La Opinión de Murcia

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Angel montiel

La Feliz Gobernación

Ángel Montiel

López Miras, entre Escila y Caribdis

El núcleo duro del presidente tiene ya dispuesto el dedo sobre el botón que traslada el documento de la contrarreforma a la Asamblea Regional a la espera de la voz "¡hágase!"

Fernando López Miras.

Hágase!». El entorno duro de Fernando López Miras está en modo ‘preparen armas’ a la espera de que esa palabra salga de la boca del presidente. Cuando salga, si es que sale, todo ocurrirá en un plisplás: la Asamblea Regional aprobará en horas veinticuatro la contrarreforma de la Ley Electoral elevando desde el 3% al 5% el porcentaje mínimo para obtener representación y reponiendo las cinco circunscripciones. Ni siquiera hará falta que alguien redacte ambos capítulos; bastará con calcar los de la anterior etapa de mayoría absoluta, tras la que el PP se vio obligado por imposición de Cs a ‘regenerar’ las normas de hierro del bipartidismo.

AGENDA OCULTA. Esta iniciativa está en la ‘agenda oculta’ desde casi el principio de la actual legislatura, en paralelo a la reforma de la Ley del Presidente, ya ejecutada, mediante la que López Miras eliminó los topes del mandato presidencial al ‘estilo Putin’ o, más actualizado, al estilo Carlos III de Inglaterra: «Reinaré hasta el final». El problema para lanzarla reside en la posición de Vox, partido que ha venido siendo tanteado al respecto, ya que las cinco circunscripciones perjudican al actual socio parlamentario y probable de Gobierno en el inmediato futuro. Vox tendría que ser la segunda fuerza política en el Noroeste (cuatro diputados) y el Altiplano (dos) para obtener representación en esos ámbitos, y esto, a pesar de la potencia que se le supone a los de Abascal en la Región, sería poco probable. Y con el añadido de que en las demarcaciones en que Vox no obtenga representación, los votos que recibiera irían a la basura, pues no computarían en el marco regional.

Sin embargo, el PP puede aprobar sin problemas esta contrarreforma porque Vox, diezmado por las disidencias, dispone de un solo diputado en la Cámara, y los populares, con sus 16 escaños más los cuatro de los trepatrans de Cs más los tres desavenidos de Voz sumaría los veintitrés de la mayoría. Siendo esto así, la convivencia futura con el Vox genuino, necesaria para la hegemonía del bloque de derechas, aconseja a López Miras un principio de prudencia, no vaya a ser que se consumaran las sutiles advertencias del líder regional, Antelo, acerca de que podría exigir para pactar con el PP la cabeza del actual presidente. Dado que López Miras tiene el mandato de la dirección nacional de su partido de obtener mayoría absoluta, en caso de quedarse a las puertas en manos de un Vox enfurecido por sus métodos, puede sospechar que desde Génova activarían la guillotina, incluso con un cierto placer (ya ocurrió, en circunstancias similares, con su antecesor, Pedro Antonio Sánchez, para su beneficio). 

LAS REGLAS A MITAD DE PARTIDO. A este problema no menor se añade el hecho de que la duda metódica del presidente que ha ido retrasando la contrarreforma lo ha llevado a tener que plantearse la decisión a menos de un año de las elecciones, lo que a la cuestionable ética de llevar a cabo una iniciativa estructural a su favor le sigue una posdata estética: está feo cambiar las reglas mientras se está jugando el partido. Esto sería, a efectos prácticos, lo de menos, pues basta contemplar la composición del actual Gobierno y el decalaje que ha convertido a la Asamblea Regional es un esperpento para entender que la estética no es preocupación ordinaria del actual estatus gobernante ni la ética la de sus compañeros de viaje. Pero dado que estos insólitos giros no rompen la inercia electoral en el piso piloto de la política regional ¿qué más daría una nueva vuelta de tuerca?

