La Opinión de Murcia

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Las fuerzas del mal

Enrique Olcina

El viaje de Carla

Como ustedes saben, la veterana militante del PSOE, Carla Antonelli, ha anunciado que se da de baja en el partido en el que ha militado durante cuarenta años debido a las renuencias del grupo parlamentario socialista a tramitar el proyecto de Ley Trans de manera urgente. Es lógico su hartazgo, y el de los activistas lgtbi, entre los que me encuentro, por este tema. El núcleo de la ley, la simple declaración de la autodeterminación de género con valor jurídico en el Registro Civil, sin necesidad de dos años de hormonación y sin necesidad de un diagnóstico previo psicológico, viene de un consenso entre los partidos que ahora forman la coalición, de 2019, con una proposición de ley que venía a recoger, además, el espíritu de las normas que se aprobaron en las cámaras autonómicas por unanimidad.

Ahora, de pronto, son todo dudas, rémoras, correcciones y reformas de un proyecto que debería estar más que definido puesto que venía ya dibujado antes de que Pedro Sánchez llegara al poder. Incluso los cambios en este tiempo de descuento, como por ejemplo, que desde la posible segunda transición, la famosa detransición, volver al género desde el que se cambió, se hagan en sede judicial y no por la simple declaración, deberían haber estado ya desde su aprobación en el Consejo de Ministros.

La Carla Antonelli actual es la excepción que desea convertirse en regla, porque todavía el colectivo trans se encuentra con mayores tasas de marginación, discriminación, exclusión y suicidio que la media de personas. La Carla que inició el viaje tenía muchas de esas papeletas y, sin embargo, se abrió paso en esa nueva vida a base de lucha, coraje y un deseo profundo de no traicionarse a ella misma sobre todo, que la llevó a iniciar una huelga de hambre cuando las mismas reticencias se plantearon por parte de un sector del PSOE en la aprobación de la anterior Ley Trans. Esa ley venía, cómo no, con unos anuncios de terribles apocalipsis -como la ley del divorcio, la del aborto, la del matrimonio igualitario, la de eutanasia- que nunca han sucedido.

La postura de un determinado sector del PSOE a este respecto me da bastante vergüenza al ver cómo se pasan el acuerdo del proyecto de ley, las resoluciones de dos congresos federales y un pacto de Gobierno por el santísimo arco de sus intereses personales en su carrera política y una equivocada percepción de la lucha por portar las banderas de igualdad y diversidad que deberían concitar acuerdos y no desenterrar odios.

Al odio le pasa como al ejército, una vez sacas los tanques a la calle es difícil volver a recogerlos. Amelia Valcárcel, filósofa y miembro del Consejo de Estado tiene una frase certera. «Hay cierta grandeza en dejarse derrotar por los leones, pero ninguna en dejarse cocear por los asnos». Es la misma Amelia Valcárcel que llamó ‘señor sesentero’ a Carla. El rebuzno es claro y delata a la pollina, por más que el pesebre sean las mullidas alfombras de poder o los graves claustros de la academia. No hay ninguna leona aquí y hace bien Carla en decir basta.  

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