de su pareja, no es el suyo, sino de un tercero desconocido, que encima vete tú a saber quién es. Lo único seguro es que estaba sano cuando donó el esperma, de lo contrario lo hubieran despachado con su revista sexy debajo del brazo otra vez de vuelta a casa. La única esperanza es que al final se parezca de verdad a su padre no biológico, que suele ocurrir. O no les ha pasado a ustedes que a veces han dicho ‘este/a es igualito que tú, y te han contestado, pero si es adoptado/a’. Meteduras de pata aparte, después de este primer caso gaditano, al parecer le han seguido dos más.

Demasiada casualidad, puede pensarse. Para mí, que el que se encarga de meter los espermas dentro de la probeta es el mismo que votaba en contra de su partido en el Parlamento, según él porque simplemente se había equivocado de botón, en más de una ocasión. Aunque vistas sus últimas presuntas hazañas, que le llevó a pasar de «Casero, te quiere el mundo entero» a ser procesado por el Tribunal Supremo por prevaricación y malversación, quizás no era una mera equivocación cuando apretaba ese pulsador telemático, y, gracias a él, salía adelante la reforma laboral del partido opuesto al suyo. Solo él lo sabrá.

A los dos años, alguien de la familia, supongo que paterna, dijo: ‘Pero si éste niño no se parece a su padre, ni siquiera a alguien conocido’. Saltó así la liebre por la cosa más tonta, como suele suceder (léase Hacienda, Negreira, su hijo y el Barcelona) y ya se lio el asunto. Las dudas empezaron a crecer cual calor en Murcia. Un amigo, que para eso están, de la familia, médico de profesión, por si fuera poco, echó más leña al decir que el grupo sanguíneo del bebé era incompatible con el del padre. Pruebas biológicas de forma inmediata al canto, y definitivamente no es hijo suyo. Cabreo del no padre y estupefacción de la madre que ha gestado un niño gracias a un esperma que no era el de la persona que amaba. El sueño de una familia feliz se desvaneció momentáneamente, pues seguro que después lo va a querer como si fuera su hijo. Cosa muy frecuente en la actualidad, con las segundas nupcias que quieren al hijo de su pareja como si fuera propio. Solo hay un problema en Cádiz, que además de no ser suyo, se ignora de quién es. Lo único que les queda es rezar para que en un futuro no se enamore de alguien que tenga su misma sangre.

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