En este aspecto, el PP hasta confía en que el PSOE votaría en contra, claro, pero protestaría poquito, pues la reforma de las reglas que permanece sujeta en San Esteban también le beneficiaría; la anterior ley que se pretende reponer es un traje a medida del bipartidismo. A los populares, que los socialistas se beneficien les da igual, pues el PSOE está tan lejos de la mayoría que se pueden permitir hacerle ese endiablado favor. En el PP hasta se podrían permitir sugerir por lo bajinis que se trata de poner barreras a Vox (¿no es esto lo que proclama la izquierda?), pero en su caso para crecer a su costa. Ya está dicho, confirmado por las encuestas, que la próxima campaña no será un pulso, aunque se dé lugar a la apariencia, entre PSOE y PP, sino entre PP y Vox, para al final confluir estos últimos en pacto de Gobierno y/o parlamentario. Con la reforma de la actual ley electoral, tal vez incluso el PP podría remontarse a la mayoría absoluta, dejando a Vox, como en Andalucía, crecido pero inválido. 

INJUSTICIA ¿PARA QUIÉN? A causa de esa percepción, el núcleo duro de López Miras tiene ya dispuesto el dedo sobre el botón que traslada el documento de la contrarreforma a la Asamblea Regional a la espera de la voz «¡hágase!». Pero el presidente todavía se lo piensa. El portavoz parlamentario, Quino Segado, dice que la actual Ley Electoral es injusta, pero no explica la razón por la que, si es injusta, la aprobaron con sus votos; y todavía menos que no la reformen ya a sabiendas de que es, en su consideración, injusta, y si lo es, injusta para quién: ¿para las minorías que no pueden acceder al Parlamento por un porcentaje topado o para los votos que se desperdician en las circunscripciones en que un tercer partido carece hasta el infinito de opción a obtener escaño? Lo que subyace es el mensaje de que las minorías provocan inestabilidad, pero si se trata de eso, no habría mayor estabilidad que con el Partido Único, y así nos dejábamos de simulacros democráticos.

Si uno agudiza el oído podrá escuchar que la iniciativa a la espera no es un recurso ad hoc para el PP, sino que de lo que se trata es de dificultar la entrada al Parlamento regional de José López, el espontáneo cartagenerista que ha provocado las convulsiones municipales de las últimas décadas en la ciudad portuaria. Si ese fuera el motivo, también sería una Ley ad hoc, es decir, lo último que ha de ser una Ley. Pero si López consiguiera obtener el 5% en la comarca de Cartagena ¿quién podría pararlo? Para hacerlo tendrian que apurar, como en Andalucía, y exigir en el texto de la Ley que no podrá acceder a la Asamblea aquella candidatura que no obtenga en el 5% en todas las circunscripciones. Y serían capaces. Tal vez se les olvida que la única manera de parar a López es vencerlo en buena lid en las elecciones, y esto es lo que todavía no han sabido hacer. 

LA CONTRARREFORMA DE LOS REFORMISTAS. Por lo demás, lo gracioso, de rondón, es que para la contrarreforma de la Ley habría que contar con los votos de los mismos que impulsaron su reforma, es decir, los diputados que accedieron a la Asamblea exhibiendo los emblemas de Cs. Nada más que por contemplar el espectáculo de los votos a favor de los trans que proclamaban la ‘regeneración política’ antes de ser absorbidos por los que identificaban en la campaña electoral como agentes de la ‘degeneración’, valdría la pena que acabaran enviando la norma al Parlamento. Alguna diputada de ese nicho ha dicho que, de ocurrir esto, se abstendría, lo que sería un falso caso de conciencia, ya que el resultado de la votación no variaría. Y, por lo demás, ¡a buenas horas con los escrúpulos!

