La Opinión de Murcia

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Elena Pajares

MAMÁ ESTÁ QUE SE SALE

Elena Pajares

El maquinista del tren

Iba a decirte a qué maquinista de qué tren me refiero, pero no hace falta, ¿Te acuerdas de aquel vídeo que se envió todo el mundo por whatsapp, en el que se veía aparecer un tren a toda velocidad, tomaba una curva y caía contra el muro, mientras los vagones se soltaban y se montaban entre sí, en una nube de polvo, estrellándose finalmente contra la cámara? Pues del maquinista de ese tren te hablo. El que se estrelló en Angrois el día de Santiago.

Ayer me dio por hacer síntesis del tema y me empollé lo que llevan de juicio y lo que dice cada cual. Qué desgracia Dios mío. Y pobre hombre. Tú dirás que pobres serán los que murieron o quedaron malheridos y sus familias. Pero cargar con eso en tu conciencia debe de ser horroroso.

Técnicamente es el último responsable, lo sé. Y a la vista de cómo han salido todos corriendo, y cómo trata cada cual de justificarse, probablemente será el único. Pero un fallo lo tiene cualquiera. Aunque unos sean más graves que otros, claro está.

Hay un vídeo, como de peli de terror, en el que se ve la imagen del viaje desde dentro de la cabina, y se va oyendo cómo fueron esos últimos cien segundos antes del accidente. La conversación con el interventor (qué llamada tan oportuna), sobre si es mejor entrar por esta o por aquella otra vía, para que se bajen unos viajeros, y blablablá. Quién sabe si también murieron. Mientras hablan de chorradas técnicas, el tren se va comiendo el recorrido, y tú puedes imaginar al maquinista pensando en lo que está hablando y no en lo que está conduciendo. Junto a esa imagen de la vista desde la cabina, aparece en un lado de la pantalla un navegador, donde sale representado el tren, y en el que van saliendo, como en un videojuego, la velocidad que lleva (a 190km/h clavado), las señales de la vía, el pedal de hombre muerto, y una última señal que indica cambio de tramo y bajada de velocidad. Dios mío. Qué cargo de conciencia y qué horror. Por cierto, que, si sumas los números de los ochenta muertos y todos los heridos, nadie salió ileso. Menudo papelón.

Ocurre que por homicidio imprudente hay una pena prevista de prisión de uno a cuatro años. Obviamente por cada persona fallecida, así que suma. Si le añades lo que corresponda por las lesiones, que las graves también acarrean prisión, desde luego a este hombre le ha caído la del pulpo. Aunque apliquen atenuantes (no se me ocurre ninguna) y le ajusten esta barbaridad en lo que se pueda, desde luego se puede dar por muerto en vida. Y lo de menos es la prisión: Se acabará antes de lo que parece, porque no tiene antecedentes, tendrá buen comportamiento y el pronóstico de reinserción va a ser muy favorable, aunque por supuesto tendrá que ingresar. Pero si esto fuera poco, está la responsabilidad civil, que no quiero ni puedo imaginar.

Con esto del juicio, y al ver lo que dice cada cual, me ha hecho gracia. Aquí no miramos la tragedia sin parangón que fue. No se mira a las personas. Aquí miramos la pela ¿Por qué digo eso? Creo que no hace falta ser muy avispado, ni físico matemático, para saber que la llamada del interventor distrajo al maquinista. Probablemente a ése maquinista o a cualquiera. Porque somos humanos. Sin embargo, tanto Adif como el interventor han hecho pinza resaltando el error del maquinista como único factor causante del accidente. El hombre no había bebido, no tenía sus facultades mermadas y por supuesto no había abandonado su puesto ni cometido ninguna imprudencia a la que imputar el despiste, salvo la llamada. No se quiere hablar de deficiencias en la vía, ni en la señalización, ni en los sistemas de alarma o de seguridad, esos que hay por si, yo qué sé, al maquinista le da un algo en cabina. No. Han cogido Adif y el interventor rumbo a la responsabilidad exclusiva del maquinista. No quiero ser maliciosa, pero este oficio mío te hace ver lo mejor y también lo peor de muchas personas. Mucho me temo que la estrategia procesal es la de dejar al maquinista solo como único culpable. Así, aunque ADIF sea responsable civil subsidiaria, y tenga que pagar a las víctimas, si se acredita que la culpa fue exclusiva del maquinista, entonces ADIF podrá dirigirse contra él, y sacarle hasta la ropa que lleva puesta. Y a la porra las personas.

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