Murcia D.F.

El Ayuntamiento de Murcia, al estilo Penélope

Ilustración de Leonard Beard.

Ilustración de Leonard Beard. / L.O.

Lola García

Lola García

¿Quién lleva los mandos? ¿Hay alguien en la Glorieta que se haya planteado acciones que duren en el tiempo y que no haya que volver a lo construido para volver a edificarlo? Por lo visto hasta ahora, el Ayuntamiento se comporta como Penélope. No la de la canción de Joan Manuel Serrat, que esperaba en un banco en el andén. Más bien la de Ulises o la de Odiseo, que tejía de día y destejía de noche, encontrándose a la mañana siguiente en el mismo punto.

La Cárcel Vieja contaba con unas aceras de lujo, que dejaban espacio suficiente para que el público entrara y saliera de la antigua prisión de manera cómoda. Sin embargo, el plan de movilidad ha recortado ese espacio y, de paso, ha hecho que la Administración local haya despilfarrado un buen puñado de euros, los mismos que se han ido por la barranquilla en el carril bici de Pío Baroja, que ha sido pasto de la pala excavadora cuando aún no estaba ni siquiera amortizado. También parte del carril bici de la Cárcel Vieja ha sido mutilada.

Una pena que el Gobierno local y los técnicos municipales trabajen con esa improvisación y con esa falta de visión de futuro. En la avenida en la que está enclavada la Cárcel Vieja se está desarrollando un proyecto que no mermará prácticamente el número de coches que pasan por ella, envenenando un poco más a la ciudad. Tan costosa obra (la de meter los carriles bus) en la zona, con las consiguientes molestias para los vecinos y viandantes, debía haber tenido un poco más de proyección a largo plazo y entender que debían haber restado un carril más por sentido para el coche privado. Y dar así de paso incluso más espacio a las aceras tanto de la Cárcel Vieja como del resto de la avenida.

¿Cuándo volverá la ciudad a tener una oportunidad como esta para revolucionar el transporte público y los vehículos de movilidad personales? La pregunta no es baladí si se tiene en cuenta que se invertirán 30 millones de fondos europeos, una cantidad de millones cercana a lo que cada año presupuesta el Ayuntamiento capitalino en su capítulo de inversiones y una cifra superior a lo que costaría, por ejemplo, recuperar el yacimiento de San Esteban, otra falla del consistorio murciano que, antes y ahora, está dejando morir unos vestigios que serían clave para la promoción turística.

 Esos 30 millones han sido estirados para carriles bici y carriles bus y es en ese apartado donde surge un nuevo interrogante. ¿Valdrá el espacio que va a hipotecar el carril reservado para los autobuses en distintas vías de la ciudad para que pueda ser utilizado por el tranvía? ¿Qué pasará con los carriles bici que están proyectados en el barrio de Carmen, habrá que demolerlos cuando se prolongue el tranvía (si alguna vez se prolonga hacia el sur, claro) para la plataforma de ese medio de transporte? Parece que los carriles bus que se van a ejecutar no estarán preparados para esa intermodalidad que combine BTR (autobuses de tránsito rápido) y tranvía, por lo que en un futuro habrá que demoler esas plataformas si se quiere prolongar la línea tranviaria hacia el sur. El Ayuntamiento seguirá, de esta forma, imitando a Penélope. Por nadie pase.

Cabos sueltos

Las sillas de la Cabalgata de Reyes se atragantan. El escándalo de las sillas, como el PP lo ha denominado acertadamente, parece que ha llegado a su fin con la decisión adoptada por el Ayuntamiento de vetar a la empresa que ha gestionado ese contrato para que no pueda volver a presentarse a otro. La actuación de esta firma ha estado rodeada de polémica y hasta el alcalde de Murcia, José Antonio Serrano, se ha visto perjudicado. Serrano tuvo que quedarse durante una hora en el coche oficial mientras se solventaba la falta de sillas la noche de la Cabalgata. La gente, a la vista de que no tenían sillas, ‘asaltó’ la tribuna de autoridades y se llevó los asientos. El personal de Protocolo del Ayuntamiento se las vio y se las deseó para parar las hordas de público descontento cogiendo las sillas destinadas a los concejales y demás invitados. Al final, Serrano no pudo ver la Cabalgata en la tribuna de autoridades.  

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