GOBIERNO INCAMBIABLE. Para completar el cuadro hay que acudir a algo que casi se nos olvida: el cambio de Gobierno que en el entorno general de López Miras se daba por hecho antes del paréntesis político de agosto. El esquema de entonces es que, para reforzar su liderazgo en el último tramo de la legislatura, el presidente debía acometer una crisis de Gobierno que eliminara a los tránsfugas y similares y ofreciera señales inequívocas de compromiso con los problemas reales de la Región. Hacer esto habría supuesto muy probablemente un desequilibro parlamentario en su contra, ya que los consejeros a los que le tocaría destituir son a su vez diputados (para asegurar su sillón en el Gobierno se precavieron de no soltar el escaño), y en respuesta a su expulsión tal vez habrían secundado al PSOE en una propuesta de ‘reforma de la reforma’ de la Ley del Presidente que dejaría a López Miras sin posibilidad de intentar un tercer mandato. Al presidente le sugerían desde diversas instancias, incluso públicamente, que amarrara esa posibilidad ofertando a los trans recolocaciones para el futuro, es decir, ampliando su deuda con ellos más allá de la actual legislatura, pero a la vista está que ni a eso se atreve. Y menos cuando maneja, presionado por los suyos más próximos, la tentación de cambiar la Ley Electoral, para lo que precisa de su mayoría parlamentaria Frankostin.

REMOLINOS Y MOSTRUOS. Así vemos a López Miras navegando entre Escila y Caribdis. Si cambia el Gobierno, se lo come el remolino de la mayoría parlamentaria comprada al mejor postor; si no lo cambia, le alcanza el mostruo de doce patas y seis cabezas de la ineficacia política, ya avanzada con la gestión nula de los fondos europeos mientras se queja de falta de disposición financiera, y la conformidad de la gestión del Mar Menor mediante ‘labores de limpieza’ anuncia que no caben esperar medidas estructurales mientras la basura se pueda esconder bajo el sofá. Detalles anecdóticos como la falta de vigor ante el botellón pijo de la Isla del Ciervo, protagonizado por amiguetes del Gobierno y sus aledaños, muestran involuntariamente la falta de interés por las cuestiones medioambientales, de las que dijo que iba a hacer bandera, sin que exista registro de esa voluntad. 

LA PREGUNTA SIN RESPONDER. Y todavía hay algo, importante y fundamental, que tampoco podemos arrumbar a beneficio de inventario al inicio de la temporada política. La pregunta que queda por responder no es: ¿ofreció López Miras, antes del congreso, la mitad de la ejecutiva y listas cremallera para las autonómicas a Patricia Fernández? La respuesta está despejada, y documentada por este periódico. Sí. La interrogante inmediata es: ¿Por qué? ¿Por qué lo hizo, y por qué se retractó en la práctica después, dejando su palabra, incluso su palabra escrita, sin valor alguno? Quien se decida a votar a López Miras debería saber previamente si los compromisos públicos que establezca con los ciudadanos son del mismo rigor que los que armó con su compañera de partido, la alcaldesa de Archena.

No puede cambiar el Gobierno porque se le rebotarían los diputados trans; no puede cambiar la Ley Electoral porque se le rebotaría Vox y, además, sería obligado que los trans, que fueron quienes instaron a la aprobación de la actual Ley Electoral, sufran un nuevo escarnio por incoherencia en favor de sus posiciones y sueldos. No puede gestionar bien porque tiene un Gobierno chapuza que deja pasar millonadas mientras brama contra Madrid. Y, por si fuera poco, tras el ‘congreso de la unidad’ nadie explica lo inexplicable. Pero confiado en la inercia, se desliza hacia a Ítaca. 

Isabel Franco canta la Traviata

La vicepresidenta del Gobierno, Isabel Franco, ha llevado a cabo durante las últimas semanas un gran despliegue de promoción del concierto de la soprano Angélica de la Riva en Cartagena, y nos ha dejado sorprendidos por su empeño cultural en redes, que no es habitual en ella para otros actos de similares características. Hasta que alguien ha caído en la cuenta de que De la Riva es la esposa de Marcos de Quinto, disidente de Cs tras la caída de Albert Rivera. Interesándonos algo más descubrimos que Franco ha sido en la práctica la agente que ha conseguido la contratación de De la Riva y la feliz anfitriona del matrimonio en la Región de Murcia. La vicepresidenta suele decir que no aspirar a continuar en la vida política, tal vez porque las investigaciones policiales sobre el posible fraude de su elección en las primarias de Cs para la presidencia de la Comunidad desligitiman toda su trayectoria, y sería difícil continuarla con ese estigma. Pero es obvio que se empieza a arrimar al círculo de los empresarios poderosos del entorno de Rivera, donde el futuro podría estar asegurado.

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